Thursday, November 28, 2013

B- Las relaciones sentimentales en La estafeta romántica, Episodios Nacionales Serie 3, 26, de Benito Pérez Galdós (2)


Los jóvenes Aura Negretti y Fernando Cálpena: Eran novios pero ella, al no tener noticias suyas  por largo tiempo y creyéndolo muerto, se casa con Zoilo, por imposición y tejes y manejes familiares como veremos  más adelante. Fernando toma muy mal este rechazo suyo, que lo vive como una afrenta a su honor,  y siendo un romántico empedernido, en la época en que  por desgracia muchos jóvenes (en la vida real) seguían el ejemplo del libro que había alcanzado amplia difusión -“Las desventuras del Joven Werther” de Goethe-  su madre y los amigos de su madre, temen que Fernando siga el ejemplo de ese personaje que termina suicidándose (Carta XV entre otras). Por lo que los amigos de la madre, Valvanera y Juan Antonio de Maltrana, arropan a Fernando en su casa de campo  en Villarcayo, Pcia de Burgos, y lo supervisan amorosamente. Fernando, empero, en su correspondencia con el que fuera su mentor el Cura Hillo,  niega que esa sea una opción para él (Carta V): “Ya habrás comprendido que no me pegué el tiro mortal ni tuve intención de ello”,  pero  es innegable que está  muy triste y  necesita saber que ha pasado con esta mujer para que reaccionara como lo hizo, para poder  así cerrar este amargo capítulo de su vida.

En la Carta I María  Tirgo  nos introduce a este personaje al hablar de  las “calabazas” que recibió “el” -como ella llama a Fernando-  “sujeto”. Fernando en la Carta X, dirigida a su exnovia,   de forma desesperada, apela a su compasión y que por favor  le responda por qué se casó tan rápido (con Zoilo), que si estaba tan persuadida de su muerte, como para hacerlo,  mostrando extrañeza porque “las personas que verdaderamente aman, suelen resistirse a creer que han perdido su bien”. “Más quiero la desesperación que la duda; más quiero un golpe mortífero de la verdad que el consuelo de esperanzas mentirosas” y termina la misiva  con un deseo de venganza si ella no accediera a sus ruegos: “Pido a Dios que, si no me respondes claramente, nunca tengas paz”. Ella no le responde.   Sabemos que Fernando ha ido a Bilbao a la casa de ella,  por su relato al cura Hillo en la Carta V, en una búsqueda infructuosa, porque no encuentra ni a ella ni a sus padres “que se han marchado”. Visita después de la cual, trató Fernando de  arrancarse del corazón “la raíz doliente”.  También hace averiguaciones  a través  de su amigo Uhagón  (Cartas VI y XIV) quien primero le dice que la parejita de Aura y Zoilo han sido vistos “como dos tórtolos que en medio del fuego se arrullaban” y le aconseja que la olvide y eche tierra al asunto; luego, se desdice –habiendo recabado más información- y le asegura a Fernando que hubo “coacción horrible y un “complot pérfido” armado por  la familia de ella: “que la muñidora del precipitado casorio había sido al esposa de Negretti, marimacho arriscado y astuto que lleva el nombre de Prudencia(la madre de Aura, otro tipo de mujer que se me pasó comentar en la parte A- de mi aporte). Udahón  avisa, entonces,  a Fernando que Aura, quien se escapara,  está buscándolo y que por eso, va rumbo a La Guardia (Carta XIV): “Y la niña se les escapa; corre sola por esos caminos, buscando en la Guardia  donde cree encontrara su bien, su solución…..”(dónde cree que está Fernando).

