Wednesday, May 3, 2017

Jumbo, la ranita de mi hija (y madre de mis cuatro nietas)


Jumbo se llama  la ranita  que mi hija tiene consigo  desde sus 5 años  y que pueden apreciar en esta foto de cabecera que ella me envió por WhatsApp hace unos días  desteñida porque tiene nada menos que 33 años y múltiples mudanzas intercontinentales. Por entonces, vivíamos en Estocolmo, Suecia, dónde mi hija nació y pasó sus primeros años de infancia hasta que ella y yo -divorciada de su padre- nos trasladamos a vivir en Buenos Aires, Argentina en 1987.
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Corría el año 1984 y habíamos estado de visita en Argentina, no sólo en Buenos Aires,  también en el Sur: en Neuquén primero  y luego en Mendoza. Fue justamente volviendo de Mendoza para Buenos Aires que haciendo tiempo en el aeropuerto  antes de embarcar, visitamos la juguetería que allí había. Yo quería regalarle un juguete a mi hija  que le expresara mi cariño y agradecimiento  porque se estaba portando tan bien  y pronto  nos tocaría volver a casa en un largo viaje de 13 horas hasta  París, espera y trasbordo,  y dos horas más a Estocolmo.  En la vitrina, recuerdo, había muñecas de tamaño mediano que cualquier niña hubiera deseado tener,   un gran oso de peluche precioso y varias cajas de  juegos. Le pregunté entonces que regalo  de todo lo que veía quería  y ella muy decidida señaló una casi invisible ranita de pana verde y amarilla rellena de arroz  a la que yo consideré  insignificante por lo que sorprendida, volví a preguntarle si estaba realmente segura, si no prefería la muñeca, el oso o alguno de los juegos;  quería hacerle un gran regalo proporcional, pensaba yo, a lo bien que se estaba  portando, pero ella con mucha firmeza  insistió en la ranita.  Y la ranita Jumbo, como  la bautizó,  se vino pues, con nosotras.
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Ya en el avión de Air France,  Jumbo, juguetona, se fue de paseo por la nave y desapareció.  La buscamos sin éxito cerca nuestro y mi hija, al ver que la había perdido, se largó a llorar con un desconsuelo que partía el alma.  Angustiada por el genuino dolor de la niña, pedí  ayuda a las azafatas que lanzaron  su búsqueda y captura por todo el avión  vía micrófono en varios idiomas,  pidiendo la colaboración de los pasajeros que alarmados porque una rana estaba suelta en el avión -la creyeron de verdad- sin chistar  empezaron a buscarla, al cabo de un largo rato  apareció Jumbo  en Primera Clase, la muy oronda.  Las azafatas informaron de su aparición y agradecieron la amable colaboración del pasaje que estalló en una gran carcajada, o muchas, a decir verdad,  y el viaje se impregnó de un ambiente festivo, ¡tamaña aparición había de celebrarse!. Desde entonces, Jumbo, juiciosa,  no se ha apartado de mi hija y a los hechos me remito,  treinta y tres años han pasado y aquí sigue.


21 comments:

Cayetano said...

Lo de mi hijo mayor era el "Gusiluz". Juguetes de la infancia que se convierten en talismanes, amuletos, fetiches o algo más. Y no tan de la infancia. Nosotros tuvimos a "Pelococo", un muñeco de trapo que debe andar por la treintena, desaparecido temporalmente, y que reapareció milagrosamente en nuestra última mudanza. Y hoy sigue con nosotros.
Sobre lo del avión... a otros pasajeros los han hecho bajar por menores motivos. Tuvisteis suerte con la tripulación que os tocó. Jejeje.
Un abrazo, Myriam.

Javier Rodríguez Albuquerque said...

Mi hija tiene una sábana de cuando era un bebé. Está tan desgastada que da miedo meterla en la lavadora :-)
Musu handi bat.

Emilio Manuel said...

Son esos recuerdos de aquellos jóvenes padres, hoy abuelos, lo que nos hace rejuvenecer.

Un abrazo.

Ester said...

Entrañable y tierna historia, de una ranita viajera. Tu la encontraste, mi peque tenia un muñeco que metí en la lavadora y salio vacío y delgado, su disgusto ya lo imaginas, su padre se fue de tiendas hasta que encontró uno igual, pero ella siguió amando al delgadito que yo reparé como pude. Esos juguetes que acompañan siempre son tesoros. Un abrazo

Colotordoc said...

Yo tuve un Popeye con cabeza de goma y cuerpo de trapo durante casi 40 años. Se perdió en la mudanza a España...

Besote

Bertha said...

En este tiempo si esto sucede en vez de sonrisas la gente se hubiera alarmado muchísimo.-Cuanto se echa en falta esa complicidad y tranquilidad verdad?.

La que era de peluches y a cual más raro era mi hermana la cuarta, contra más descalabrado mejor y una de sus hijas que por cierto reside en Dinamarca es exactamente igual.

