La Niña Cholé llora y confiesa al Marqués "su pecado", Cap 15:
"Yo era una pobre criatura inocente cuando fui víctima de aquel amor maldito" Ella se cubre el rostro, él adivina "su pecado": el mismo de las tragedias antiguas. Ella llora, se cuelga a su cuello. El que todo lo perdona, le da un beso de noble perdón. Ella conmovida de gratitud y de amor, lo ve generoso. El ni corto ni perezoso, le dice que es su esclavo "para toda la vida". Sabiendo nosotros, los lectores, de la constancia del Marqués en los amores, este "toda la vida" suena un puro y grandilocuente eufemismo y más que ridículo, digno de una buena carcajada del lector. Ella llora, se cuelga de su cuello, le dice "eres el único hombre a quien he querido, te lo juro, el único ... y sin embargo, por huir de mi padre, he tenido un amante muerto", pero los labios de Bradomín tiemblan ardientes sobre la tierna oreja de la Niña Cholé y parece que no registra lo que ésta le dice....
Provoca celos al Marqués, Cap 19 y Cap 20:
En la Fragata luego de haber regresado a Veracruz: Y así lo cuenta el Marqués: "entre los jugadores estaba aquel taciturno y bello que en otra ocasión me había disputado la sonrisa dela Niña Cholé" .. " Mis ojos descubrieron a la Niña Cholé".... ".. y sonreía al bello y blondo adolescente." "Experimenté tan vivo impulso de celos y de cólera..." Pero la Niña le muestra al Marqués que sus celos son infundados: ¡al hermoso ruso blondo le gusta un mulato!. Otro ejemplo de celos con el mismo ruso y de como reacciona el Marqués, lo tenemos en la escena de la Feria (Cap. 25) a la que ya me referí en la entrega de la semana pasada. Quizás -no lo sabemos- todos intentos de la Niña de poner a prueba la fidelidad y coraje del Marqués para luchar por ella.
Ya de viejo al relatarnos Bradomín estos amores de estío, se lamenta de no haber probado "ese fruto hermético", "bello pecado", el "pecado" de la homosexualidad, y nos confiesa: "Presiento que ha de ser grato, cuando la vida declina poder penetrar en los jardines de los amores perversos". [Cuando lea la Sonata de Invierno, veré si se quedó con las ganas o se atrevió a saborearlos. Y antes de que alguien diga algo, en la época en la que Valle escribió las Sonatas, todavía se consideraba que la homosexualidad era una perversión, así que no me lo linchen, por favor].
Se muestra sumisa ante el pusilánime Marqués primero y luego ante el violento padre incestuoso C. 26:
Estando ambos en el jacal (choza) de la ex-doncella de ella casada con el negro "cornudo consentido" habiendo ya ocurrido la envalentonada del Marqués en la Feria contra el muchacho homosexual, que ya referí en la entrega anterior, en este capítulo testea la Niña Cholé si el Marqués es capaz de matar por amor -a ella- a algún oponente. El no lo haría, le dice, porque la Niña "no es la Marquesa de Bradomín". Ella no lloró, sino que guardó silencio y "como una esclava sumisa" siguió acariciándole los cabellos. Y él, tan dispuesto a perdonarle "el eterno pecado femenino" [ aquí le doy la razón a Merche y Abejita y quiero cachetear al Marqués, pero como el Marqués es una creación de Valle-Inclán, como lectora femenina, lo agarraría al autor por las barbas y lo revolearía lejos, bien lejos, para que fuera a cantarle el pecado a Gardel... pero..¡ay de mí! ¿Cómo se le revolean las barbas a un muerto?]
Cuando aparece a galope el General Diego Bermudez, padre y "esposo" de la Niña Cholé, ésta al reconocerle lanza un grito y luego se arroja a tierra implorando perdón con los brazos abiertos y grita "¡Vuelven a verte mis ojos!... ¡ Mátame, aquí me tienes! ¡Mi Rey! ¡Mi Rey querido!" El la saluda cruzándole un latigazo en el rostro, ella gime todavía "¡Mi Rey!.... ¡Mi Rey Querido!".....
En sí en este capítulo, la Niña Cholé pidió y deseó ser salvada por el Marqués -como veremos en la entrega de la semana que viene, Bradomín podía jugar y fantasear eróticamente con que él era un conquistador español que rescataba a una princesa prisionera- pero en la realidad era totalmente incapaz de lograrlo: ahí, cuando debe jugarse por ella, la abandona (aunque después se arrepiente y blá, bla....) y más tarde se reúnen a la voz de: "Muerto el Rey-Qué viva el Rey". El Marqués hace gala de una actitud de pusilanimidad muy coherente con la que ya leímos a lo largo de la Sonata de Otoño, pero en especial, cuando Bradomín no es capaz de frenar a las niñas de Concha para que no la vean muerta al ir a saludarla al despertar.
Contribución a la lectura colectiva virtual que hacemos bajo la conducción de Pedro Ojeda desde su blog La Acequia. © Myriam Goldenberg
Próxima semana: (3) De amores consumados: sacrílegos, irreverentes y fulminantemente pasionales (En el Convento y el daccapo en el Parador).
5 comments:
No lo he leído Abupordos, solo sé que el autor es capricorniano como 'io'.
Te dejo besos y abrazos :)
Con tus entradas queda definitivamente claro que estas mujeres son muy superiores al Marqués...
Besos.
Dices bien, Myriam, agárrale por las barbas y lanzalo lejos. Difícil hacer eso con un ente de ficción.
Estas mujeres tan sumisas no las aguanto ni de papel. Y esta niña Chole,después de un latigazo, sigue con lo de Rey querido. El monarca es padre esposo y todopoderoso, qué horror...Valle Inclán busca escandalizar a los burgueses que le leen.
Das en el clavo, este Bradomín que abandona a la Niña Chole es el mismo que deja que dos niñitas encuentren de sopetón a su madre muerta. Empatía ni pizca.
Besos Myriam
Queda la duda si el retrato del marques oportunista es sólo su retrato.
Ah, la fascinacion inmensa de la niña Chole...
En Valle Inclan nacio el realismo magico. Que pena que hoy este autor no este de moda...
Un abrazo fuerte
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