El Churri, que va en busca de Fernando para hablarle del tema -primo carnal del que se casó con al exnovia de Fernando- cree que no obstante Aura se ha casado con ese malévolo encantador de serpientes (ver abajo apartado siguiente) “Fernando podría fácilmente romper ese poder de encantamiento con que el primo tiene aprisionada en sus redes maléficas la voluntad de Aura y volverla a su ser propio”. Fernando se siente tentado de hacerlo, pero de las ganas no sale: “¡Tentación irresistible!. Díjele (al Churri) que lo pensaría, y que volviese” y agrega, “Estoy loco. Las brasas que quedaban entre las cenizas se han avivado y ya son llamas otra vez. Quiero apagar, y no puedo…”  (Carta VI).

El orgullo de “macho herido” o mejor dicho, su afrenta al ego, en  Fernando (Carta V) salta a nuestra vista en  lo que escribe Fernando al cura Hillo, quien fuera su mentor, cuando  le relata lo de “su atroz caída” y “la catástasis” (bien dramática la cosa, como podemos observar) y posterior  “catástrofe” de sus intenciones, temas a los cuales no le hace gracia volver porque, según  Fernando le dice al cura, “aún no se ha disipado la turbación que en mi alma produjeron, ni el despecho rencoroso, ni la vergüenza, que vergüenza he sentido y siento de tan inaudito desaire” y le repugna hablar de su caída de dignidad”. Carece de voluntad (igualito que los “diputados que dicen si y no según las órdenes del Gobierno”)  encerrado como está “en este limbo en donde la autoridad me confina” (la casa de los Maltrana en Villarcayo). Y si el cura insiste, Fernando le pintará su “caricatura” pero después de que su “espíritu se sosiegue” y que su amor propio se cure sus heridas….”. En Carta VII insiste Fernando   en que  la “resignación” que le recomienda el cura Hillo no es “una virtud caballeresca” y que suprimiendo la ley del honor”, no queda nada. También  alude en  esa carta al hecho de que está preso “y no puede salir de su dulce cárcel”, (referido a que no puede recibir al padre de Valvavera, que resultó no estar muerto).  Y Valvanera y Juan Antonio, es cierto, harán todo lo posible para que Fernando no se vuelva a encontrar con ninguno de los de Bilbao (Cartas IX, XIX, XXXI y XXXIX).

En la Carta VI tomamos nota del egoísmo e inmadurez  de Fernando (de 26 años) que solo piensa en sí, cuando refiere al Cura Hillo, que está “de malas”, con “murria”, “negra, sofocante” porque la noble familia (que lo alberga) está “más atenta a su dolor que al mío, me deja solo” (cuando creían ellos que el padre de Valvanera, la anfitriona, había fallecido). Fernando sigue  en la “cavilación  tétrica que le caldea los sesos” enroscado en saber si Aura lo ha traicionado o si fue una vil maquinación por parte de la familia.  Fernando fue a Bilbao a casa de los Arratia pero no pudo conseguir información porque “huyeron”, tampoco estaban ahí los padres de Aura. Luego sí consigue Fernando información a través de su amigo Uhagón, como hemos dicho antes.

El cura P. Hillo en Carta XI aconseja a Fernando  olvidarse del asunto y le resta la importancia dramática que le confiere Fernando: “¡Niño por Dios! Hasta en el teatro apestan estas cosas”. “Llegaste al fin, pero llegaste tarde……….” “Pues, amigo,  aprende para otra vez y da el negocio por concluido” “y aquí paz y después gloria”, etc, etc. La solución está según el cura, “dando media vuelta el galán”, en el desprecio y el olvido.  Y al final de cuentas, es lo que hace Fernando después de haberse lamido  las heridas y de haber logrado averiguar  hasta cierto punto, lo que pasó con Aura y el porqué de lo que hizo;  incluso  llegó a saber de su huida y   eventual muerte,  de ser ella tal como parece,  la mujer que lo andaba buscando.

