Los jóvenes Aura
Negretti y Fernando Cálpena: Eran
novios pero ella, al no tener noticias suyas
por largo tiempo y creyéndolo muerto, se casa con Zoilo, por imposición
y tejes y manejes familiares como veremos más adelante. Fernando toma muy mal este
rechazo suyo, que lo vive como una afrenta a su honor, y siendo un romántico empedernido, en la época
en que por desgracia muchos jóvenes (en
la vida real) seguían el ejemplo del libro que había alcanzado amplia difusión -“Las
desventuras del Joven Werther” de Goethe-
su madre y los amigos de su madre, temen que Fernando siga el ejemplo de
ese personaje que termina suicidándose (Carta XV entre otras). Por lo que los
amigos de la madre, Valvanera y Juan Antonio de Maltrana, arropan a Fernando en
su casa de campo en Villarcayo, Pcia de
Burgos, y lo supervisan amorosamente. Fernando, empero, en su correspondencia
con el que fuera su mentor el Cura Hillo, niega que esa sea una opción para él (Carta V):
“Ya habrás comprendido que no me pegué el tiro mortal ni tuve intención
de ello”, pero es
innegable que está muy triste y necesita saber que ha pasado con esta mujer
para que reaccionara como lo hizo, para poder así cerrar este amargo capítulo de su vida.
En la Carta I María Tirgo nos introduce a este personaje al hablar de las “calabazas”
que recibió “el” -como ella llama a Fernando- “sujeto”. Fernando en la Carta X, dirigida a su exnovia, de
forma desesperada, apela a su compasión y que por favor le responda por qué se casó tan rápido (con
Zoilo), que si estaba tan persuadida de su muerte, como para hacerlo, mostrando extrañeza porque “las
personas que verdaderamente aman, suelen resistirse a creer que han perdido su
bien”. “Más quiero la desesperación que la duda; más quiero un golpe
mortífero de la verdad que el consuelo de esperanzas mentirosas” y termina la misiva
con un deseo de venganza si ella no accediera a sus ruegos: “Pido a
Dios que, si no me respondes claramente, nunca tengas paz”. Ella no le responde. Sabemos
que Fernando ha ido a Bilbao a la casa de ella, por su relato al cura Hillo en la Carta V, en
una búsqueda infructuosa, porque no encuentra ni a ella ni a sus padres “que
se han marchado”. Visita después de la cual, trató Fernando
de arrancarse del corazón “la raíz
doliente”. También hace averiguaciones
a través de su amigo Uhagón (Cartas VI y XIV) quien primero le dice que
la parejita de Aura y Zoilo han sido vistos “como dos tórtolos que en
medio del fuego se arrullaban” y le aconseja que
la olvide y eche tierra al asunto; luego, se desdice –habiendo recabado más
información- y le asegura a Fernando que hubo “coacción horrible y un “complot
pérfido” armado por la familia de ella: “que la
muñidora del precipitado casorio había sido al esposa de Negretti, marimacho
arriscado y astuto que lleva el nombre de Prudencia” (la madre de Aura, otro tipo de mujer que se me pasó
comentar en la
parte A- de mi aporte). Udahón avisa, entonces, a Fernando que Aura, quien se escapara, está buscándolo y que por eso, va rumbo a La Guardia
(Carta XIV): “Y la niña se les escapa; corre sola por esos caminos, buscando en la
Guardia donde cree encontrara su bien,
su solución…..”(dónde cree que está Fernando).
El Churri, que va en busca de Fernando para hablarle
del tema -primo carnal del que se casó con al exnovia de Fernando- cree que no obstante Aura se ha casado con ese malévolo encantador de
serpientes (ver abajo apartado siguiente) “Fernando podría fácilmente romper
ese poder de encantamiento con que el primo tiene aprisionada en sus redes
maléficas la voluntad de Aura y volverla a su ser propio”. Fernando se
siente tentado de hacerlo, pero de las ganas no sale: “¡Tentación irresistible!. Díjele (al
Churri) que
lo pensaría, y que volviese” y agrega, “Estoy loco. Las brasas que quedaban
entre las cenizas se han avivado y ya son llamas otra vez. Quiero apagar, y no
puedo…” (Carta VI).
