Hace unos días Fernando, que en su Soul Business nos cuenta maravillosos relatos de sus viajes a exóticos lugares lejanos, propuso un juego que disparó el recuerdo de mi primer viaje a Holanda, tierra adoptiva de los tulipanes oriundos de Anatolia, Turquía.
Mi vida da para un culebrón pero cortito les diré que me emancipé jurídicamente a los 16 años y desde entonces me mantuve económicamente desempeñando diversos trabajos de lo más variaditos, todos legales, aclaro. A esa edad me fuí de Argentina a Colombia en donde mi padre argentino había decidido vivir, por lo que, no había crecido con él. Para entonces, había rendido el 5to y último año de bachillerato libre en Buenos Aires -cosa en la época casi imposible- pero, por razones que no vienen al caso, no alcancé a rendir las últimas 4 materias, que me tuve que ir del país "patitas para que te quiero" y "sálvate si puedes". Por eso había ido a Colombia, para acabar el Bachillerato y obtener el título. En Colombia tuve -como era de esperar- que revalidar todas las materias al bachilletaro colombiano. Así que dale que dale a estudiar geografía, historia, cívica, etc., etc. colombianas. Por suerte las matemáticas eran las mismas y esas las tenía colgadas ya de Argentina. Yo nada de eso de que la raíz cuadrada del pi al cubo, que por la secante de la tangente se me iba todo al infinito y desaparecía en un agujero galáctico negro... con lo que, un pobre santo profesor de matemáticas "se mudó" a mi casa desde el amanecer al anochecer día, tras día, a meterme en la cabeza todos esos incordios. Santo varón era porque gracias a su bendita paciencia e inaudita sapiencia didáctica, aprobé las matemáticas y obtuve mi diploma. Sabía que si no completaba mis estudios de Bachiller, no podría jamás estudiar una carrera universitaria y las matemáticas había que digerirlas como fuera, para pasar el examen. Tenía el resto de mi vida para desquitarme y volver a contar con los dedos.
Como "todo esfuerzo tiene su recompensa", el billete de viaje a Europa fue el regalo de mi padre al finalizar los estudios y punto. Luego "arréglatelas tú sola" que para eso era yo independiente. Y eso hice. Me divertí en grande. Cierto que antes había estado en Europa con otros miembros de mi familia -culebrón aparte-, pero sola, solita, era mi primer viaje. Y yo estaba fascinada. Fue así como llegué a Holanda con casi 18 años.
Como "todo esfuerzo tiene su recompensa", el billete de viaje a Europa fue el regalo de mi padre al finalizar los estudios y punto. Luego "arréglatelas tú sola" que para eso era yo independiente. Y eso hice. Me divertí en grande. Cierto que antes había estado en Europa con otros miembros de mi familia -culebrón aparte-, pero sola, solita, era mi primer viaje. Y yo estaba fascinada. Fue así como llegué a Holanda con casi 18 años.
¿Qué puedo contarles de Holanda? me la recorrí enterita de punta a punta. Convengamos que es un país pequeño ¡Y qué bello es!. Amsterdam me encantó. Recuerdo el Bloemenmark, su gran mercado de flores, lleno de tulipanes de distintos colores, recuerdo, sus callejuelas, sus casi 100 km de canales , 90 islas y 1.500 puentes. Recuerdo el Rijkmuseum, con sus fabulosas colecciones de pintura flamenca y recuerdo "La Casa de Ana Frank". La casa con el ático en donde se escondió la familia judía durante la 2nda Guerra Mundial -después convertido en museo- tenía una escalera de madera muy, pero muy, empinada y yo calzaba un par de suecos de madera, ¡vaya ocurrencia la mía!, varias personas comenzábamos a bajar y mientras lo hacíamos, me di vuelta para hablar con un italiano, yo siempre tan sociable y ¡Plafs! aterricé de una, sobre mi pié derecho. Se me hizo una bien inflada pelota de fútbol, me vendé el pié como pude y seguí paseando por todas partes, con un dolor de película de terror de esas en las que te descuartizan vivo...
