Detrás de la fachada del chiste, el sufrimiento latente:
Como dirían Theodor Reik en "Psicoanálisis del Humor" (1940) o Sigmund Freud en "El chiste y su relación con el inconsciente" (1905).
Como se suele hacer en el humor judío, en esta obra "El pisito" de Rafael Azcona, el Pathos, en el sentido original griego de sufrimiento, se invierte aquí y encuentra una mueca de burla o rebeldía. A través del acertado uso del humor, Azcona nos pinta caricaturizada -en un punto, sin perder el contacto con la realidad- la realidad de un Madrid de los años 50 bajo el Régimen dictatorial de Francisco Franco, la pobreza, y la censura impuesta. Un Madrid hacinado, apático, conformista, indolente, lleno de buenos para nada, aprovechados, manipuladores, y faltos de energía vital innovadora y creativa -porque el régimen franquista la bloquea- que se buscan la vida como pueden trapicheando o armando estrafalarias patrañas con pingues beneficios.
Detrás de la fachada del chiste, el sufrimiento latente. Y la crítica social. Al subvertir los valores impuestos por la dictadura franquista, entonces, Rafael Azcona apunta a disparar un pensamiento democrático, crítico, que puentea o elude la censura e invita a una reflexión seria, por ejemplo, sobre la pobreza y el hacinamiento en las viviendas -en este caso, de Madrid- que se alquilaban y sub-alquilaban. Lo vemos no solo en la que comparten Rodolfo y el callista Dimas, quienes subarrendaban a la anciana inquilina Martina, también en la casa de Rosa, la hermana de Pedrita, y su marido Paco, el guardia:
"Paco y y sus hijos varones se repartían en las literas de una de las dos habitaciones realquiladas, y Rosa y Pedrita con las cuatro niñas en las de la otra; para hacer uso del matrimonio (....) el municipal y su mujer se encerraban en el baño a altas horas de la madrugada, únicas en las que cabía la esperanza de encontrarlo desocupado", ( P. 153).
Caracteres de algunos personajes:
En una lectura desde este presente y desde la perspectiva de género, según el epíteto que Dimas Girondo y el mismo Rodolfo Gómez le daban en muchas ocasiones a lo largo de la novela a Pedrita de "la burra"; Pedrita, la resolutiva novia de Fofó (el fofo de Rodolfo, el escribiente o contable, que era bien fofo, insulso y acomodaticio) no era tan burra como ellos la pintaban, (puesto que aunque tarde consigue lo que quiere); ni la anciana era tan anciana, en el sentido de decrépita (puesto que al tener un marido-hijo que dota su vida de sentido, reverdece y disfruta de su última estación, por breve que esta fuera). Pero el callista Dimas, a quien "los problemas morales se los pasaba por la horcajadura" (P168 ) era, es y sigue siendo un crápula (y así le va, ya que por lana va y sale trasquilado al ser justamente "la burra" la que le planta cara y una vez conquistado el feudo, lo expulsa bien expulsado y sin retorno).
Sobre Dimas, el pedicuro, la anciana Martina se queja a su sub-inquilino predilecto, Rodolfo Gómez:
"-Sabe Ud. que la otra tarde aprovechó que yo estaba en la Novena para meter en casa a una golfa?" (...)
"(...) ¿sabe lo que me ha propuesto?" - No. -"quiere que lo adopte" - ¿A quién? - A él. Así, cuando me muera, lo que el Señor no quiera, hereda el piso y ya no se lo puedo dejar a Ud" ( P. 140)
Rodolfo y Dimas conviven y compiten; quieren ambos quedarse con el apartamento a la muerte de Martina para lo que el calculador de Dimas, además de jugársela por la espalda como hemos visto en el fragmento anterior, inventaba planes y aconsejaba a Roberto -que "lo escuchaba como quien oye llover" (P137). Es el propio Dimas quien convence, finalmente, a Doña Martina de casarse con Rodolfo y a este le instruye -suponemos- como apersonarse ante la vieja "con el felino en brazos con la expresión de un San Antonio acunando al niño Jesús" (P198)
Rodolfo filosofa en el retrete "(...) esto de nacer pobre es una cosa que se paga toda la vida, pero por la menos cago a diario con toda felicidad" (P142) Tampoco es que se esfuerce un ápice por cambiar de vida, de trabajo por lo menos, siguiendo en el mismo decrépito lugar que ha pasado de las ridículas "higalmendras" a las palomitas de maíz en su variante anglosajona de "pop corrrrrn" (que gran guiño el de Azcona).
