“No eres una sola persona y no tienes una sola historia, y ni tu cara
ni tu oficio ni las demás circunstancias
de tu vida pasada o presente permanecen
invariables. El pasado se mueve y los espejos son imprevisibles. Cada mañana
despiertas creyendo ser el mismo que la noche anterior y reconociendo en el
espejo una cara idéntica, pero a veces
en el sueño te han trastornado jirones crueles de dolor o pasiones antiguas que
dan a la mañana una luz ligeramente turbia, y esa cara que parece la misma está cambiando siempre,
modificada a cada minuto por el tiempo,
como una concha por el roce de la arena y los golpes y sales del mar. A cada instante, aunque te
mantengas inmóvil, estás cambiando de lugar y de tiempo gracias a infinitesimales
descargas químicas en las que consisten tu imaginación y tu conciencia” (P375).
No lo soy, no soy la misma ni tengo una misma historia, mi pasado se ha ido acomodando por los rincones añejos
de mi memoria en los que en paz reposa ahora y esas noches con sueños
trastornados y girones de dolor han quedado, de momento atrás. Han sido muchos
años de múltiples destierros, múltiples vidas, múltiples aprendizajes en un peregrinar por el mundo sin destino
fijo, pero siempre creciendo. De momento, digo, han quedado atrás, y por ello doy gracias a la Vida, porque nunca
sabemos que nos depara el futuro y si tengo que empacar de nuevo a un viaje sin
retorno. Aunque, es cierto, el
equipaje es muy liviano: no cargo más
peso que el de mi conciencia (y mis documentos y algo de dinero), sabiendo que
siempre he sido fiel a mis principios y he respondido cuando he sido llamada,
nunca he negado ayuda. Hoy, puedo
penetrar en ese laberinto de espejos y
llegar al fondo de mi misma, sin miedo, porque sé que Yo Soy la que Soy y la Serenidad crece, finalmente, en mí. Y sin
embargo, otros pueden llegar y decirme que no soy yo quien creo ser, sino lo
que ellos me señalan y puede que me
quieran obligar también a usar un distintivo. Alguien
me dijo una vez que si el antisemitismo no hubiera existido, la mayoría
de judíos poco o nada religiosos nos
hubiéramos ido asimilando, tanto como lo estaba Hans Meyer en Austria, Hans
Meyer –que luego y por siempre, se llamó Jean Améry- a quien los Nazis
detuvieron en mayo de 1943 o como lo
estaba Primo Levy en Italia, detenido
unos meses después. Ninguno de ellos era
religioso. Hans Meyer y Primo Levy -como infinidad de otros en Europa- fueron marcados como “Jude” con una estrella
amarilla a partir de las ignominiosas leyes
nazis de Nuremberg de 1935 -más aún después de la invasión alemana en Polonia en
1939 y por decreto firmado, desde el 19
de Sept de 1941, el mismo día en el que
en el frente ruso comenzaba el sitio de
Leningrado- y les fue tatuado a Hans
Meyer y a Primo Levy un número en un
brazo después de internados en los
Campos de Exterminio, entonces supieron que no eran lo que habían creído ser, sino lo
que otros habían decretado que serían. Ellos, como tantos otros que dejaron de Ser en esos campos. Por
eso, entre el Tú eres y el Yo soy, siempre debe existir el Nosotros, siendo
como somos todos hijos de la Madre Tierra.
Contribución a la lectura colectiva virtual que hacemos bajo la conducción
de
Citas del texto
en color verde, enlaces en color azul.
Antonio Muñoz
Molina, "Sefarad", Ed. Círculo
de Lectores S.A. Barcelona, España, 2001
10 comments:
Me encanta Muñoz Molina, pero esta obra no la conozco, me imagino que será interesante como todo lo que hace este autor.
Me encanto!!!!! Tu ensayo. Excelente. Te felicito! Un Besote grande!
Es algo terrible que un semejante decrete para quienes el elija, no SER...
Besos y salud
Se nota que este libro te ha llegado muy dentro, a ese yo interno que ya has descubierto, en ti.
Como al resto de tus comentaristas, me han encantado tus palabras.
Un abrazo
Y gracias que tu pasado lo has ido acomodando en esos rincones de tu memoria...Cuando de niña escuchaba a mis abuelos que eran maestros contar los sobresaltos e injusticias y sobre todo como bien apuntas esa forma de manipular a las personas por ser de una creencia o simplemente por nacer en una región.Estoy contigo a lo largo de la vida cada vez el equipaje tiene que ser más ligero y sobre todo esa conciencia que es, lo que nadie nos puede arrebatar.
Una reflexión preciosa y un buen soporte para esta estupenda novela.Que aunque la he leído siempre se quedan rincones sin ver.Y gracias a esta lectura guiada los estoy viendo y disfrutando.Muchas gracias a todos y al profe que debe de estar con una sonrisa de oreja a oreja:)
Un fuerte abrazo viajera.
No ser...no existir...Solo por decreto...Y a discreción...Terrible
Besote guapa
Todos somos hijos de la tierra, gran post.
Estoy totalment de acuerdo con el tono y el pensamiento de esta entrada tuya, Myriam.
En efecto, dentro de nuestro yo siempre hay un nosotros al que debemos dar testimonio.
Besos y gracias.
Fundirse con la lectura, con los personajes, encontrar tanto de los otros en nosotros.
María del Carmen: Bienvenida a mi blog y muchas gracias por tu comentario. Saludos
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