En esa época no existían "las salvadoras" tarjetas de crédito, ni los teléfonos móviles, ni nada de eso tan tecnológicamente cómodo y yo tenía la plata justa -pero bien justita- para el regreso a Colombia. Hete aquí que cerrando la maleta se me revienta y salta afuera toda la ropa: camisas, pantalones, calzones, todo regado por la habitación del hotel. Desesperada corro, saltando literalmente en una pierna, recuerden mi pata averiada, a comprar una nueva maleta. Ahí se esfuma todo mi capital, pero todo, ni un centavo me quedó en el bolsillo más que algunas monedas para llegar en transporte público al aeropuerto. Empaco de nuevo, me voy del hotel y en un suplicio infinito llego al aeropuerto y chequeo. _Favor Srta, pagar la tasa de embarque. _ Pues, lo siento, no tengo ni un centavo_ y toda consternada le muestro los bolsillos vacíos. La cola crecía y los indignados resoplidos de los otros pasajeros también. Tire y afloje, mientras el reloj avanzaba implacable al son de los bufidos de los que venían atrás en la fila, pero yo impasible, inamovible y terca como una mula: _ ¿Qué opciones tengo? Además vea, estoy toda averiada, ¡¡necesito llegar a mi casa!!. _Lo siento, sin tasa no hay viaje. No embarca. _Qué si, que embarco, porque ¿qué hago sino?. Al final, embarqué sin pagar la tasa de aeropuerto. ¡Gracias Schiphol!.
El resto del viaje, tranquilo. Aterrizamos en Bogotá e hice el transbordo a Cali, donde vivía. Ahora venía la última parte a resolver: ¿Cómo llegar del aeropuerto a mi casa, que quedaba más o menos a unos 50 km de distancia, con los bolsillos totalmente pelados? Pienso, pienso.................. Voy hacia la cola de Taxis, arrastrando la maleta, cojeando, cansada, adolorida y sin plata. La cola era inmensa, se va acercando mi turno. Pido a alguien que me lo guarde un segundo y dejo ahí la maleta. Me muevo hacia atrás en la cola, charlando con los pasajeros _¡Qué barbaridad, cuánta cola, qué horror! apunto bien el tiro y pregunto especialmente a los que me parecían caballeros ejecutivos _ ¿Alguien va en la dirección tal y tal? Es que, estoy en la cabeza de cola, si lo desea el caballero, podemos compartir el taxi y se evita seguir esperando.
He de decir que los varones en Colombia son muy caballeros, bien caballeros, porque el señor que aceptó de muy buena gana compartir, saltándose la cola, me dejó en mi casa de camino a la suya y pese a mi insistencia, no quiso de ninguna manera que yo pagara la mitad del trayecto.
En esa época no existían "las salvadoras" tarjetas de crédito, ni los teléfonos móviles, ni nada de eso tan tecnológicamente cómodo y yo tenía la plata justa -pero bien justita- para el regreso a Colombia. Hete aquí que cerrando la maleta se me revienta y salta afuera toda la ropa: camisas, pantalones, calzones, todo regado por la habitación del hotel. Desesperada corro, saltando literalmente en una pierna, recuerden mi pata averiada, a comprar una nueva maleta. Ahí se esfuma todo mi capital, pero todo, ni un centavo me quedó en el bolsillo más que algunas monedas para llegar en transporte público al aeropuerto. Empaco de nuevo, me voy del hotel y en un suplicio infinito llego al aeropuerto y chequeo. _Favor Srta, pagar la tasa de embarque. _ Pues, lo siento, no tengo ni un centavo_ y toda consternada le muestro los bolsillos vacíos. La cola crecía y los indignados resoplidos de los otros pasajeros también. Tire y afloje, mientras el reloj avanzaba implacable al son de los bufidos de los que venían atrás en la fila, pero yo impasible, inamovible y terca como una mula: _ ¿Qué opciones tengo? Además vea, estoy toda averiada, ¡¡necesito llegar a mi casa!!. _Lo siento, sin tasa no hay viaje. No embarca. _Qué si, que embarco, porque ¿qué hago sino?. Al final, embarqué sin pagar la tasa de aeropuerto. ¡Gracias Schiphol!.