El fofo de Fofó-Rodolfo es aconsejado por su colega contable en el Trabajo y por pu patético jefe Don Manuel (de Higalmendra, su gran empresa "innovadora" en la que trata de vender sin éxito la "bazofia alimentaria" (P143) de higos rellenos con almendras y que está a punto de la quiebra): "Escúcheme bien Gómez, (...) Usted se casa con la inquilina y cuando la buena mujer deje este mundo usted se alza con el santo y la limosna (...)" (P147)
De Rodolfo, Dimas piensa que es un cobarde: "A ti un día te va a descolgar el escroto hasta el suelo y vas a ir arrastrando las pelotas por la calle, de cojonazo que eres. (...)" (P138). La secretaria de la empresa lo cree un "lavativa" (P144) y Pedrita lo llama "calzonazos": "si no fueras un calzonazos ya hubieras echado a Dimas para meterme a mi en su habitación" (P220) y su propio cuñado piensa que es "un galápagos" que cualquier día deja plantada a su hermana ( P175)
Y es cierto como lo perciben los demás, porque Rodolfo sabe poner cara de imbécil para que Pedrita tome la iniciativa, que la toma "tan decida como siempre" (P157) como cuando ambos van a hablar con el casero de apto. Pero como el casero no se ablanda y como Martina, según él le paga una minucia de alquiler, a él le conviene que la vieja se muera y le deje libre el piso para alquilar a otros con un nuevo contrato. Vamos, cero empatía por parte del casero, ya que business first y él, desde luego responde a pie juntillas a la ética del régimen.
Al final Rodolfo que se había comenzado a envalentonar defendiendo a la novia, explota soltándole al casero, en un arranque típico de una persona que hasta ahora se ha mostrado sin carácter: "Porque yo me caso con la vieja, la vieja se muere, yo heredo el gato y el piso, y Ud. ni siquiera me puede subir el alquiler, gilipollas" (P 163) a lo que Pedrita tiene, lo sabremos después, "una reacción demencial "cuando lo oye decir tal barbaridad. (P 164). Y antes de reconciliarse con ella, el cobarde de Rodolfo, sale a enfrentarse con su novia, "sintiendo que le fallaban los esfínteres" (P243)
Sigue mañana donde veremos algunas de las relaciones entre estos personajes
Para una introducción a la obra de Rafael Azcona, aquí, Abejita nos da una muy buena.
"Paco y y sus hijos varones se repartían en las literas de una de las dos habitaciones realquiladas, y Rosa y Pedrita con las cuatro niñas en las de la otra; para hacer uso del matrimonio (....) el municipal y su mujer se encerraban en el baño a altas horas de la madrugada, únicas en las que cabía la esperanza de encontrarlo desocupado", ( P. 153).
Caracteres de algunos personajes:
En una lectura desde este presente y desde la perspectiva de género, según el epíteto que Dimas Girondo y el mismo Rodolfo Gómez le daban en muchas ocasiones a lo largo de la novela a Pedrita de "la burra"; Pedrita, la resolutiva novia de Fofó (el fofo de Rodolfo, el escribiente o contable, que era bien fofo, insulso y acomodaticio) no era tan burra como ellos la pintaban, (puesto que aunque tarde consigue lo que quiere); ni la anciana era tan anciana, en el sentido de decrépita (puesto que al tener un marido-hijo que dota su vida de sentido, reverdece y disfruta de su última estación, por breve que esta fuera). Pero el callista Dimas, a quien "los problemas morales se los pasaba por la horcajadura" (P168 ) era, es y sigue siendo un crápula (y así le va, ya que por lana va y sale trasquilado al ser justamente "la burra" la que le planta cara y una vez conquistado el feudo, lo expulsa bien expulsado y sin retorno).
Sobre Dimas, el pedicuro, la anciana Martina se queja a su sub-inquilino predilecto, Rodolfo Gómez:
"-Sabe Ud. que la otra tarde aprovechó que yo estaba en la Novena para meter en casa a una golfa?" (...)
"(...) ¿sabe lo que me ha propuesto?" - No. -"quiere que lo adopte" - ¿A quién? - A él. Así, cuando me muera, lo que el Señor no quiera, hereda el piso y ya no se lo puedo dejar a Ud" ( P. 140)
Rodolfo y Dimas conviven y compiten; quieren ambos quedarse con el apartamento a la muerte de Martina para lo que el calculador de Dimas, además de jugársela por la espalda como hemos visto en el fragmento anterior, inventaba planes y aconsejaba a Roberto -que "lo escuchaba como quien oye llover" (P137). Es el propio Dimas quien convence, finalmente, a Doña Martina de casarse con Rodolfo y a este le instruye -suponemos- como apersonarse ante la vieja "con el felino en brazos con la expresión de un San Antonio acunando al niño Jesús" (P198)
Rodolfo filosofa en el retrete "(...) esto de nacer pobre es una cosa que se paga toda la vida, pero por la menos cago a diario con toda felicidad" (P142) Tampoco es que se esfuerce un ápice por cambiar de vida, de trabajo por lo menos, siguiendo en el mismo decrépito lugar que ha pasado de las ridículas "higalmendras" a las palomitas de maíz en su variante anglosajona de "pop corrrrrn" (que gran guiño el de Azcona).
