Ana Comneno nació en el Gran Palacio de Constantinopla como la hija primogénita del Emperador Alejo I Comneno y de su mujer Irene Ducas, recibió una esmerada educación que la convirtió en erudita en literatura bizantina, historia, geografía, mitología, e incluso filosofía. Se casó en 1097 con Nicéforo Brienio, hijo de un antiguo pretendiente al trono imperial. Intrigó junto con su madre, Irene Ducas, para conseguir que el emperador Alejo I nombrara sucesor a su marido en lugar de su hermano Juan. Al acceder al trono su hermano Juan II Comneno, Ana y su madre se retiraron a un monasterio. Allí, Ana escribió La Alexiada, historia en griego
del reinado de su padre, Alejo I, en quince libros. La obra, que fue
terminada en 1148, relata la carrera política de su padre desde 1069
hasta su muerte en 1118. Es la continuación de la historia que su
marido, Nicéforo Brienio, había comenzado a escribir, y se había
interrumpido a su muerte, en 1137.
La Familia y sus primeros años
Ana
nació en la cámara de pórfido del palacio imperial de Constantinopla,
la “cámara de la púrpura”, color que sólo los emperadores bizantinos
podían utilizar; por lo tanto se la podía denominar ‘porfirogénita’. Era
la mayor de siete hijos.
Aunque se la formó cuidadosamente en historia, matemáticas, ciencias y filosofía griega, sus padres le prohibieron el estudio de poesía antigua -en la que se glorificaba a dioses
lujuriosos y mujeres no castas- ya que encontraban que su estudio era
inapropiado e incluso peligroso para una mujer joven de su clase. A
pesar de los intentos realizados por sus padres para impedírselo, Ana
estudió furtivamente la poesía antigua con uno de los eunucos
imperiales. Así, Ana recibió una educación extraordinaria que hizo de
ella una de las mujeres mejor educadas de su época.
Ana demostró ser capaz no solo a nivel intelectual sino también en asuntos prácticos. Su padre la puso a cargo de un gran hospital y orfanato que él construyó para que ella administrara en Constantinopla. Se dijo que el hospital tenía camas para 10,000 pacientes y huérfanos. Ana enseñó medicina en el hospital, así como en otros hospitales y orfanatos. Fue considerada una experta en gota. Anna trató a su padre durante su enfermedad final.
Ana demostró ser capaz no solo a nivel intelectual sino también en asuntos prácticos. Su padre la puso a cargo de un gran hospital y orfanato que él construyó para que ella administrara en Constantinopla. Se dijo que el hospital tenía camas para 10,000 pacientes y huérfanos. Ana enseñó medicina en el hospital, así como en otros hospitales y orfanatos. Fue considerada una experta en gota. Anna trató a su padre durante su enfermedad final.
Esponsales y boda
Tal y como era habitual en la nobleza en el Medievo, Ana fue prometida en la infancia, debería casarse con Constantino Ducas, el hijo del emperador Miguel VII y María de Alania. Dado que en el momento del compromiso el emperador Alejo I Comneno no tenía hijos varones que pudieran heredar el trono, el joven Constantino fue proclamado coemperador del Imperio bizantino.
Sin embargo en 1087 nació Juan II, con lo que Constantino perdió el
derecho al trono. Murió al poco tiempo y Ana en breve fue prometida a su
futuro esposo.
En 1097 con 14 años Ana se casó con un brillante joven noble, el césar Nicéforo Brienio.
Nicéforo era el hijo de una familia aristocrática que había competido
con Alejo I por la ascensión al trono. Nicéforo era también un reconocido hombre de
estado, general e historiador. Ana indica que su matrimonio fue más una
unión política que una cuestión de amor. Sin embargo en su mayor parte
probó ser una unión provechosa durante 40 años y de la que nacieron
cuatro niños: Alejo Comneno, Juan Ducas, Irene Ducaina y María Briennio
Comneno.
Reivindicación del trono
Desde
su infancia Ana supuso que algún día heredaría el trono, un sueño del
que despertaría con el nacimiento de su hermano. Pese a todo, las ansias
de poder de Ana no le dejaron aceptar el ascenso al trono por parte de
su hermano. Ana consideró que ella y su marido deberían asumir el título
de emperadores. Así la pareja conspiró junto con su madre Irene Ducas
para desheredar a su hermano y dar la corona al marido de Ana. En
aquellos momentos su padre Alejo I era débil y estaba enfermo. Sin embargo su conspiración no tuvo éxito y en 1118 Juan II ascendió al trono. En su obra en ningún momento
habla de este intento de tomar el poder del Imperio y poco o nada nombra a su hermano al que debía, con seguridad, odiar.
Los intentos de Ana por usurpar la corona imperial persistieron y
en 1118 nuevamente tramó deponer a su hermano y poner en su lugar a su
esposo Nicéforo. Sin embargo, nuevamente el plan no tuvo éxito, debido a
que Nicéforo en el último momento se negó a colaborar. Enfadada y
decepcionada por la debilidad de su marido, Ana dijo que “la Naturaleza
se ha equivocado en los sexos, ya que él debería haber sido una mujer”.
El complot se descubrió y Ana tuvo que renunciar a sus propiedades y a
su estatus familiar y así mismo, obligada a exiliarse al monasterio de
Kecharitomenene (Lleno de Gracia), que su madre había fundado. La madre y
su hermana Eudoxia fueron con ella. Irónicamente, Nicéforo permaneció
en el palacio real y se convirtió en uno de los más fieles consejeros del emperador Juan II,
muriendo en el año 1137.