El orgullo de “macho herido” o mejor dicho, su
afrenta al ego, en Fernando (Carta V)
salta a nuestra vista en lo que escribe Fernando
al cura Hillo, quien fuera su mentor, cuando
le relata lo de “su atroz caída” y “la
catástasis” (bien dramática la cosa, como podemos
observar) y posterior “catástrofe” de
sus intenciones, temas a los cuales no le hace gracia volver porque, según Fernando le dice al cura, “aún no se ha
disipado la turbación que en mi alma produjeron, ni el despecho rencoroso,
ni la vergüenza, que vergüenza he sentido y siento de tan
inaudito desaire” y le repugna hablar de su caída “de
dignidad”. Carece de voluntad (igualito que los “diputados que
dicen si y no según las órdenes del Gobierno”) encerrado como está “en este limbo en donde la
autoridad me confina” (la casa de los Maltrana en Villarcayo). Y
si el cura insiste, Fernando le pintará su “caricatura” pero después de
que su “espíritu
se sosiegue” y que su “amor propio se cure sus heridas….”. En
Carta VII insiste Fernando en que la “resignación” que le recomienda el cura
Hillo no es “una virtud caballeresca” y que suprimiendo “la ley del honor”,
no queda nada. También alude
en esa carta al hecho de que está preso “y no puede
salir de su dulce cárcel”, (referido a que no puede recibir al padre de
Valvavera, que resultó no estar muerto). Y Valvanera y Juan Antonio, es cierto, harán
todo lo posible para que Fernando no se vuelva a encontrar con ninguno de los
de Bilbao (Cartas IX, XIX, XXXI y XXXIX).
En la Carta VI tomamos nota del egoísmo e inmadurez de Fernando (de 26 años) que solo piensa en sí,
cuando refiere al Cura Hillo, que está “de malas”, con “murria”, “negra,
sofocante” porque la noble familia (que lo alberga) está “más atenta a
su dolor que al mío, me deja solo” (cuando creían ellos que el padre de
Valvanera, la anfitriona, había fallecido). Fernando sigue en la “cavilación
tétrica que le caldea los sesos” enroscado en saber si Aura lo ha
traicionado o si fue una vil maquinación por parte de la familia. Fernando fue a Bilbao a casa de los Arratia
pero no pudo conseguir información porque “huyeron”, tampoco estaban ahí los
padres de Aura. Luego sí consigue Fernando información a través de su amigo
Uhagón, como hemos dicho antes.
El cura P. Hillo en Carta XI aconseja a Fernando olvidarse del asunto y le resta la importancia
dramática que le confiere Fernando: “¡Niño por Dios! Hasta en el teatro apestan estas
cosas”. “Llegaste al fin, pero llegaste tarde……….” “Pues, amigo, aprende para otra vez y da el negocio por
concluido” “y aquí paz y después gloria”, etc, etc. La solución está
según el cura, “dando media vuelta el galán”, en el desprecio y el olvido. Y al final de cuentas, es lo que hace Fernando
después de haberse lamido las heridas y
de haber logrado averiguar hasta cierto
punto, lo que pasó con Aura y el porqué de lo que hizo; incluso llegó a saber de su huida y eventual muerte, de ser ella tal como parece, la mujer que lo andaba buscando.
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Aura Negretti y Zoilo Arratia: Fernando
relata al cura Hillo, las revelaciones de Churi, primo carnal de Zoilo,
(Carta VI), según las cuales a Aura “la
trastornó ese pillo de Zoilo, bigardón dotado de una formidable terquedad
vizcaína y con esa fuerza de terquedad que es como el poder que gozan los
magnetizadores y taumaturgos, reduce a esclavitud a cuantas personas caen bajo su domino” (Observar que: describe a un tipo de
personalidad psicópatica; el típico
encantador que atrapa a una mujer con una carencia afectiva para usarla como víctima, cebarse en ella, y destrozarla). Aura, según lo investigado por Uhagón (Cartas VI y XIV)
al darse cuenta del atroz engaño de la familia, “se volvió loca, es decir, loca
enteramente no: llamémoslo trastorno, rabia, furor insano contra sus embaucadores”
y pudo más su “energía expansiva” y “su furia de libertad” que se les escapa del
encierro en que la familia la había confinado y “todos los Arratia se lanzaron en su
búsqueda”. Sabemos por la carta de
Gracia a Fernando (Carta XXIII) que probablemente Aura, sea la mujer “mal
trajeada, descalza, rendida de cansancio, sucia y cubierta de polvo” que
en compañía de “dos ombres de mala traza” fue a buscarlo a La Guardia y
luego, por las investigaciones de Demetria que envió un criado a seguirla, que
se puso mala y fue internada en el Hospital como paciente anónimo. Más tarde
sabremos por el criado Sabas (Carta XXV, desde Miranda del Ebro) a quien
Fernando le había hecho el encargo de averiguar sobre esa mujer, que ella
murió en el hospital, y fue enterrada
sin haberse confirmado la identidad, siendo que Sabas, por más veloz que fuera
en su cabalgata, llegara ya cuando “acaban de darle sepultura”.
Por lo que dicen unos y otros (Cartas IV, XIV, XVI), se da entender
que esta pareja unida en contra de la voluntad de ella y por medio de engaños y
manipulaciones, nunca fue aceptada por Aura, incluso rechazada de forma
violenta. En la Carta XXXIX Zoilo se llega hasta donde estaba viviendo Fernando
y trata, infructuosamente de hablar con él. Valvanera ha logrado impedirlo.
