Felicito
con Mabel, la amante: Una relación Quid pro Quo, o, do ut des, en la que existe una
transacción comercial recíproca, te doy
para que me des. El contrato de ellos
es claro y es en parte hablado y
en parte tácito (o hablado en parte sin que lo sepamos). Ella
finge quererlo y darle sexo (en
efecto, era juguetona y “cariñosa y dicharachera” con él,
apodándolo “viejito” (por ej. P45);
él por su parte, le pagaba la
casa y los gastos de manera constante y puntual (P43). Un acuerdo entre adultos consensuado en el
que ella
obtiene la ilusión de seguridad y él la
ilusión de amor.
Desde que la vio en el estadio de Fútbol, Felicito quedó “turulato”, como dice su
amigo Colorado Vignolo, cosa que él
confirma ¿babeando? J: ¡Es lindísima! pero da un respingo cuando Colorado le dice
que clase de mujer es: “¿Me está diciendo, compadre, que esa ricura es una puta?” Su amigo le aclara: “dije que tira, no
que putee. Tirar y putear son cosas distintas, coleguita. Mabel es una cortesana, o algo así” (P42). Una diferencia importante ésta, que le
sirvió a Felicito para auto-engañarse dando un viso de
respetabilidad al asunto, eso sumado al hecho
de que ella se hizo rogar como tres meses, de florcita va, florcita
viene y algunos paseitos. Al
principio de parte de Felícito hubo
mucha pasión y la veía dos o tres veces por semana. Pero con el tiempo, “el fuego de la pasión había ido
declinando” y después de ocho años, la veía una vez por semana, los viernes al
salir de la oficina. Formaba parte del
contrato, la exigencia de ella de
que Felícito nunca le preguntara por su pasado y nunca le
hiciera una escena de celos,
igualmente, lo de la concertación de
los días que él iba a verla: “En ocho años jamás se había presentado de improviso en la casita de Castilla” (P43). Y él no era tonto, sabía que
ella era joven, alegre, y se decía a sí
mismo que Mabel “tenía derecho a
divertirse” (P44). Recién
cuando él está mal con el asunto de la primera
carta extorsiva, rompe esta regla y ella
se desocupa e igual lo recibe
tras un “¿Tú por aquí?, ¿Hoy, a
estas horas?” por saludo
(P90). La creciente ansiedad
de Felicito la tenemos bien señalada en que teniendo relaciones sexuales, apenas
la penetró, eyaculó (P91, P92)
igualmente, se muestra cariñoso con ella acariciándole los cabellos y
asegurándole cuánto la ama: “tu eres la única mujer que he querido de
verdad” (P92).
Con todo este asunto de las cartas y la extorsión
Felícito tiene in crescendo
sentimientos de impotencia y está
cada vez, más angustiado que
antes, porque ahora “Lo asaltaban
temores, una sensación de catástrofe, y,
sobre todo, la amargura de sentirse inútil e impotente frente a lo que
ocurría (…)” (P56) Estos
sentimientos están en consonancia, también aquí, con su actuación sexual. Cuando
visita a Mabel en una ocasión, no pudo ni siquiera tener una erección, su sexo “no
dio el menor indicio de endurecerse” (P45), algo completamente lógico ante tales
sentimientos, pues, no somos máquinas, ningún varón lo es. En este aspecto, las
mujeres incluso “somos más afortunadas” porque, si lo deseamos, podríamos
fingir un orgasmo, cosa que el varón no puede hacer. MVLL lo pone de manifiesto muy claramente con este
personaje porque es absolutamente
plausible que una cosa así suceda ante
tanto estrés, que ni sus ejercicios de QI gong, en los que respiraba
profundo y buscaba su centro, lo
ayudaban a relajarse. Lo raro sería que
no sucediera. Esto no significa de ninguna manera que Felícito fuera impotente
sexualmente (O que tuviera una disfunción sexual eréctil) sino que su cuerpo reaccionaba,
simplemente, en consonancia con su mente.
