Como dije en Sonata de Estío (1), la semana pasada, bastó que el Marqués de Bradomín se cruzara con la Niña Cholé en las lejanas tierras de México a donde había ido con espíritu aventurero a olvidar penas de amores, para que quedara irremediablemente atravesado por el flechazo de Cupido, siempre inoportuno y atrevido. ¿Pero como describe Valle a esta joven que no solo hace olvidar a Bradomín sus penas, sino que aviva las más profundas pasiones? Veámoslo:
Seductora en su apariencia, Cap. 3:
La Niña Cholé viaja en La Fragata, pero no sale de su camarote, Cap.7:
Sonrisas y muestra de piedad que termina por prendar al Marqués, Cap.9:
La sola aparición de la Niña Cholé cautiva al Marqués, por su belleza exótica: "Una figura hierática y serpentina, cuya contemplación evocaba el recuerdo de aquellas princesas hijas del sol.........". Su atuendo: "hipil, recamado con sedas de colores...etc" Su cabellera negra que le caía suelta. Al Marqués le parecía que por todo "aquel cuerpo bruñido por los ardientes soles yucatecos se exhalaban lánguidos efluvios" que él aspiraba y bebía y se embriagaba con ellos [me queda la duda: ¿perfume o sudor, o, una mezcla de ambos?]. Bradomín ve la sonrisa de La Niña al criado al que le habla mientras cabalga. Como el Marqués al final logra verla de frente, es de suponer -aunque Valle no lo haya escrito- que La Niña Cholé hubiera captado esa mirada, porque cualquier mujer percibe siempre, la mirada del hombre al que atrae.
Carga erótica en los chapines de la figura de blanco que se acerca a la Fragata, Cap. 6:
Mayor aproximación visual de la aparición que tuvo el Marqués en el cap 3. El Marqués va a la recepción del esquife "en confusa espera" y ve a "una figura vestida de blanco" de la que solo puede ver "los pies de reina calzados con chapines de raso blanco". Los chapines que eran asientos de corcho para los pies que cumplían una triple función en el calzado de una dama: 1- La elevaban del suelo para no ensuciarse la zapatilla con el lodo e inmundicias de la calle, 2- la hacían ver más alta para alcanzar las miradas de los hombres y 3- marcaban la iniciación y pasaje a la adultez, pues según algunos autores, solo las mujeres casadas calzaban chapines, mientras que las doncellas, capitillas. Para una profundización en el término, remito al texto de Alvarez y Galera "Sobre tres palabras de dificil traducción en la Novelas Ejemplares" a propósito del uso de la palabra "chapin" por Cervantes en "El coloquio de los perros" (novela por cierto genial). Valle utiliza a la perfección este elemento con toda su carga erótica. Como lectores recordamos y asociamos los besos que Bradomín daba a Concha siguiendo las venas azules de sus pies en la Sonata de Otoño. Aquí ver esos pies que apenas asomaban por debajo del hipil, calzados en esos chapines de La Niña Cholé erotiza al Marqués, pero también al lector. Y este es solo el inicio, porque a medida que avanza la novela, avanza la erotización y la transgresión sexual a los cánones de la época va in crescendo hasta límites escandalosos, porque Valle se burla de todo, pero de eso hablaré más profundamente en la próxima entrega.
La Niña Cholé viaja en La Fragata, pero no sale de su camarote, Cap.7:
Cosa ésta que incrementa el deseo ardiente del Marqués, que sin saber como, recuerda una canción que le cantaba la amiga de su madre, en cuyo regazo dormía de niño. Valle menciona aquí también a la mestiza cristiana "Atalá" de Chateaubriand, comparándola con la criolla de la canción y con la Niña Cholé, a quien ve más bella aún que Atalá.
Muestra desdén y una gran crueldad, puro sadismo: en
sí y visto desde la psicología analítica hoy, un deseo de matar al
padre, que paga con su vida el colosal negro que se tragan los otros
tiburones compañeros del muerto por el negro, cap. 8:
_ ¿Manda alguna cosa la Niña?
_ Quiero verte matar un tiburón [ ...]
_ Cuatro centenes , ¿le apetece a mi amita?
_ ¿Acabarás?... ¡Sean cuatro centenes! ( con ese desdén patricio que las criollas sienten por los negros)
A lo que el Marqués reacciona con un: "la crueldad de la criolla me horrorizaba y me atraía".
Con este acto La Niña Cholé mata de forma simbólica a su padre, que la tenía avasallada en una relación forzada incestuosa, de la que Valle dará cuenta a través del relato del Marqués, más adelante en la novela. Sobre el tema específico del incesto y su significación en la actualidad, remito a este texto mío que aquí enlazo.
