Wednesday, July 12, 2017

Hacerse a la mar - 8: Napoléon estuvo aquí (o su campaña de Egipto y alrededores) y la piedra Rosetta - (1)



Napoleón Bonaparte, 28 años,  vencedor de Italia  y recientemente nombrado representante del flamante Directorio surgido de las brasas de la Revolución Francesa, llega al puerto Toulon en el Sur de Francia   el 9 de Mayo de 1798 (mes Floréal del Calendario Francés Republicano) y se aloja en el Hotel Marina. Diez días después a bordo del Oriente con sus mejores generales, 38.000 soldados, un contingente de científicos,  13 navíos de  línea, 14 fragatas y 400 buques de transporte, zarpa a la conquista de Egipto y Siria con la  gloriosa idea  de llegar hasta la India y bloquear el aprovisionamiento que Gran Bretaña recogía de su Colonia y así debilitar su evidente y a todas luces molestísimo poderío  en el Mediterráneo.  Napoleón logra evadir astutamente  a los ingleses; el almirante Nelson, estando muy cerca,   lo perdió por poco y por ello, presa  de  más feroz de las angustias, se comió las uñas hasta la altura de los codos y maldijo a viva voz tamaña  mala suerte  mientras le daba al zapateo con furia en la cubierta de su nave.

Testigo y trofeo  de las  victorias napoleónicas recientes, la bandera del ejército de Italia  con el reverso bordado enumerándolas,  flameaba en el salón  del Directorio, allá en Francia. El Directorio, envidioso y temeroso de la  creciente popularidad  de Napoleón,  a pesar de lo costosa que era, había aprobado prestamente la Campaña a Egipto  para alejar a Napoleón del centro del Poder. Bueno, eso creyeron, los ilusos; ni imaginar podían  lo que les iba a caer dentro de poco.


A bordo de su nave rumbo a  Malta, muy cerca de Sicilia ya,  Napoleón se pasea nervioso, oteando el horizonte, sumido en sus cavilaciones: "No puedo  estar mirando a Italia sin que la  emoción me embargue, ¡Oriente está al alcance de mi mano, voy a él!". Sus acelerados y angurrientos pensamientos son abruptamente  interrumpidos   por una inoportuna pregunta del General Kléber, "¡Todo a su tiempo, general, todo se andará, no se preocupe que tras las huellas de Alejandro Magno, navegamos!", le responde impaciente Napoleón.  Muy cerca suyo, un grupo de "los sabios" discute acaloradamente sobre lo que hallarán en Egipto a propósito de una pregunta audaz que Napoleón les había hecho  la tarde anterior. Las aguas están tranquilas y los vientos,  favorables hinchan las velas.


En Malta, el vigía avista la flota.....  ¡¡francesa!!: "¿pero no era que  patrullaban los mares los Ingleses?  ¿Cómo era esto posible?",  piensa el susodicho con creciente desasosiego y  manda aviso urgente al  Gran Maestre nro 71  Ferdinand von Hompesch zu Bolheim. Desde el buque insignia de la escuadra francesa, el L'Orient, Bonaparte pide permiso a las autoridades de La Valeta, capital de la isla,  para atracar sus buques en el puerto y repostar agua. El Gran Maestre -que imagina las malas  intenciones del que quiere ser su huésped- convoca un Consejo de Guerra y llama a todos los caballeros a las armas, que acuden prestos a guarnecer los muros de la capital; permite  que sólo se vayan acercando de a dos buques; no conforme Napoleón  con ese arreglo tan desarreglado  toma la isla de un zarpazo, ergo la invade, "¡ñam, ñam! ¡Boccone di Cardinale!".  El 10 de junio, los infantes franceses desembarcan pues  en la islita de Gozo, de 67 km2, -con gran tristeza gimieron  sus habitantes que nada pudieron hacer para evitarlo- y 6km más al SE en Marsaxlokk en la Isla de Malta,  bello puerto de pescadores, desembarca Napoleón ocupando rápidamente la isla, excepto La Valeta, dónde residía y escondíase el Gran Maestre de la Orden que al sólo nombre de Napoleón, se mea en los pantalones.   Al mismo tiempo que Napoleón les pedía la rendición, el ejército  francés saqueba todas las riquezas que la Orden San Juan de Jerusalén, también llamada de Malta,  aún conservaba.    