Con Mabel recién se enteró Felícito de que el
sexo podía ser algo hermoso (P44), se fue enamorando de ella: “-Nunca en mi vida he sido tan feliz-
le confesó Felícito. Arrodillándose y
besándole las manos- Hasta ahora yo no sabía lo que era gozar, te lo juro”“ (P 43), “Yo te quiero a ti más que a nadie en el
mundo” (P46) El Sgto Litiuma
pensaba que Felícito “estaba templado hasta los tuétanos” por
ella (P79) Felícito se mostraba cariñoso con Mabel (P48) y protector (P49)
por lo que, la traición doble –más por ella que por el hijo espurio (P270)-
fue para él como una “cruz pesada” que sólo alivianaba en el desahogo verbal dónde su amiga la santera (P364) y tanto con el hijo (Ps 348 a 352) como con ella (Ps 354 a 358) rompe la relación con la frialdad
y precisión de un cirujano, hasta tal punto que al buenote del Sgto Liuma,
testigo de su charla con Miguel en la Cárcel, se le heló la
sangre (P352).
Mabel había empezado a salir con el hijo-no
hijo de Felícito (que bien podría haber sido suyo si lo hubiera querido, aun no
siendo su padre biológico) sin saber,
ni sospechar siquiera, que
Felícito era el padre; cuando lo supo
quiso cortar la relación, pero Miguel, que era manipulador, la extorsionó con
que la delataría ante el padre. Por eso, accedió a simular el secuestro,
suponiendo que Felícito no sería
tan testarudo (P216) y pagaría el
recate. Cuando Mabel fue “secuestrada” Felicito se puso líbido ojeroso,
abriendo la boca en una expresión idiota y los ojos de espanto (P129) pero aun así, no dio su brazo a torcer y los
policías entre copa y copa, porque “Había sufrido un quebranto terrible y
el alcohol le contenía las ganas de
la lloradera” (P147), con mucho esfuerzo logran convencerlo en un bar de que publique un anuncio simulando
que paga y así, finalmente lo hace. Un trabajo enorme se tomaron el
Capitán-Culo y el Sgto Lituma en convencerlo porque si por él hubiera sido no hubiera publicado la nota,
porque no pagaría aunque mataran a Mabel y él tuviera que suicidarse (P147).
Cuando, finalmente, es liberada, Felicito
se puso “eufórico, aliviado, feliz” (P178).
Mabel sopesa
los pros y los contras y las posibilidades de salir mejor
parada en uno u otro caso, decide al final cooperar con la policía en la investigación y denuncia a
Miguel, lamentando profundamente haberse
metido en ese enredo (Ps 210 a 231).
Ella había en el pasado fantaseado con la idea de que si se empeñaba, Felícito podría
dejar a su mujer para casarse con ella ya que Mabel
la veía “Como una chola rechoncha que se parecía más a un cuco que
a un ser humano” (P212), pero hecho lo hecho, perdió todo, porque
llegados a este punto, Felicito fue inflexible y de nada le valieron sus
lágrimas de cocodrilo (P356); fue lapidario y... en memoria de su padre y del mandato paterno, vector de su vida, ¿cómo iba a dejarse pisotear?: “Si queriéndome me hiciste lo que sabemos, qué hubieras
hecho si me hubieras odiado” (P357, P358).
Contribución a la lectura colectiva virtual que hacemos bajo la conducción de Pedro Ojeda desde su blog: La Acequia © Myriam Goldenberg
Nota: Citas del texto en
color verde; enlaces en color azul.
7 comments:
Excelente, Myriam. Esta relación, tan desigual en todo, estaba condenada al fracaso. Hasta el mismo Felícito lo sabía, pero el hombre necesitaba algo a lo que agarrarse sentimentalmente. Es curioso cómo salen Felícito y su mujer de toda esta historia, ¿verdad?
Besos.
Tiene que haber sido un jarro de agua fría enterarse de esa manera.
-Hasta el próximo jueves.Para seguir enterándome un poco más.
Un abrazo Myriam.
:)
Besos y salud
No fue la mejor manera de enterarse...Pero ya sabes, que en cuestiones del amor...
Besos El jueves vendré puntual
Muy buen resumen. Ando un poco lejana a mis blogs, de hecho entro ahora poco.
Te dejo un cálido abrazo
Felícito se construye su paraíso pero los paraísos siempre se escapan a la otra esquina. Una relación así tenía que hacer aguas por alguna parte.
A la vista de esta entrada, estoy deseando leer tu análisis en torno a Lucrecia y don Rigoberto. Te aconsejo que leas también la novela erótica "Los cuadernos de don Rigoberto". ¡Qué pareja!? ¿Y qué me dices del crío, de Fonchito?
Besos
En estos asuntos es muy importante el engaño a sí mismo. La conciencia queda tranquila, los temores desaparecen siempre que alguien o algo no nos haga despertar.
Besos
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