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Aura Negretti y Zoilo Arratia: Fernando   relata al cura Hillo, las revelaciones de Churi, primo carnal de Zoilo, (Carta VI),  según las cuales  a Aura “la trastornó ese pillo de Zoilo, bigardón dotado de una formidable terquedad vizcaína y con esa fuerza de terquedad que es como el poder que gozan los magnetizadores y taumaturgos, reduce a esclavitud a  cuantas personas caen bajo su domino” (Observar que: describe a un tipo de personalidad psicópatica;  el típico encantador que atrapa a una mujer con una carencia afectiva para usarla como víctima, cebarse en ella,  y destrozarla).  Aura, según  lo investigado por Uhagón (Cartas VI y XIV) al darse cuenta del atroz engaño de la familia, “se volvió loca, es decir, loca enteramente no: llamémoslo trastorno, rabia, furor insano contra sus embaucadores” y pudo más su “energía expansiva” y “su furia de libertad” que se les escapa del encierro en que la familia la había confinado y “todos los Arratia se lanzaron en su búsqueda”. Sabemos por  la carta de Gracia a Fernando (Carta XXIII) que probablemente Aura, sea la mujer “mal trajeada, descalza, rendida de cansancio, sucia y cubierta de polvo” que en compañía de “dos ombres de mala traza” fue a buscarlo a La Guardia y luego, por las investigaciones de Demetria que envió un criado a seguirla, que se puso mala y fue internada en el Hospital como paciente anónimo. Más tarde sabremos por el criado Sabas (Carta XXV, desde Miranda del Ebro) a quien Fernando le había hecho el encargo de averiguar sobre esa mujer, que ella murió  en el hospital, y fue enterrada sin haberse confirmado la identidad, siendo que Sabas, por más veloz que fuera en su cabalgata, llegara ya cuando “acaban de darle sepultura”.  

Por lo que dicen unos y otros (Cartas IV, XIV, XVI), se da entender que esta pareja unida en contra de la voluntad de ella y por medio de engaños y manipulaciones, nunca fue aceptada por Aura, incluso rechazada de forma violenta. En la Carta XXXIX Zoilo se llega hasta donde estaba viviendo Fernando y trata, infructuosamente de hablar con él. Valvanera ha logrado impedirlo.

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Idelfonso Negretti  de Bilbao, está casado, pues, con esta “joyita” de mujer, Prudencia, según la  apreciación de Uhagón (Carta VI) y que Fernando relata al cura Hillo:  Idelfonso, pobre hombre, “paralítico, desquiciado de la voluntad y el entendimiento, era hombre al agua”. Bueno, este hombre ido posiblemente con lo que supongo podría ser alguna demencia senil, ha preferido escaparse por la tangente de la enfermedad, que seguir soportando a esa mujer mandona y manipuladora que tenía por esposa, al menos  ahora, aunque aún esté  en este mundo todavía, reposa en el santo limbo de la babia.

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Demetria de Castro-Amézaga  y Fernando Cálpena:    Por empezar, en Carta I,  nos dice Maria Tirgo que  Juana Teresa sospecha de  que Demetria  tiene otro amor (por la negativa que le dio a la propuesta marital de su hijo Rodriguito). Demetria se preocupa por el bienestar de Fernando: como lo señala María Tirgo  en Carta I: “pues al oír  la noticia (del suicidio de M.J. Larra) observé que Demetria palidecía. También  en Carta IV según su tía manifiesta: “entiendo yo que Demetria ve más emparentado al Don  Fernando con el personaje de esta historia (Werther)… que con el melancólico y desesperado muerto de Madrid (Larra)”. Fernando reviste para Demetria características de héroe, paladín – y por lo tanto, idealizado- porque  sin ni siquiera conocerlas, ha sido él, Fernando,  quien la salvara a  ella y a su hermana, del cautiverio en Oñate, (Cartas IV y XVII), (en dónde  perdieron la vida sus padres).