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Idelfonso Negretti de Bilbao, está
casado, pues, con esta “joyita” de mujer, Prudencia, según la apreciación de Uhagón (Carta VI) y que Fernando
relata al cura Hillo: Idelfonso, pobre hombre,
“paralítico, desquiciado de la voluntad y el entendimiento, era hombre
al agua”. Bueno, este hombre ido
posiblemente con lo que supongo podría ser alguna demencia senil, ha preferido
escaparse por la tangente de la enfermedad, que seguir soportando a esa mujer mandona
y manipuladora que tenía por esposa, al menos
ahora, aunque aún esté en este
mundo todavía, reposa en el santo limbo de la babia.
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Demetria de Castro-Amézaga y Fernando Cálpena: Por
empezar, en Carta I, nos dice Maria Tirgo
que Juana Teresa sospecha de que Demetria tiene otro amor (por la negativa que le dio a
la propuesta marital de su hijo Rodriguito). Demetria se preocupa por el
bienestar de Fernando: como lo señala María Tirgo en Carta I: “pues al oír
la noticia (del suicidio de M.J. Larra) observé
que Demetria palidecía”. También en
Carta IV según su tía manifiesta: “entiendo yo que Demetria ve más emparentado al Don Fernando con el personaje de esta historia (Werther)… que con el
melancólico y desesperado muerto de Madrid (Larra)”. Fernando reviste para Demetria
características de héroe, paladín – y por lo tanto, idealizado- porque sin ni siquiera conocerlas, ha sido él,
Fernando, quien la salvara a ella y a su hermana, del cautiverio en Oñate, (Cartas
IV y XVII), (en dónde perdieron la vida
sus padres).
Demetria en la esquela a Fernando adjuntada a Carta XVIII, si bien
responde a los tres pedidos que a través
de Fernando le hiciera Valvanera, con solicitud eficiente y de forma muy
concisa, muestra un delicado interés en Fernando en su justo punto: “Celebraré
que cuando el Sr. D. Fernando los coma (a los tirabeques que enviaba) se
encuentre ya bien derecho y con propósito firme de no volver a torcerse”. Y con respecto a la receta del dulce de tomate
agrega “y espero que Ud. que es tan goloso, se
chupará los dedos cuando le sirvan el tomate en dulce”. (Hay mucho erotismo insinuado en estos cándidos deseos).
Fernando por su parte, considera a Demetria (Carta
XIII) con “criterio superior” que le permite “discernir
claramente lo bueno de lo malo y lo sano de lo enfermo”, es decir, con un “discernimiento
seguro” (firme, maduro)
y él hasta el momento, no tiene posición social, ni dinero, ni apellido
ilustre, siendo como es “un inclusero”, se siente indigno de alguien
como ella (Carta V) a quien ve por encima de sus posibilidades.
Todo apunta en La estafeta romántica” a que ambos puedan –una
vez que Fernando haya gastado su lengua de tanto lamerse las heridas, y haya
recompuesto su maltratado ego- formalizar una relación amorosa. Su ego lo
recompondrá, como sabemos, al reconstruir su yo social con la fortuna que le entregará
su madre por medio de un Fideicomiso, algo que lo sacará de su “denigrante situación de
inclusero” (Cartas XXVI, XXIX, XXX, etc) y con la revelación del enigma de su ilustre
origen (Carta XXI) como fruto de un amor
prohibido pero rebosante de cucardas nobiliarias.
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Demetria de Castro-Amézaga y Rodriguito Urdaneta: esta es la unión que pretenden María
Tirgo, el cura hno de María (Carta XVIII) y Juana Teresa (Y Dn Rodrigo lo que Dña
Juana Teresa mande, por el bien de la paz del hogar). En Carta I tenemos ya la
primera negativa de Demetria a formalizar dicho enlace: “no he podido sacarle a
Demetria razones claras de su negativa”, tal como dice su tía María
Tirgo a su amiga Juana Teresa, y ha
observado la tía que “asoma por entre el tráfago de sus preocupaciones una
puntita de tristeza, pero la pícara se da prisa por meterla para adentro” que palideció según la tía, al enterarse del
suicido de Mariano José Larra, pensando
que podría ser Fernando. A pesar de que según dice el cura tío de Demetria a
Fernando: “pues reanudadas las negociaciones, hemos visto que presentan un excelente
cariz” (Carta XVIII) y que Juana Teresa lo confirme en Carta XX: “reanudadas
las negociaciones hace dos semanas, presentan un semblante lisonjero”. Por un lado Demetria
–presionada seguramente por la coacción que sus tíos y Juana Teresa ejercen sobre ella- explica que su negativa inicial no fue
desprecio sino que “se cree indigna de honor tan grande…” (Carta XX) mientras
que por otro, con habilidad, trata de ganar tiempo: “Dice la niña que le demos un par de meses para
determinarse…” (Carta XX). De
Rodriguito sólo sabemos que le escribe a
Demetria la carta que cita la madre,
pidiéndole por segunda vez a Demetria ser la Marquesa de Sariñán o sea, su
mujer, tragándose el orgullo de la primera negativa ¿Por imposición materna?