El resto del viaje, tranquilo. Aterrizamos en Bogotá e hice el transbordo a Cali, donde vivía. Ahora venía la última parte a resolver: ¿Cómo llegar del aeropuerto a mi casa, que quedaba más o menos a unos 50 km de distancia, con los bolsillos totalmente pelados? Pienso, pienso.................. Voy hacia la cola de Taxis, arrastrando la maleta, cojeando, cansada, adolorida y sin plata. La cola era inmensa, se va acercando mi turno. Pido a alguien que me lo guarde un segundo y dejo ahí la maleta. Me muevo hacia atrás en la cola, charlando con los pasajeros _¡Qué barbaridad, cuánta cola, qué horror! apunto bien el tiro y pregunto especialmente a los que me parecían caballeros ejecutivos _ ¿Alguien va en la dirección tal y tal? Es que, estoy en la cabeza de cola, si lo desea el caballero, podemos compartir el taxi y se evita seguir esperando.
He de decir que los varones en Colombia son muy caballeros, bien caballeros, porque el señor que aceptó de muy buena gana compartir, saltándose la cola, me dejó en mi casa de camino a la suya y pese a mi insistencia, no quiso de ninguna manera que yo pagara la mitad del trayecto.
Foto: tomada de internet.
24 comments:
Entretenidísima esta experiencia holandesa!
estaba yo dispuesta a seguir leyendo más aventuras, porque, como has dicho, tienes una vida bien regada de vivencias!
holanda me fsacinó amí también cuando la visité, hace veintitantos años ya...
Ya te digo, me ha gustado esta modalidad narrativoviajera (con culebrón de vida medio atisbado y todo!)
Un besote!
;)
Sensacional relato que da cuenta de una persona recursiva enseñada a arreglárselas por sí misma. Con esa imaginación los trabajos ilegales están muy lejos de ser un recurso de sobrevivencia ja ja ja.
Contrasta tu relato con la sobriedad, uniformidad, y reglamentación de los cultivos de tulipanes. Tal vez seas uno de ellos (tulipán de cultivo)pero cuando estés dormida ja ja ja.
Un abrazo Myr!!!
Lo de las escaleras empinadas holandesas debe de ser una constante de todas las ciudades de allí, a mí también me llamó la atención, no caben las maletas por los huecos.
Si me sacan de las cuatro cuentas,y que no sean de las difíciles, perdidito me veo.
Tu vida tiene una novela, y bien larga y divertida.
Un abrazo.
En eso de las Matemáticas te entiendo, yo también esperé el momento de olvidarme de ecuaciones y otras torturas.
Tienes material para un libro de aventuras juveniles, mucho más azarosas en aquella época sin móvil ni tarjetas.
No se imaginan los chavales de ahora lo que era rebuscar monedas para llamar en una cabina telefónica, monedas que eran a veces engullidas sin haber logrado la comunicación.
Sabía el origen turco de los tulipanes porque hace poco alguien me comentó que la historia de los bulbos en Holanda se pone como ejemplo de actividad especuladora. Me lancé a la Wikipedia y demás.
Hoy hace un año de la olla quijotesca, un buen recuerdo.
Besos
Desde luego que demostraste iniciativa y coraje: para la emancipación y para salir de todos los apuros que te planteaba la vida.
Besos.
Creo que este tipo de experiencias son las que le hacen a uno crecer y ser fuerte.
Me ha gustado mucho conocer esta minúscula historia de tu vida.
Un abrazo.
super entretenido relato Myriam
por aquellos años, sin duda las personas eran mucho más amables y comprensivas con el prójimo , incluyendo los ejecutivos de las aerolíneas jajaja
besitos y luz
tu relato en sí es de una rápidez filmica, usas muy bien las imagenes llenas de acción que le dan fluidez y vértigo narrativo, eso se agradece como lector , no redundas ni detienes el hilo con descripciones insípidas ni bucólicas, eso sí confieso que me salté todos los links que el hipertexto nos sugiere para no perder el hilo conductor central del personaje
felicitaciones.
gracias por tu telégrafica huella en mi rincón
Muchas gracias por la mención Myriam. Desde luego lo tuyo si fue una verdadera aventura y un ejemplo claro de lucha contra la adversidad. Estas experiencias como apunta Javier son las que a uno le hacen crecer.