Demetria en la esquela  a Fernando adjuntada a Carta XVIII, si bien responde a los tres  pedidos que a través de Fernando le hiciera Valvanera, con solicitud eficiente y de forma muy concisa, muestra un delicado interés en Fernando en su justo punto: Celebraré que cuando el Sr. D. Fernando los coma (a los tirabeques que enviaba) se encuentre ya bien derecho y con propósito firme de no volver a torcerse”. Y con respecto a la receta del dulce de tomate agrega “y espero que Ud. que es tan goloso, se chupará los dedos cuando le sirvan el tomate en dulce”.  (Hay mucho erotismo insinuado en estos cándidos deseos).

Fernando por su parte, considera a Demetria (Carta XIII) con “criterio superior” que le permite “discernir claramente lo bueno de lo malo y lo sano de lo enfermo”, es decir, con un “discernimiento seguro” (firme, maduro) y él hasta el momento, no tiene posición social, ni dinero, ni apellido ilustre, siendo como es “un inclusero”,  se siente indigno de alguien como ella (Carta V) a quien ve por  encima de sus posibilidades.

Todo apunta  en La estafeta romántica” a que ambos puedan –una vez que Fernando haya gastado su lengua de tanto lamerse las heridas, y haya recompuesto su maltratado ego- formalizar una relación amorosa. Su ego lo recompondrá, como sabemos, al reconstruir su yo social con la fortuna que le entregará su madre por medio de un Fideicomiso, algo que lo sacará de su “denigrante  situación de inclusero” (Cartas XXVI, XXIX, XXX, etc) y con la revelación del enigma de su ilustre origen  (Carta XXI) como fruto de un amor prohibido pero rebosante de cucardas nobiliarias.

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Demetria de Castro-Amézaga y Rodriguito Urdaneta: esta es la unión que pretenden María Tirgo, el cura hno de María (Carta XVIII) y Juana Teresa (Y Dn Rodrigo lo que Dña Juana Teresa mande, por el bien de la paz del hogar).   En Carta I tenemos ya la primera negativa de Demetria a formalizar dicho enlace: “no he podido sacarle a Demetria razones claras de su negativa”, tal como dice su tía María Tirgo a su amiga Juana Teresa,  y ha observado la tía que “asoma por entre el tráfago de sus preocupaciones una puntita de tristeza, pero la pícara se da prisa por meterla para adentro”  que palideció según la tía, al enterarse del suicido de Mariano José Larra,  pensando que podría ser Fernando. A pesar de que según dice el cura tío de Demetria a Fernando: “pues reanudadas las negociaciones, hemos visto que presentan un excelente cariz” (Carta XVIII)  y que Juana Teresa lo confirme en Carta XX: “reanudadas las negociaciones hace dos semanas, presentan un semblante lisonjero”. Por un lado Demetria –presionada seguramente por la coacción que sus tíos y  Juana Teresa ejercen sobre ella-  explica que su negativa inicial no fue desprecio sino que “se cree indigna de honor tan grande…” (Carta XX) mientras que por otro,  con habilidad,  trata de ganar tiempo: “Dice la  niña que le demos un par de meses para determinarse…” (Carta XX).  De Rodriguito sólo sabemos que le escribe  a Demetria la  carta que cita la madre, pidiéndole por segunda vez a Demetria ser la Marquesa de Sariñán o sea, su mujer, tragándose el orgullo de la primera negativa ¿Por imposición materna? Quien sabe…. Todo sea,  quizás, por  preservar la paz del hogar y escaquearse de encima a la “madre matraca”, que ya sabemos el genio que se gasta.

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Gracia y Fernando: No hay tal relación en el plano sentimental,  pues por más que ella se le insinúa (Papelito adjunto a Carta XVIII y Carta XXIII con su puño y letra) “La que te ama morirá de aburrida”, etc, etc.,  Fernando la ve sólo como a una niña (Carta XIII): “A Gracia si conviene atarla un poquito corto con sus tareas de lectura. Porque no posee todavía el seguro discernimiento de su hermana”.

