Monday, July 2, 2018

La mujer en Japón (4) Onna-bugeisha, mujer guerrera (a) La Emperatriz consorte Jingū (169-269), reinante desde la muerte de su marido en 201 EC.

Hace unos años  en mis entradas relativas a Japón, comencé una serie sobre la mujer en Japón. Entonces tomé tres películas realizadas  por tres directores distintos:   aquí la primera (retrata a la mujer a principios del S XX) , aquí la segunda (a la Mujer alr. de 1690, durante el tercer Shogunato que fue muy represivo para la mujer) y aquí la tercera (que retrata a la mujer actual)

Japón estuvo gobernada desde 1192 hasta 1867 por los guerreros samurays de tres shogunatos: Primero el de Kamakura que duró 141 años, luego el de Ashikaga de 277 años y posteriormente, el  de Tokugawa (con capital en Edo)  que se extendió por el lapso de unos 264 años. En todo este tiempo casi 7 siglos, Japón fue gobernada por  clanes guerreros. Una sola vez de 1333 a 1336, hubo un intento de restaurar la monarquía, como la había habido antes de que los militares usurparan el poder, cosa que no pudo lograrse hasta la Restauración Meiji en 1867 que marcó el fin de la era de los Shogunatos.

Durante el Shogunato de Kamakura, existió un tipo de mujer especial de la que no he hablado antes, la mujer guerrera "Onna-bugeisha":  

La Onna-bugeisha ("artista marcial femenino") era un tipo de mujer guerrera  que pertenecía a la nobleza japonesa. Estas mujeres participaron en la batalla, comúnmente junto a los hombres samurai. Eran miembros de la clase bushi (samurai) en el Japón feudal y fueron entrenadas en el uso de armas para proteger su hogar, familia y honor en tiempos de guerra.

Mucho antes de la aparición de la famosa clase de samuráis, e incluso, del Primer Shogunato,  los combatientes japoneses estaban altamente entrenados para empuñar una espada y una lanza. Las mujeres aprendieron a usar naginata, kaiken y el arte de tantojutsu en la batalla. Tal entrenamiento aseguraba la protección en comunidades que carecían de combatientes masculinos. 

Una de esas muchas mujeres, más tarde conocida como la Emperatriz Jingu (c:a 169-269 EC), usó sus habilidades para inspirar el cambio económico y social. Fue legendariamente reconocida como la onna bugeisha que lideró la invasión de Corea en el año 200 EC después de que su esposo, el Emperador Chūai, el décimo cuarto emperador de Japón, fuera asesinado en la batalla. 

La historia real de la emperatriz Jingū, que fue un personaje histórico no cabe duda,   se mezcla con  la leyenda. Hasta principios del Siglo XX, era considerada una figura totalmente histórica y  décimo quinto   Gobernante del Japón imperial.   Desde entonces, su historicidad ha sido re-evaluada, siendo Jingū   eliminada del orden tradicional de sucesión, cierto es que  para los gobernantes masculinos de la época, también fallan las fuentes históricas pero  no por  eso han sido removidos.


 Empress Jingū,  por Okinaga-Tarashihime no Mikoto, 1326. 
Colection  del Templo de Aka-ana Hachimangū, Shimane Prefecture.


Según la leyenda, la Emperatriz Jingū  dirigió milagrosamente una conquista japonesa de Corea sin derramar una gota de sangre. A pesar de las controversias que rodearon su existencia y sus logros, ella fue un buen ejemplo de onna bugeisha.  

Siglos después de su muerte, Jingū fue capaz de trascender las estructuras socio-económicas vigentes en el  Japón de la época. En 1881, la emperatriz Jingū se convirtió en la primera mujer en aparecer en un billete de banco japonés. Diseñada para detener la falsificación, su imagen se imprimió en papel oblongo.

                                                                Yen con la imagen de la Emperatriz Jingū, 1881

Durante períodos de Heian tardío (798- 1185) y Kamakura ( 1185–1333), que fue el período del Shogunato Kamakura y la emergencia del guerrero samurai,  las mujeres cobraron preeminencia  en el campo de batalla.   

Esto cambió  durante el Shogunato Tokugawa (1600-1868), también  conocido como período Edo. Debido a la influencia de la filosofía neo- confuciana (en especial la de Kaibara Ekiken y su manual de cómo debían comportarse las mujeres)  y al lucrativo mercado  del matrimonio,  el estado de la onna-bugeisha disminuyó significativamente. También la función de los maridos de las Onna-bugeisha cambiaron.  Los  guerreros Samurai ya no estaban preocupados por las batallas y la guerra,  se habían convertido en  burócratas. Las mujeres, específicamente hijas de la mayoría de los hogares de clase alta, pronto fueron peones de sueños de éxito y poder. Los ideales de valentía y altruismo fueron reemplazados gradualmente por una obediencia civil silenciosa y pasiva.


Emperadora Jingū, impresión en bloque de madera por Yoshitoshi Tsukioka (1880)



                                                                      Onna-bugeisha empuñando el arma naginata




9 comments:

Ester said...

He retomado un poco las historia para seguirla bien, Siempre es tan interesante lo que nos cuentas. Un abrazo

manouche said...

gracias aprendernoos tantas cosas

Rosana Martí said...

Una historia muy interesante, se aprende mucho a tu lado. Abrazos y feliz semana.

Cayetano said...

Mujeres guerreras en Japón. Y hasta alguna apareciendo en billetes de banco. Cómo ha cambiado la historia.
Un abrazo, Myriam.

Javier Rodríguez Albuquerque said...

Sí, yo también he tenido que repasar para ponerme al día.
Como siempre, muy interesante y ejemplar.
Musu handi bat.

Neogeminis Mónica Frau said...

Muy interesante articulo. Gracias
=)

doctorvitamorte said...

La cultura japonesa siempre me ha parecido fascinante. Ahora con toda la documentación que nos das, el conocimiento refuerza la fascinación.

Pedro Ojeda Escudero said...

¿Alguna vez seremos capaces de entender la historia de la humanidad como un todo? Lo digo por nuestro desconocimiento de aquella tierra. Gracias.
Besos.

Ele Bergón said...

Estas entradas tuyas tan interesantes, hay que leerlas muy despacio, pues aportan cantidad de información de otros pueblos, otros lugares que me resultan desconocidos. Volveré a ellas

Besos