Un beso
Entretenido relato Myriam, siempre he pensado que esa mirada tan especial -que observo en tu foto-, tiene un mundo de vivencias que aportarnos a todos. Ojalá continúes acercándonos a ti, además que nos permite a los que no hemos conocido tan bellos lugares, ser participes de tus aventuras.
Besitos
:)
Me ha encantado conocer esa parte de tu vida.
Debes ser una mujer muy valiente.
Gracias por compartirla.
Besos.
Maravillosas experiencias, de las que con los años, sólo recordamos lo mejor. Afortunadamente. Excelente narración. Saludos, Campanilla.
Desde luego un viaje bien accidentado —y nunca mejor dicho—, aunque se ve que eres una mujer de recursos para salir adelante en cualquier situación.
Muy ingeniosa la idea de "invitar a compartir" taxi a los últimos de la fila jajajajaja.
¡Lo contento que se habría puesto el señor, y lo bien que quedaste tú! :-)
Yo todavía no conozco Holanda, pero cuando vaya procuraré no ponerme zuecos de madera para bajar por escaleras empinadas.
Un besito, Myriam.
A esas edades ya toda "una mujer de armas tomar" :)
un abrazo
Cuando la vida te pone en alguna aventura, al final agudizamos el ingenio y somos capaces de salir de ella. También tengo mis anecdotas de quedarme sin dinero y sé lo mal que se pasa, pero lo importante es poderlo contar.
He estado en Holanda más de una vez y lo hemos recorrido en vacaciones. Me gusta, pero lo conisedero algo monótono, pues me parece el paisaje, aunque bonito, siempre igual.
Besos
Luz
Querida Myriam: hoy he entrado en otro de tus blogs y me dicen que no estoy invitada. No es que me extrañe, !a tantos sitios no lo estoy!, pero no sé si es que no sé entrar... Me gustaría indagar en todos tus blogs para aprender de tí. Por cierto, la solidaridad es una de mis pasiones. Puedo contarte... lo que ocurre es que tengo muy en cuenta lo de "que tu mano izquierda no sepa..." por eso me abstengo de publicar sobre esos temas tan personales. Muchos besos. Campanilla.
Interesante recorrido holandés.
Eres la repera.
Cuando anduve por allí también viví experiencias inolvidables.
Gracias por compartirlas Myriam.
Besos.
Lo tuyo fue una emancipación sin "asistencia técnica". Consecuencia: algunas peripecias, resultado una vida intensa.
Ah que aventurera!
Me hizo recordar cuando también sin un mango volvía a Argentina en el 80 desde Schiphol en un vuelo extraño y barato...y no aparecía en los vuelos programados.
Un señor que vio mi despiste, me dijo: "Es el que figura que va a Dakar"
Y así conocí suelo africano en la también extraña escala.
Besotes
Quiero maaaaaaaassssssss!!!
wowww..Miriam..que valiente eres amiga..primero por independizarte a los 16 años..y despues por tu andar solita por esos Países, pero más aún por saber afrontar todas esas dificultades que se te atravezaron..mm..creo que yo me hubiese puesto a llorar..jajaa
Gracias por compartir.
Besos.
Me has dejado con ganas de más. Creo que yo no tendría ese coraje, pero veo tu semblante en el perfil y creo que eres una mujer fuerte.
Estuvimos en Holanda hace más de 20 años, un viaje delicioso.
Un abrazo, Myriam
Qué andariega aventurera...!!, hermosa historia y bellísimos tulipanes.
Besitos.
Yo no he estado en Holanda, pero me ha encantado vivir tu aventura y comprobar tu arrojo. Es una suerte tener la mochila tan cargada de experiencias.
Yo he visto en ellas el guión de una peli, me gusta más el cine.
Gracias por compartir tus vivencias.
Un fuerte abrazo.
lo de tu piernita fue una faena pero como me hiciste reir!!
es que te imagino perfectamente cayéndote... je je je
pero al final todo acabó bien, que es lo importante.
biquiños,
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