Historiadora
En el recogimiento del monasterio, Ana se dedicó al estudio de la filosofía y la historia.
Atendió reuniones intelectuales, incluyendo algunas dedicadas al
estudio de Aristóteles. El genio intelectual y su hambre de saber es
evidente en sus trabajos. Entre otras cosas, estaba versada en
filosofía, gramática, teología, astronomía y medicina. Algo que se
infiere del estudio de su obra más celebrada La Alexiada, en la que cita pasajes de Homero o de la Biblia, pese a cometer pequeños errores en dichas citas. Sus contemporáneos, tales como el obispo metropolitano de Éfeso,
Jorge Torniques, considera a Ana como una persona que ha alcanzado “las
más altas cimas de la sabiduría, tanto laicas como divinas”.
Como historiador, Nicéforo Briennio había escrito un ensayo
denominado “Material para la historia”, centrado en el reinado de Alejo
I. Murió en 1137 antes de acabar su trabajo. A la edad de 55, Ana se
impuso acabar el trabajo de su marido, denominándolo La Alexiada, la historia de la vida de su padre y su reinado (1081–1118). La Alexiada es hoy la fuente principal de la historia y política bizantina de finales del siglo XI y principios del XII.
En La Alexiada, Ana da una visión de las relaciones políticas entre Alejo I y los occidentales. Describe vívidamente el armamento,
las tácticas y las batallas. Debe tenerse en cuenta que ella escribe
sobre sucesos que tuvieron lugar cuando era una niña, y que no podía
recordar como testigo. Su neutralidad queda comprometida ya que escribe
con el fin de loar a su padre y denigrar a su sucesor (su hermano Juan II). A pesar de su
parcialidad, su descripción de la Primera Cruzada es de gran valor para la historia ya que es la única descripción que se tiene realizada desde el punto de vista griego bizantino, puesto que ella recoge el punto de vista de figuras clave de la élite griega. Su
marido Nicéforo Briennio había luchado en el conflicto que surgió con el
jefe cruzado Godofredo de Bouillón
a las afueras de Constantinopla en Martes Santo de 1097. Su tío Jorge
Paleólogo estaba presente en Pelkano en junio de 1097 cuando Alejo I
discutió la futura estrategia de los cruzados. Además de
permitir observar la cruzada desde una perspectiva bizantina, La Alexiada transmite
efectivamente la alarma que se sintió con la llegada de las fuerzas europeas a través
del imperio Bizantino, y los peligros en que pusieron la seguridad de Constantinopla.
Recordemos aquí que los bizantinos se creían herederos de Roma y por lo tanto se llamaban a sí mismos romanos, llamando a los demás pueblos bárbaros.
Digno de mencionar es el retrato que hace Ana Comneno del cruzado Bohemundo de Tarento, normando del sur de Italia, quien bajo la jefatura de su padre Roberto Guiscardo,
había invadido parte del territorio bizantino en los Balcanes en 1081.
Aunque lo considera un bárbaro y hace de él “el malo” en su obra, por la
enemistad con su padre así como su conquista de Antioquía,
antigua ciudad bizantina, hay más de una insinuación de estar
encaprichada con él. Ana Comneno ha identificado por primera vez en La
Alexiada, los valacos de los Balcanes con los dacios y los búlgaros con
los tracios. El libro igualmente
contribuye a comprender la mentalidad femenina de la época así, como del
mundo bizantino en el que se desarrolla su historia.
El estilo literario de Ana Comneno sigue el de Tucídides, Polibio o Jenofonte. Consecuentemente, al mostrar el aticismo
que imperaba en la literatura de aquel período, resulta de todo ello un
lenguaje bastante artificial. En su mayor parte, la cronología de los
eventos es correcta, excepto en aquellos que transcurren cuando Ana ya
está en el monasterio, cuando ya no tiene acceso a los archivos
imperiales. Sin embargo, su historia alcanza los patrones de la época.
La fecha exacta de la muerte de Ana no se sabe. Se infiere de La Alexiada que vivía aún en 1148. Sin embargo La Alexiada
muestra perfectamente el torbellino emocional de Ana. Indica que apenas
nadie podía verla y que muchos la odiaban. Del mismo modo, odiaba su
posición aislada en la sociedad a la que se había visto abocada por el
exilio.
La Alexiada por Ana Comneno, trad al español por Emilio Díaz Rolando
Quien sabe que clase de monarca hubiera sido de haber podido llevar Ana Comneno la corona, aun habiendo estado en la cabeza del marido, que intuyo le hubiera dejado el mando a ella. Entiendo su amargura, fue la primogénita pero su hermano, que nació segundo, se llevó la corona sólo por ser varón, no importa cuán preparada estuviera ella. (Al parecer Juan fue un buen emperador que aseguró los territorios del Imperio y protegió sus fronteras).
Las fuentes están enlazadas en el texto.
5 comments:
Siempre nos traes a mujeres importantes con un papel clave en la historia, al final veremos que aunque menos que hombres ellas por lo menos lo hicieron bien. jeje. Un abrazo
Podríamos decir que fue una mujer "del Renacimiento". Una verdadera eminencia.
Musu bat.
Otro de los nombres de mujeres apartados de la visión oficial del desarrollo cultural.
Gracias, Myriam.
Besos.
Personajes como esta mujer merecen trascender y ser conocidos por lo que hicieron en su momento. Un abrazo
Una mujer sin duda importante, se aprende en tu blog y eso lo valoro mucho, excelente relato Myriam, se feliz
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