El fofo de Fofó-Rodolfo es aconsejado por su colega contable en el Trabajo y por pu patético jefe Don Manuel (de Higalmendra, su gran empresa "innovadora" en la que trata de vender sin éxito la "bazofia alimentaria" (P143) de higos rellenos con almendras y que está a punto de la quiebra): "Escúcheme bien Gómez, (...) Usted se casa con la inquilina y cuando la buena mujer deje este mundo usted se alza con el santo y la limosna (...)" (P147)
De Rodolfo, Dimas piensa que es un cobarde: "A ti un día te va a descolgar el escroto hasta el suelo y vas a ir arrastrando las pelotas por la calle, de cojonazo que eres. (...)" (P138). La secretaria de la empresa lo cree un "lavativa" (P144) y Pedrita lo llama "calzonazos": "si no fueras un calzonazos ya hubieras echado a Dimas para meterme a mi en su habitación" (P220) y su propio cuñado piensa que es "un galápagos" que cualquier día deja plantada a su hermana ( P175)
Y es cierto como lo perciben los demás, porque Rodolfo sabe poner cara de imbécil para que Pedrita tome la iniciativa, que la toma "tan decida como siempre" (P157) como cuando ambos van a hablar con el casero de apto. Pero como el casero no se ablanda y como Martina, según él le paga una minucia de alquiler, a él le conviene que la vieja se muera y le deje libre el piso para alquilar a otros con un nuevo contrato. Vamos, cero empatía por parte del casero, ya que business first y él, desde luego responde a pie juntillas a la ética del régimen.
Al final Rodolfo que se había comenzado a envalentonar defendiendo a la novia, explota soltándole al casero, en un arranque típico de una persona que hasta ahora se ha mostrado sin carácter: "Porque yo me caso con la vieja, la vieja se muere, yo heredo el gato y el piso, y Ud. ni siquiera me puede subir el alquiler, gilipollas" (P 163) a lo que Pedrita tiene, lo sabremos después, "una reacción demencial "cuando lo oye decir tal barbaridad. (P 164). Y antes de reconciliarse con ella, el cobarde de Rodolfo, sale a enfrentarse con su novia, "sintiendo que le fallaban los esfínteres" (P243)
Sigue mañana donde veremos algunas de las relaciones entre estos personajes
Para una introducción a la obra de Rafael Azcona, aquí, Abejita nos da una muy buena.
Contribución a la lectura colectiva
virtual que hacemos bajo la conducción de Pedro Ojeda desde su
blog: La Acequia © Myriam
Goldenberg
12 comments:
Es ir leyendo tu comentario e ir poniéndoles cara y gestos a la gran interpretación de José Luis López Vázquez y Mary Carrillo, Rodolfo y Petrita, no me les cambies el nombre.
¡Qué tiempos aquellos!
Muy frecuente en nuestro cine de posguerra: a través del humor -para despistar a la censura- realizar una crítica descarnada, como en esta película que citas o en otras como El verdugo. Y casi siempre, detrás andan Azcona y Berlanga.
Un abrazo, Myriam. Marcho unos días fuera.
Parece interesante.
A ver mañana qué nos traes :-)
Todo un acierto ese punto de análisis: ese humor de Azcona, que revela la tragedia que hay debajo de la sonrisa. Magnífico análisis de los personajes, también.
Qué pena que no puedas venir el sábado. Te gustaría.
Besos.
CARMEN: jajajaja donde digo digo digo diego. Ya lo corregí :-)
¡Gracias! Y besos.
Seguro que me iba a gustar por el tema, un saludo.
Gracias, Myriam. Azcona me sorprendió y no podía meterme en el pisito sin explorarlo. La abejita dixit.
Tus entradas un placer. El humor ayuda a vivir, cuando somos capaces de mirarnos desde fuera. La literatura española es buena muestra, el judaísmo vive en buena parte de nuestras letras.
El pisito me hace recordar los tebeos de Bruguera, los de mi infancia. Nos reíamos de las calamidades de sus personajes. Es la cultura española.
Besos Myriam
Es importante reseñar como en su tiempo, el común de los mortales o ciudadano de a pie o el gran público -como se quiera definir- encontró en "El pisito" por obra y gracia de la situación social solamente una obra cómica.
Gracias Myr
¡ Menos mal que a situaciones desesperadas, los españoles ponemos soluciones desesperadas, sin perder nunca el humor. Ello, creo nos salva.
Besos
Un placer leer tus notas
=)
Un abrazo
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