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Ahora me quiero detener en el único ejemplo detallado de relación sexual entre Rigoberto y Lucrecia (Ps 62-70):
Ahora me quiero detener en el único ejemplo detallado de relación sexual entre Rigoberto y Lucrecia (Ps 62-70):
Rigoberto se acuesta cansado y totalmente sereno pero no puede dormir, da vueltas en la cama y el velador de Lucrecia está encendido. Rigoberto pregunta a su mujer ¿No se te ha ocurrido pensar cómo sería la historia de Ismael con Armida, corazón?(…) La pregunta en sí en un primer momento nos parecería casual. Y no es raro que la eleve cualquiera de ellos, en este caso Rigoberto, porque ésta es la gran novedad para ellos, no sólo por la novedad en sí, sino por todo lo que significa para ambos con el problema que se les viene encima con los hijos de Ismael. Ella no sólo responde afirmativamente, también se le acerca mucho y le susurra. Rigoberto se ladea hacía ella y le pregunta lo que ella ha estado pensando. Y ahí comienza el juego erótico entre ambos, y nosotros los lectores nos enteraremos así, como la pareja-despereja de Ismael y Armida, entra a formar parte de las fantasías eróticas de esta pareja de forma lúdica, en la que la imaginación de Lucrecia es muy fértil, y nos va a ir reconstruyendo con lujo de detalles el romance de esos dos, incluida una fantasía de sexo lesbiano entre Armida y Justiniana, la empleada doméstica de ellos. Siguen párrafos de creciente erotismo en el que ya “ambos esposos estaban soldados uno con otro”, con un toque de humor y realismo como cuando Rigoberto le dice a su mujer (apretándola contra sí); “Otra vez te apartas de lo principal, Lucrecia. No es momento de ponerse a hablar de muertes” (referido a que Lucrecia en su discurso erótico menciona el fallecimiento de Clotilde, la primera mujer de Ismael). Porque una muerte en el plano de lo real, en efecto, fulmina cualquier instinto sexual que es en su esencia, un instinto de vida. En este caso él la frena con esas palabras y el juego erótico continúa. Pero un poco más adelante en la misma escena, vuelve Lucrecia al tema de la muerte en: “si yo muriera antes que tú (…)” Y Rigoberto la vuelve a frenar suplicando: “Y dale con hablar de la muerte. Volvamos a Armida y no te distraigas tanto, por lo que más quieras”. Ya mencioné antes la fulminación de cuando Lucrecia le da a Rigoberto en su estudio, la noticia de la muerte de Ismael (P.272). En el caso de ahora, estas menciones de Lucrecia -que era una mujer muy inteligente y perspicaz- se debió, en parte, a un intento deliberado y juguetón -equivocado por cierto, por exceso- de querer graduar el "calentamiento" del marido para que durara más tiempo; además, recordemos que él le pide expresamente un paréntesis
A Rigoberto lo estimulan los detalles “Qué cosas le hacía. Cuéntamelo con gran profusión de detalles, amor”, y Lucrecia se los provee todos fresquitos de su imaginación. La estimulación es mental, auditiva, táctil, etc. Se suma el morbo con la alusión que hace Lucrecia a las partes sexuales del octogenario Ismael : “esa cosa cubierta y encogida, poco menos que desahuciada por falta de uso que tenía entre las piernas, comenzaba a dar señales de vida, a resucitar”. Y un poco más adelante insiste Lucrecia en el pene de Ismael: “(…) descubrió que todavía era un hombre que tenía un pajarito vivo, vivísimo. Como el que te estoy tocando, amor. Duro, mojadito, temblón”. Y el juego sigue un poco más, ella pidiéndole que no sea malo, que la espere, que no se vaya todavía. Y llegamos así al punto en el que él estalla (como una botella de champán recién descorchada) con el “te amo, te amo”, mientras ella “(…) se ponía rígida y, pocos segundos después, gemía, aflojaba el cuerpo y se quedaba inmóvil, acezando”. Chan, chan.
-8*8-
Como esta cuarta y última parte ya me está quedando larga no me extenderé aquí hablando de la relación de Lucrecia con Armida, pero si quiero mencionar que ésta pasa por varios estadios: duda y malicia, preocupación, llanto, charla, aceptación y credibilidad, amistad. Tampoco quiero dejar pasar ahora de señalar -y con esto finalizo mi trabajo- que MVLL juega de manera eficaz con las fantasías sexuales del lector, daré aquí dos ejemplos: 1- En el Cap. 6 P112: Cuando Fonchito y la madrastra dialogan sobre el tal E. Torres y Fonchito le dice “Además, tu sabes que la única mujer que a mí me gusta en el mundo eres tú madrastra (…)" y ella como persona adulta que es, se lo toma a broma, con cariño y sin malicia, ejemplo que cité completo en el apartado de esta pareja como padres. Lo que me interesa aquí especialmente, es la frase concatenada o contigua a ese diálogo en la que ella pregunta a Rigoberto: “¿Pero qué significan esas manos esposo?”. En realidad todo el Capítulo 6 está escrito como "una trenza" en la que se van intercalando los diálogos de acciones en tiempo presente y pasado de Lucrecia y Rigoberto, de Rigoberto y Fonchito, de Lucrecia con Fonchito y de éste con E.Torres. Justamente por eso, el ejemplo mencionado aquí, aunque juguetón por parte del autor no me parece nada traído de los pelos o para decirlo bonito “deux ex machina”, porque ha habido todo una preparación previa.
El siguiente ejemplo que quiero mencionar –para terminar- es este que hallamos en el Cap. XIV, P250 párrafos penúltimo y final: Rigoberto estaba en su estudio encerrado, que era su “locus amoenus” mirando los libros de arte y los catálogos de las exposiciones a las que había asistido: “Se levantó y fue a echar un vistazo (….) oyendo buena música, fantasear con ellos, viajar en el tiempo, (……) emocionarse, entristecerse, gozar, llorar exaltarse, y excitarse (…).” Y ahora presten atención que en el párrafo siguiente dice: “Empezaba a divertirse, pero, sin que tuviera todavía conciencia cabal de ello, ya sus manos habían encontrado lo que estaban buscando (…)”
Contribución a la lectura colectiva virtual que hacemos bajo la conducción de Pedro Ojeda desde su blog: La Acequia ©Myriam Goldenberg
Nota: Citas del texto en color verde; enlaces en color azul.
5 comments:
Rigoberto; un hombre, maduro y generoso, con una sensibilidad por el arte. Hasta transportarlo a extremos patológicos: como bien describes.
Deseando saber el tramo final de estos personajes.
Muchas gracias Myr, por estos puntos de observación.
Un fuerte abrazo.
Me he encontrado con algún Rigoberto en estos días...
Besote guapa
Es un magnífico análisis el tuyo. Efectivamente, no solo ellos juegan sino que Vargas Llosa sabe cómo implicar a un determinado lector en este juego. Recuerda que don Rigoberto y su mujer ya vienen de otras historias del peruano y sabe lo que hacer con ellos...
Un beso.
Rigoberto y Lucrecia funcionan muy bien y con una lúdica complicidad pero...en otro libro de don Mario...Fonchito les complica. ¡Criaturita!
Vargas Llosa tiene algunas fijaciones que tú, Myriam, verás como especialista. ¿No?
Un buen análisis el tuyo, Myriam.
Besos
ABEJITA: jajaja pues, sí, pero como ese no era el tema de mi trabajo... Y además, para hacerlo, hubiera tenido que leer toda su obra :-).
Besos
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