Luego de bajar a tierra en el Puerto de Veracruz y antes de emprender la ruta juntos -la Niña Cholé con el cortejo de sus criados y Bradomín solo con su esclavo negro- le lanza la Niña Cholé una larga mirada y una bella sonrisa. De igual manera, al entrar ella a la Iglesia de los Dominicos que quedaba de paso, desde el atrio, la Niña Cholé envía una sonrisa al Marqués, este santo que se reconoce pecador y sin aureola, más bien "un santo caído de su altar y descalabrado". El marqués ahora ya enternecido por las sonrisas que la Niña le dedica, queda irremediablemente prendado. Esto sucede porque esta santa piadosa tiene también su lado oscuro -y su secreto- ese que vimos antes aparecer en su crueldad para con el pobre colosal negro que terminó siendo bocado de tiburón y el binomio santidad-crueldad es un cocktail irresistible.
Se hace desear pero frena al Marqués en la puerta, Cap 10. Todo un juego mutuo de seducción:
La Niña Cholé envía por el Marqués:
El Marqués acude solícito al llamado y la saluda a quien le habla con "voz queda, salmodiada y dulce, voz de sacerdotisa y de princesa" y el caballeroso Marqués le responde con un pantomima teatral en tres actos: 1- Se inclina, como lo aprendiera del "viejo Ovidio" con la firme intención de enamorarla 2- hace una cortesía versallesca digna de la corte de Luis XIV y 3- Se inclina de nuevo "con rendimiento".
El motivo de tal llamada es la propuesta que le hace la Niña Cholé a Bradomín de reunir las escoltas y marchar juntos. Poco le importa el Marqués que vayan en direcciones contrarias, él está dispuesto a seguirla, es más, tiene propósito -según lo manifiesta- de secuestrarla apenas se hallen en despoblado. La Niña lo piensa loco, como todos los españoles, pero le advierte: "Vea que camino a reunirme con mi marido[...] el General Diego Bermudez". Esta es la primera de las tres advertencias que la Niña Cholé le hace a Bradomín al respecto. (La siguiente será en el Cap 11: "Téngase por muerto como recele algo de esta burla el el General D.B." y la última en el Cap 14: "Estará a las puertas del Convento el General Bermudez")
A estas alturas, el Marqués está ya completamente rendido, seducido, derretido, babeando, para cuando ella quiere montar el alazano del belfo blanco y de linda estampa que le trae el caballerango al patio. Ella medio se burla de Bradomín y con mal disimuladas sonrisas le dice que ella parte "en el mero instante" y que él no está listo. El Marqués de Bradomín (que ahora "recuerda" a su muy real amigo: ¡Barbey D´Aurevilly! un guiño irónico muy Cervantino dirigido a los lectores de su primera Sonata publicada -y supongo- a los críticos que la tildaron de plagio) no se amedranta y la ayuda a calzar la espuela, para lo que hinca su rodilla y de paso, le besa el pie prisionero en chapín de seda.¡Y zás!: llega el balde de agua fría aunque de forma risueña: "Señor deténgase en los umbrales". No necesito aquí explicar la significación que el cruce del umbral tiene para el acto nupcial, supongo ¿O si?
En el patio el Marqués se prepara para el viaje y hace ensillar su caballo. De pronto reaparece la Niña Cholé y "Fingiéndose enojada, batió el suelo con su lindo pié". ¡Qué imagen más plástica! ¡Qué belleza!
Sigue mañana la Segunda y última parte de (2) aquí enlazada
Contribución a la lectura colectiva virtual que hacemos bajo la conducción de Pedro Ojeda desde su blog La Acequia. © Myriam Goldenberg
Próxima semana: (3) De amores consumados: sacrílegos, irreverentes y fulminantemente pasionales (En el Convento y el daccapo en el Parador).
4 comments:
Valle nos enseña otras facetas distintas del Don Juan. Aquí le vemos desenvolverse en una aparente posición de inferioridad, tanto en cuanto a su condición social: no deja de ser un extranjero, como económica: la niña Chole tiene todo lo que quiere en este sentido. Pero se defiende.
Es interesante la referencia metaliteraria que hace el autor a D'Aurevilly, antes hace otra también al Modernismo. Seguramente los cite para tratar de aclarar asuntos literarios que le atañen.
Una pregunta ¿En tu libro pone Cholé, con acento?
Trabajo de amplia visión. Excelente.
Buenas noches, Myriam:
No se me hubiera ocurrido pensar en la idea que apuntas, sobre el capítulo de los tiburones.
¡Qué tremenda crueldad, en la Niña Chole y en los espectadores!.
Y el contraste que introduce Valle Inclán en la escena:
"...¿Quiere hacerme sitio, Señor?"
"...el mudo espanto que se pintaba en todos los rostros, un violín que lloraba en la cámara, todo en aquella noche, bajo aquella luna, era para mí objeto de voluptuosidad depravada y sutil..."
Saludos.
Me enganché anoche a tu lectura y pasé un buen rato. Estoy esperando la continuación. Y "el pie prisionero del chapín de seda" me ha recordado los zapatos de mi boda, que, mucha seda, mucha seda, pero no tenían tanta magia como este chapín de Cholé.
El marques gusta del "placer del descubrimiento"
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