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Estas son (1 y 2)  las distintas relaciones sentimentales de los personajes que se escriben cartas en “la Estafeta romántica” de Benito Pérez Galdós (Episodios Nacionales 3ra Serie Nro 26) en  España, en el año 1837,  que muestra, como hemos visto,  una variedad de modelos,  reflejo de una época, pero con ciertas características universales  que podemos reconocer hoy en día en algunas relaciones. 
 
 
 

Contribución a la lectura colectiva virtual que hacemos bajo la conducción de Pedro Ojeda  desde su blog La Acequia.   ©  Myriam Goldenberg


12 comments:

Katy said...

Los premios Nobel y escritores con talento siempre merecen la pena de leerse.
Bss

Genín said...

No es ninguna mala idea, un día que uno esté inspirado, con un cafelito calentito y mucha paz y relax, empezar desde el primer post y leerlo todo desde el principio y del tirón, yo creo que es lo que voy a hacer :))
Besos y salud

LA ZARZAMORA said...

Myriam, estos aportes tuyos, sé que son fruto de un trabajo serio, sesudo, y que te has tomado como un desafío frente a la ignorancia que nos rodea.
Te admiro, pero no sólo por eso, sino por muchas cosas más.
Por ser una mujer peleona, vivaracha, porque aún pese a todos los golpes, sigues siendo un estandarte de cariño, poesía y aprendizaje, de modernidad en estos análisis.
Una mujer libre y liberada, y que pese a todo, intenta seguir siempre en la brecha, intentando entender en suma a la Humanidad.
He disfrutado muchísimo con cada una de tus conclusiones, con tu manera de modernizar y de intentar hacer renacer a nuestros clásicos.
Gracias por tu trabajo.
Creo que no se valora nunca lo suficiente a quienes siguen transitando e intentando hacerle comprender al mundo entero lo importante que es leer, analizar, y otorgarle al pasado y a sus clásicos nuevas relecturas que nos ayuden a entender el presente.

Por eso te quiero.
Y gracias de nuevo.
Besos.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ said...

Toc, toc, toc.

¿Se puede...?

:)

Estoy de vuelta.

Besos, querida Myr.

Pedro Ojeda Escudero said...

En este cruce de sentimientos, vigilados siempre por la sociedad y extremados por las modas, están muchas de las claves de la mirada crítica de don Benito.
Gracias, de nuevo, por tus aportaciones.

Tatiana Aguilera said...

¡Tremendo análisis y trabajo Myriam!, no me queda más que felicitarte. Este ensayo requiere tiempo, esmerado estudio y analítico ojo para desentrañar la psicología de los personajes.Nuevamente te reitero mis felicitaciones.
Abrazos.

P MPilaR said...

Myriam y sus persuasivos hilados a la historia en frasco literario.
Lo que no esconde en absoluto, aparte las tramas fernandiles, la delicadeza y humor con que se tejen las historias, si otros azares no las han destejido.
Me encanta leerte, Myriam

Mi abrazo

Bertha said...

No cabe duda que sabes sacarle la esencia a estas cartas y sobre todo hilarlas con tanto acierto.Eran los conportamientos de la época mucho secretismo para cosas que no tenian más importancia.No hemos cambiado mucho aun se sigue teniendo estos tics.El miedo al que diran.

Un abrazo feliz finde.

Javier Rodríguez Albuquerque said...

No sólo un gran trabajo, sino que se ve que disfrutas con cada palabra.
Un beso.

Paco Cuesta said...

Es curioso como el enfrentamiento entre parejas esta centrado en Pilar por un lado y Fernando por otro.
Un agradecido beso

Aristos Veyrud said...

Los conflictos entretejidos del alma conservan mucho su esencia a través de la historia. El microscopio de la psicología tiene una gigantesca prueba y muestra de campo y de laboratorio en la literatura que aquí se aprovecha al máximo.
Besos Myr!!!

Estrella said...

Leídas 1 y 2. Qué gran trabajo, y qué bien has engarzado las cartas para pintarnos la imagen completa de esta historia de personajes, amores y maquinaciones. Qué bien vistos.

Gracias y saludos.