Quien sabe…. Todo sea, quizás, por preservar la paz del hogar y escaquearse de
encima a la “madre matraca”, que ya
sabemos el genio que se gasta.
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Gracia y Fernando: No hay tal relación en el plano sentimental, pues por más que ella se le insinúa (Papelito
adjunto a Carta XVIII y Carta XXIII con su puño y letra) “La que te
ama morirá de aburrida”, etc, etc., Fernando la ve sólo como a una niña (Carta XIII):
“A
Gracia si conviene atarla un poquito corto con sus tareas de lectura. Porque no
posee todavía el seguro discernimiento de su hermana”.
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Estas
son (1
y 2) las distintas relaciones
sentimentales de los personajes que se escriben cartas en “la Estafeta
romántica” de Benito Pérez Galdós (Episodios Nacionales 3ra Serie Nro 26) en España, en el año 1837, que muestra, como hemos visto, una variedad de modelos, reflejo de una época, pero con ciertas características
universales que podemos reconocer hoy en
día en algunas relaciones.
Contribución a la lectura colectiva virtual que hacemos bajo la conducción
de Pedro Ojeda desde su blog La Acequia. © Myriam Goldenberg
12 comments:
Los premios Nobel y escritores con talento siempre merecen la pena de leerse.
Bss
No es ninguna mala idea, un día que uno esté inspirado, con un cafelito calentito y mucha paz y relax, empezar desde el primer post y leerlo todo desde el principio y del tirón, yo creo que es lo que voy a hacer :))
Besos y salud
Myriam, estos aportes tuyos, sé que son fruto de un trabajo serio, sesudo, y que te has tomado como un desafío frente a la ignorancia que nos rodea.
Te admiro, pero no sólo por eso, sino por muchas cosas más.
Por ser una mujer peleona, vivaracha, porque aún pese a todos los golpes, sigues siendo un estandarte de cariño, poesía y aprendizaje, de modernidad en estos análisis.
Una mujer libre y liberada, y que pese a todo, intenta seguir siempre en la brecha, intentando entender en suma a la Humanidad.
He disfrutado muchísimo con cada una de tus conclusiones, con tu manera de modernizar y de intentar hacer renacer a nuestros clásicos.
Gracias por tu trabajo.
Creo que no se valora nunca lo suficiente a quienes siguen transitando e intentando hacerle comprender al mundo entero lo importante que es leer, analizar, y otorgarle al pasado y a sus clásicos nuevas relecturas que nos ayuden a entender el presente.
Por eso te quiero.
Y gracias de nuevo.
Besos.
Toc, toc, toc.
¿Se puede...?
:)
Estoy de vuelta.
Besos, querida Myr.
En este cruce de sentimientos, vigilados siempre por la sociedad y extremados por las modas, están muchas de las claves de la mirada crítica de don Benito.
Gracias, de nuevo, por tus aportaciones.
¡Tremendo análisis y trabajo Myriam!, no me queda más que felicitarte. Este ensayo requiere tiempo, esmerado estudio y analítico ojo para desentrañar la psicología de los personajes.Nuevamente te reitero mis felicitaciones.
Abrazos.
Myriam y sus persuasivos hilados a la historia en frasco literario.
Lo que no esconde en absoluto, aparte las tramas fernandiles, la delicadeza y humor con que se tejen las historias, si otros azares no las han destejido.
Me encanta leerte, Myriam
Mi abrazo
No cabe duda que sabes sacarle la esencia a estas cartas y sobre todo hilarlas con tanto acierto.Eran los conportamientos de la época mucho secretismo para cosas que no tenian más importancia.No hemos cambiado mucho aun se sigue teniendo estos tics.El miedo al que diran.
Un abrazo feliz finde.
No sólo un gran trabajo, sino que se ve que disfrutas con cada palabra.
Un beso.
Es curioso como el enfrentamiento entre parejas esta centrado en Pilar por un lado y Fernando por otro.
Un agradecido beso
Los conflictos entretejidos del alma conservan mucho su esencia a través de la historia. El microscopio de la psicología tiene una gigantesca prueba y muestra de campo y de laboratorio en la literatura que aquí se aprovecha al máximo.
Besos Myr!!!
Leídas 1 y 2. Qué gran trabajo, y qué bien has engarzado las cartas para pintarnos la imagen completa de esta historia de personajes, amores y maquinaciones. Qué bien vistos.
Gracias y saludos.
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