Ríos de tinta se han escrito
sobre las Novelas Ejemplares de Miguel de Cervantes
Saavedra, así que no hay nada nuevo bajo el sol, pero de los varios kilos
de papel escrito (por otros) y leído (por mí, unos cuantos) sobre "El licenciado
Vidriera" quiero comentar someramente algunos de los ensayos que más me gustaron:
Por ejemplo, el escrito por Elaine Bunn "Fashioning identities in
"El Licenciado Vidriera", Bulletin of The Cervantes Society of
America, 24,1 (2004) Pg 119 a 136.
Me
gusta este trabajo porque la autora planeta en él, el terror del Lic. Vidriera a la intimidad.
Y así lo creo, porque el protagonista
quien a través de un proceso de individuación en su viaje vital, cambia
sucesivamente de nombres (Tomás Rodaja, Lic. Vidriera, Tomás Rueda) y de trajes
(humildes campesino, protectores en su etapa de vidriosa fragilidad, negros de
estudiante y de abogado, y por último, de
soldado, papagayo) tiene pánico a las mujeres.
Tomemos a la primera, la "dama de todo rumbo y manejo" -que es además
su primer encuentro con el sexo femenino-
ella, que al conocer a Tomás
quedó enamorada y al sentirse rechazada por éste, despechada, concurre a una "morisca" que
le da un brebaje en un membrillo
para obligar a Tomás a quererla. Tomás, por su parte, no estaba ni pizca
interesado en ella: "el atendía más a sus libros que a otros pasatiempos, en ninguna
manera respondía al gusto de la señora", es
que le habían dicho a Tomás que la dama estuvo en Italia y en Flandes y él fue
a verla por curioso para ver si la conocía, pero nada quería con ella. Estas
dos mujeres lo invitan a conocer lo femenino, pero él, membrillo de por medio,
(Válgame aquí la alusión irónica de Cervantes a la vulva de la mujer), Tomás no
soporta la cercanía, entra -como resultado de la confrontación- en un ataque de pánico de tal magnitud que
produce un brote psicótico en el que pierde la conciencia varias horas "al cabo de las cuales
vuelve como atontado" y hasta con "lengua turbada y tartamuda" dice que lo que
había comido "le
había muerto"
y convencido en que su cuerpo es de vidrio, muy
frágil, "tierno
y quebradizo", no permite que
nadie se le acerque hasta que dos años después, es curado milagrosamente del "hechizo" por un fraile.
Indicativos
de miedo a la intimidad tenemos no sólo en su rechazo a la
cercanía femenina, (tampoco en Italia,
ni en Flandes, ni en ninguna otra parte se acercó a una mujer. De las genovesas
sólo dice que son rubias y que eso le llamó la atención) tampoco le llamó la atención de "la gentileza y gallarda
disposición de los hombres" (hacia los cuales tampoco se
siente atraído, por lo cual yo descartaría una homosexualidad repremida). Por lo que he podido entender de esta novela,
Tomás muere virgen allá en un
punto lejano del Imperio, pero con una gloria en batalla bien lograda. Tomás
tiene una desconexión total de su cerebro (o mente) con su cuerpo y sus tensiones
libidinales, que reprime, concuerdo con la autora. Elaine Bunn,
señala con justicia, que Tomás vive en tres mundos patriarcales: la
agricultura, la academia y lo militar,
estando continuamente uniformado (de allí la importancia dada a la
vestimenta y a su roll social) pero vive desconectado de todo lo femenino, lo sensual,
lo erótico y lo afectivo que reprime,
como también reprime su propia sexualidad. Su mundo está poblado de verborragia
aguda, de detalles que Cervantes relata de los viajes, etc, que
ocupan la mayor parte de la novela, pero nada hay con respecto a sus
sentimientos.
Sigue el pmo miércoles con comentarios a otros ensayos.
Contribución
a la lectura colectiva virtual que hacemos bajo la conducción de Pedro
Ojeda desde su blog: La Acequia ©Myriam
Goldenberg
10 comments:
Me ha encantado tu post sobre el Licenciado Vidriera. El vidrio es frío, rígido, agarrotado y yermo y de alguna manera en su nombre lleva plasmada la definición de él mismo en cuanto a los sentimientos.
Espero la continuación.
Un beso Myriam
Hola Guapa:
Me ha venido a la mente que se la vida con diferentes cristales con tu escrito
Besote guapa
Pues esperaremos a saber un poco más de este casto personaje...
Un abrazo Myr.
:)
Salud y besos
El licenciado vidriera por sus características también podría haberse llamado el licenciado hielo.
Saludos Myriam.
Qué maravillosa forma de iniciar el comentario. Siempre me ha intrigado esta obsesión cervantina por los trastornos mentales, tan certeramente estudiada por él. Este problema con la intimidad del protagonista es una de las claves, en medio de una sociedad que no la permitía...
Gracias por el esfuerzo en la tarea. Un beso.
Efectivamente Myriam, Cervantes no nos habla de lo que en realidad siente Tomás, de lo más profundo de sí. Se cree transparente, pero no ahonda en su propio ser, aunque todo el tiempo de su locura esté dando sentencias de lo que piensa de los otros, pero no de él. Es frío como el cristal, pero no transparente.Me parece muy interesante su falta de sexualidad. ¿ A qué tiene miedo ?
Besos
Lo del membrillo me hizo gracia. En el sur de España es el higo, una palabra que hace sonreír maliciosamente. De Madrid para arriba entran en el reino animal y si no es el conejo es la almeja. Ahora es tiempo de membrillos, lo miraré bien.
Tomás es un comelibros al que le aterra el contacto físico, sí, algo así vi yo.Don Miguel, de jovencito, conoció, probablemente a muchos locos,, junto a su padre Rodrigo que era barbero cirujano, médico sin título universitario. Cuando se presentaba un problema así en la familia, la gente recurría a lo que tenía más a mano, el barbero. Con unas cuantas sangrías lo debilitaban y se quedaba más tranquilo. O recurrían a alguna hierba o brebaje. El tema de los locos es familiar a Cervantes, en el Quijote hay más de uno. Y el Avellaneda, en su línea, lleva al hidalgo hasta la Casa del Nuncio, al manicomio.
Un buen estudio, Myriam. El de esa especialista tiene buena pinta. Disfruta de tu familia. Besos,
Pues yo recuerdo que la primera vez que leí las Novelas ejemplares, entonces inocente adolescente en colegio de monjas, me parecieron muy eróticas, así que algo tendrían y algo desvelaría Cervantes entre líneas.
La imagen de los membrillos ahora me parece bastante sesuda, pero igual en el siglo XVII era de lo más común.
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