Napoleón  abolió la esclavitud, liberó a los presos musulmanes y dejó una guarnición de unos 3.500 soldados al mando del General   No-me-acuerdo-cual y se llevó 600 locales  de nacionalidad  francesa que dicho sea de paso, no quisieron defender la Isla cuando el francés atacó, alegando conflicto de lealtades.    Los ingleses mantuvieron un bloqueo de dos años, y al final, muy al final,  los galos se rindieron, pero  la Orden ya había sido expulsada  y  buscado refugio   bajo las generosas alas del Zar Pablo  I de Rusia a quien a pesar de ser ortodoxo y casado, nombraron protector y Gran Maestre de la Orden; eso porque al que lo había  sido hasta el momento,  le dio un soponcio y quedó frito.


A si pues, Bonaparte de un plumazo, terminó con los 268 años de gobierno de la Orden en Malta que ya venia en franco declive desde el mal gobierno del nro 68 Don Manuel Pinto da Fonseca, el portugués,  y su sucesor,  el Nro 69 Don Francisco Jimenez de Tejada,  de pura cepa  española, altamente impopular, con revuelta de sacerdotes y monjes en sus haberes.

18 comments:

Javier Rodríguez Albuquerque said...

Es de esas personas que nacieron justo en el momento oportuno para hacer historia :-)
Musu handi bat.

Myriam said...

Egunon, JAVIER: Como fuiste el primero de los 5 primeros de la mañana que leyeron esta entrada (4 entraron por FB): Musuak eta bararkada handi bat.

Cayetano said...

Como se dice coloquialmente: chiquito, pero matón.
Un abrazo, Myriam.

ELOY GONZÁLEZ CORRO said...

Interesantísima entrada, se aprende historia y, además,mediante los comentarios,tambien idiomas, en fin un placer.

Myriam said...

Gracias, ELOY. El placer es mio con lectores como tú. Un abrazo.

María said...

Si a Bonaparte no el hubiera podido su megalomanía seguramente se le recordaría por bastantes más cosas positivas que como sucede ahora por su desmedida ambición y obsesiva necesidad expansionista ... no obstante ahí está, aun chiquitín al lado de los grande de la historia ; )

Un beso inmeeenos preciosa y disculpa todas estas ausencias mías ... nunca son definitivas por más que a veces lo parezca, supongo que soy como el mar... voy y vuelvo .. y siempre a las orillas que como la tuya adoro ; )

Un beso inmeeenso mi querida MYR que tu verano sea tan delicioso y sabio como tú ; )

MmuaaaaaaaksS!!!

Myriam said...

Bienvenida, MARIA, te traje, creo con el pensamiento. Justo ayer y hoy pensé en tí, que andabas muuuuuuuy silenciosa y pensé en escribirte un correo electrónico. Me alegra verte aquí, napoloneando.
Besotes!!!!!

Genín said...

Siempre me ha apasionado la Historia, pero narrada de esta manera ligera y simpática, entra aún mejor...jajaja
Besos y salud

Myriam said...

¡Gracias GENIN! Besotes

Myriam said...

JAVIER: en el saludo de mi comentario anterior quise decir: "Besarkada", es que mi móvil no entiende vasco y me cambió la palabra. Besarkada handi bat, beti.

CAYETANO: Ni que lo digas, un petardo bien explosivo ;-). Un abrazo
para ti.

Pedro Luso de Carvalho said...

Olá Myrian.
Sempre teremos algo para aprender sobre Napoleão, sua ousadia e liderança. Quantas mudanças deram-se depois dele na França.
Gostei muito deste seu texto, que vem ao encontro do meu interesse sobre História.
Um abraço.
Pedro

Rafa Hernández said...

Muy bueno, eso de que le dio un soponcio y se quedo frito. Hacía mucho tiempo que no oía esta expresión: Mí madre la utilizaba con frecuencia.

Besos.

Ambar said...

Una lección de historia muy bien relatada y muy amena.
He estado unos días de vacaciones y tengo que ponerme al día con todo lo que has publicado.
Bdesos Myriam

Rita Turza said...

Maravilloso post, como siempre.

Un fuerte abrazo querida Myriam.

Ildefonso Robledo said...

Con el episodio de Napoleon daria comienza a la Egiptologia como disciplina cientificada... Los sabios que le acompañaron estudiaron el pais a fondo...

Un abrazo, amiga

emejota said...

Por aquí, aprendiendo!

Juan Ramón said...

Como a otros la soberbia acabó con él. Magnífico militar, estiró sin embargo más el brazo que la manga en el invierno y el posterior deshielo ruso

Pedro Ojeda Escudero said...

... y de pronto, comenzó otra era.
Besos.