Como ha pasado el tiempo 33 años y son anédoctas que siempre sacan una sonrisa.

Feliz día Myriam.

Ambar said...

Bonita reacción la de los pasajeros, es probable que esa sea una de las razones por la que tu hija no haya vuelto a perder a su rana.
Yo aún conservo un osito de peluche con el que dormía uno de mis hijos. Nunca me decido a tirarlo a pesar de que él ( los chicos son así) no quiso llevárselo el día que se casó.
Besos

Maripaz said...

Una ranita viajera y compañera de fatigas. ¡Que emotivo!
Personalmente me gusta dar vida a los objetos y me encariño con ellos.
Muy bonito.
Besos.

emejota said...

Un lindo recuerdo. A mi nieta de 12 años le ocurre lo mismo que a tu hija y mira que el pobre peluche está en las últimas. Lo acabaremos poniendo en un marco, para que lo recuerde. ¡Ay los afectos!

Genín said...

Es raro que alguna de tus nietas no la haya tomado en propiedad... :)
Besos y salud

Mari-Pi-R said...

Estos son los buenos recuerdos, yo todavía conservo algunas pequeñas muñecas.
Besos.

chusa said...

qué preciosa historia de tu vida nos has contado querida Myriam. La sensibilidad y decisión de tu hija me ha emocionado, me ha recordado a mi niña, también grande ahora, que siempre se fijaba en las simples cosas, les cogía cariño y les daba vida...esa ranita cuántas vivencias lleva, comprendo muy bien que tu hija no quiera jamás desprenderse de ella, el cariño que encierra...
observo que eres una peregrina del mundo, así sabes tantas cosas 🔆
Un abrazo enorme para ti hermosa

ELOY GONZÁLEZ CORRO said...

Una historia corta preciosa, con un ritmo y un estilo narrativo excelente. Ha sido un deleite su lectura incluida la moraleja que se deduce: "las cosas mas pequeñas, a veces son las mas importantes de la vida.

Janeth said...

Preciosa historia Myriam, una ranita muy persistente, ahora un recuerdo para ti, y tu ahora adulta hija, madre de cuatro niños hermosos,...La vida cambia, en muchos aspectos, pero otras cosas no mucho, como la simpática ranita Jumbo....

Rita Turza said...

Preciosa historia. Yo todavía guardo un muñeco con el que han jugado mis hijos de cuando era pequeña. Y tengo dos peluches de mis hijos que han viajado con nosotros a todos los lados. Es como aferrarse a la vida para poder seguir caminando.

Un fuerte abrazo querida Myriam.

Chelo said...

¡Qué anécdota tan tierna, a la vez que divertida! Me has hecho sonreir imaginando a las azafatas del avión incitando la búsqueda de la ranita en todos los idiomas.
Dice mucho de ti, Myriam, que quisieras hacerle un regalo a tu hija por su buen comportamiento, y dice mucho de ella, también, que no eligiera un regalo grandioso.
¡Besos para las dos, o tres!

Paco Cuesta said...

No le quedaba más remedio que seguir vuestro trepidante ritmo, amen de hacer honor a su nombre.
Besos

Abejita de la Vega said...

La rana Jumbo era ya de la familia, había que buscarla.
Nuestra infancia despierta gracias a aquel juguete.
Besos Myriam y familia (incluida la rana)

Tatiana Aguilera said...

Tu hija vio en ese sencillo peluche algo que los adultos no vemos. Creemos que con grandes objetos los hacemos felices y ellos, nos enseñan que para ser feliz solo basta ver la magia de la simpleza.
Hermosa anécdota Myriam.

Abrazos.

María said...

jaja creo que esta Jumbo vuestra ha tenido una vida más azarosa que el propio Dumbo de Disney ... ; )
Qué haríamos las mamá humanas sin estos muñequitos quita miedos de nuestros peques ... porque además de mona esa ranita, está claro que se convirtió en alguien muy muy especial para tu hija a la vista de su longevidad jaja

Mil besos preciosa ... he venido en una carrera a agradecer tu visitaba del otro día para dejarme mimos en le blog ( no soy capaz de contestar y voy a paso tortuga pero en fin...) me gusta más zascandilear por vuestros blogs cuando tengo un ratito, aunque siempre termine apareciendo como vuestra Jumbo ; ) ah! y prometo fervientemente leerme la siguiente entrada que aunque tiene muy buena pinta es de las que requiere un poquito de tiempo y calma ... viajaré con tu otro viajero de arriba, palabra ! ; )


Mil y miles de besos mi querida MYR y muy feliz finde...


Y ya para mañana muchísimas felicidades ¡¡mami por partida quíntuple!! 🌹 ; )

Pedro Ojeda Escudero said...

Y yo, que no tengo ningún recuerdo de la infancia...
Besos.