Segunda parte aquí
La era de las enciclopedias
Gracias
al prestigio del saber y a cierta libertad intelectual, durante el
período de esplendor del califato abásida de Bagdad –entre los siglos X y
XI– la compilación de grandes obras sistemáticas fue el
distintivo de sabios de talla universal, que ejercían la medicina junto a
la filosofía, las ciencias y las tareas políticas.
De entre
todos ellos brillaron tres. Uno es al-Razi (Rhazes para los latinos),
iraní polifacético y experto farmacólogo, que vivió en la corte, dirigió
el gran hospital de Bagdad y escribió casi doscientas obras. El segundo
es al-Majusi, cuya compilación, el Libro total sobre el arte de la
medicina, es una obra maestra por su equilibrio entre teoría y práctica. [Al Majusi, fue además, pionero en la medicina psicofisiológica y psicosomática].
Sin embargo, este texto quedó oscurecido por la obra del tercer gran
nombre de la época: Ibn Sina, al que conocemos como Avicena.
Su éxito se debe a su fuerza teórica y su esfuerzo de racionalización; para Avicena, sistemático y claro, la lógica es la base del diagnóstico
Este extraordinario filósofo -Avicena- ya era médico a los dieciocho años. Escribió extensamente sobre todas las
ciencias, y su Canon (o «norma») de medicina es una de las obras más
célebres de la medicina de todos los tiempos. Su éxito se debe a su
fuerza teórica y su esfuerzo de racionalización; para Avicena,
sistemático y claro, la lógica es la base del diagnóstico.
En
Occidente, la ciencia árabe brilló en la obra de dos famosos filósofos y
médicos cordobeses del siglo XII: Averroes, ibn Rushd, cuya Kulliyat o Totalidad (en medicina General) fue traducida y conocida como Colliget, en latín; y el judío Maimónides, Musa ibn Maimón, quien llegó a ser
médico personal del campeón musulmán de las cruzadas: Saladino, sultán
de Egipto. Su caso no era único: la medicina judía brilló al
implicarse con la dominación islámica; de hecho, el árabe fue la lengua
de cultura judía durante toda la Edad Media.
Teoría y práctica
La base teórica de la medicina árabe no difiere esencialmente de la griega y romana. En
su base se encuentra la medicina humoral, atribuida a Hipócrates –que
vivió en el siglo IV a.EC.–, la cual divide en cuatro los fluidos humanos
básicos: sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra; la salud y la
enfermedad dependen del equilibrio entre ellos. Así, quienes
sufrían exceso de bilis negra eran consideradas personas tristes, diciéndose de ellas que tenían «humor negro», pues eso es lo que significa «melancólico» en griego. De
igual modo, los temperamentos «sanguíneos», «flemáticos» y «coléricos»
padecían algún desequilibrio de los otros humores. La salud se obtenía restableciendo el balance entre los cuatro humores a base de dietas y purgas; de
ahí la importancia que en la medicina árabe tenían -y tienen- la higiene y la
dieta.
El médico oculista Ammar ibn Alí desarrolló un método para diagnosticar las cataratas operables basado en la reacción de la pupila ante la luz
Pese
al predominio de esta medicina «teórica» se desarrollaron terapias y
observaciones anatómicas nuevas. En especial, destaca la oftalmología.
La utilización de una jeringuilla hueca para succionar las «cataratas»
constituye una notable innovación debida a Ammar ibn Alí , en el siglo
X, quien desarrolló, además, un método para diagnosticar las cataratas
operables basado en la reacción de la pupila ante la luz. Con todo, el
mayor especialista en cirugía fue el andalusí Abulcasis, -padre de la cirugía moderna- quien empleó un
instrumental variadísimo: tenazas, pinzas, trépanos, bisturíes, sondas,
cauterios, lancetas o espéculos, cuyos dibujos ilustran su
Libro de la Disposición. Durante el siglo XVI, los cirujanos de
Occidente seguían estudiando esta auténtica enciclopedia del saber
médico, que otorgaba tanta importancia a las técnicas para combatir el
dolor (con frío o con esponjas soporíferas) como a las suturas y los
vendajes.
Mención aparte merecen los cirujanos prácticos o
médicos empíricos, expertos en el tratamiento de inflamaciones y
tumores, así como en la extracción de flechas y curación de heridas,
fracturas y luxaciones. Por su parte, la farmacología y la
toxicología evolucionaron con la alquimia, a la cual debemos los
alambiques, el amoníaco y el alcohol, entre otras aportaciones.
El cuidado de los enfermos
Un
trazo distintivo de la cultura islámica fue la construcción de centros
de estudio (las madrasas) y de hospitales públicos (los bimaristanes)
mantenidos por medio de donaciones, aunque no deben ser vistos
como una novedad respecto del mundo cristiano o budista. Cada gran
ciudad rivalizó para albergar ambas instituciones, entre las cuales hubo
un tránsito constante de profesores y libros. Los hospitales permitían a
los más pobres beneficiarse del saber de médicos tan notables como
al-Razi, director del hospital de Bagdad. El bimaristán más
conocido es el que el sultán al-Qalaun edificó en El Cairo, en 1285:
podía atender a ocho mil enfermos en cuatro pabellones destinados a
diferentes patologías y dispuestos alrededor de un patio climatizado con
fuentes. Algunos de estos establecimientos siguen funcionando,
como el bimaristán fundado por Nur al-Din en Damasco, en 1154. También
había hospitales que acogían a enfermos mentales, algo desconocido en
Occidente. En el siglo XII, el viajero judío Benjamín de Tudela [del que conté aquí]
escribió sobre el Hospital de Bagdad: «En él detienen a todos los dementes que se
encuentran en la ciudad durante el verano, que han perdido la razón por
el calor excesivo, sujetando a cada uno de ellos con cadenas de hierro;
todo el tiempo que permanecen allí son alimentados por la casa real y
cuando recobran la razón los despiden y cada cual vuelve a su casa y a
su hogar. [...] Cada mes son interrogados por los oficiales del rey para
observar si algunos han recobrado la razón».
Los hospitales permitían a los más pobres beneficiarse del saber de médicos tan notables como al-Razi, director del hospital de Bagdad
Aunque
la medicina árabe brilla por sí sola, en el Occidente cristiano sólo se
supo de unos cuarenta textos sobre un millar de escritos médicos
censados. Los últimos autores conocidos fueron los andalusíes Ibn Zuhr (Avenzoar), que mejoró la traqueotomía y descubrió la causa de
la escabiosis (sarna) y la pericarditis, y Averroes. Pero del gran botanista Ibn al-Baytar y del epidemiólogo Ibn al-Jatib (que dejó testimonio de la
peste negra) ya nada se supo, aunque también eran andalusíes y vivían en
la frontera misma de la Cristiandad. De ahí que sea exagerado pensar,
como se había creído, que la medicina islámica se estancó después del
siglo XIII; aún desconocemos muchísimos escritos tardíos.
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Para saber más
El Renacimiento del Islam. Adam Mez. Universidad de Granada, 2002.Médicos de Al-Ándalus. Cristina de la Puente. Nivola, Madrid, 2003.
El médico. Noah Gordon. Roca Bolsillo, Barcelona, 2013.
Medicina árabe
Medicine in the medieval islamic world
Artículo por National Geographic.
Negritas y enlaces puestos por mi.
10 comments:
Es un tema que me ha interesado desde la primera parte, la medicina siempre importante le debe mucho a los médicos árabes. Abrazucos
Siempre llamó la atención el elevado grado de refinamiento cultural y estético y los avances científicos del mundo árabe durante esa etapa medieval. Aquí, el Califato de Córdoba fue una buena muestra de todo ello.
Un abrazo, Myriam.
MANOUCHE comenta:
Averroes aun celebrado en Andalucia.
Tan denso como interesante tu artículo, Myriam. Siempre me ha fascinado la cultura árabe por nuestras tierras y me encanta viajar al sur donde se mantiene en tantos lugares y monumentos como un libro abierto.
Feliz verano, ¿o es invierno lo que tú vives? Como viajas tanto no te ubico en estos momento.
Besos.
Con estas entradas que nos presentas vamos a saber más que muchos médicos, al menos en teórica.
Besos Myriam.
No cabe duda de que hemos aprendido mucho de ellos.
Cada cultura siempre deja algo bueno digno de imitar.
Siempre escribes interesantes entradas que te agradecemos de corazón.
Como por esta tierra está haciendo un calor sofocante, tendré que huir de la ciudad para instalarme en el pueblo, como allí no tengo internet, me tomaré unas largas vacaciones.
Seguiremos en contacto a mi regreso.
Con mis mejores deseos, te dejo un fuerte abrazo.
Kasioles
Duranto el Califato de Córdoba destacaron muchísimo en ciencias, estaban muy avanzados, especialmente en medicina y concretamente en oftalmología, pero tú me has ampliado lo que de ellos sabía. Es de agradecer.
Me encanta aprender y hoy ha sido esto.
Besitos.
Uf! Lo de operar cataratas...
Claro que era eso o la ceguera. Pero conociendo las técnicas actuales, da un poco de miedo. :-)
Musu bat.
Muy, muy interesante artículo, Myriam. Que tengas una linda semana!
Un abrazo
Siempre es un placer leerte querida Myriam.
Feliz comienzo de semana.
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