Thursday, April 2, 2015

Amor, sexualidad y erotismo en las relaciones de pareja en "El Héroe Discreto" de Mario Vargas LLosa, Ed. Prisma, Madrid, España, 2013 (2)





Como suelo hacer, este análisis lo pienso como si de personas reales se tratara. Hoy veremos la  relación  de pareja de Felícito (Indígena y empresario de 55 años)  de Piura, una ciudad al Norte de Perú,  con su mujer Gertrudis y el jueves próximo, la de él  con su amante Mabel.   Felícito tiene, entonces,  la casa grande y casa chica (P43), una costumbre  de la que tengo conocimiento,  prevalente  en algunos países de Latinoamérica (centro y norte del Sur).  Empecemos por la primera:

Felicito con  Gertrudis: relación mueble, en la que no hay amor,  ni atracción sexual, ni erotismo, menos, pasión;  tampoco hay complicidad o comunicación.  Una relación basada pura y exclusivamente en la obligación y en la culpa.

Los cónyuges se conocieron cuando eran muy jóvenes y él estaba  hospedado en la Pensión “El Algarrobo”  (P54) siendo Gertrudis la mayor de las hijas de la dueña, que  era la proxeneta de su propia hija.  Felícito tuvo relaciones sexuales con ella “porque sí, porque ella estaba allí y era mujer, no porque la muchacha le gustara”   ¿Qué es Gertrudis para Felicito desde su relación inicial?  Un mueble, un objeto  que sirve pura y exclusivamente para descargar sus pulsiones sexuales.  Estos  pensamientos de Felícito que  “pese a que hacía todo lo posible por olvidar  volvía(n)  a la memoria (…) de tanto en tanto y le malograba (n) el día, algo,  que él arrastra desde entonces.   Según Felícito, ella había estado, pues al paso,  al alcance de la mano,  pero,  ¿gustarle como mujer?  “No le gustaba a nadie”  porque  ella era  “una hembrita medio bizca, descachalandrada, que olía a ajos y cebolla”. 

Si desde el  vamos Gertrudis fue un mueble para Felícito ¿podemos decir que hubo amor, erotismo o pasión? Claro que no, porque es a simple vista, una relación de explotación, pero esa relación se le complicó a Felícito, cuando a “resultas de uno de esos dos polvos sin amor y casi sin ganas, Gertrudis quedó en cinta”.   No obstante ésto,  Felícito se consideraba un buen marido porque había proveído  por su familia “rompiéndose el lomo cada día” y había salido de “pobretón” y no les faltaba nada material (P44) ni a ella ni a sus dos hijos.

 La madre de Gertrudis lo obligó a casarse con la hija: “lo denunció ante la policía”  (por estupro) y  en la declaración ante la policía Felícito reconoció que se había acostado  con esa menor”  pero  en sí,  aceptaba  casarse  “porque le remordía  la conciencia de que naciera un hijo suyo sin ser reconocido “ y “porque se creyó la historia”. Hoy, ante el reconocimiento de una paternidad, pediríamos un análisis de ADN, por supuesto.

Después  de nacer   ese hijo tan diferente del padre, Felícito vivió con la sospecha permanente  de que ese niño “tan blancón (…)” (P80)   no era hijo suyo, pero  no lo habló con nadie, viviendo todos estos años con la sospecha de que no lo era”  (P55). Además de que se casó obligado y por mala conciencia,  esa sospecha fue instaurándose como un muro que iba aumentando de tamaño con los años.

¿Y Gertrudis?  Después de una historia de abusos por parte de su madre,  sin padre, acepta este matrimonio con este hombre feíto, bajito,  menudito, enclenque, raquítico  (P14, 44,  80, 340, 375 etc), por obligación como una purgación por sus pecados (P302);   fue una mujerhacendosa  y sacrificada en los años difíciles (…..) y después también”  (P55) porque aunque tenían ya buena situación económica, ella seguía viviendo  “Con la austeridad de los años en que eran pobres (…). Él tenía que insistirle (….) para que se comprara zapatos o vestido nuevo”(P55).    En su relación con Felícito, Gertrudis  era paciente,  “nunca habían tenido una pelea” y aún más:  totalmente sumisa,   que aceptaba dócilmente las propuestas de salir de Felícito, por ej.,   pero que se apresuraba  a regresar a casa a “sentarse en su mecedora a orillas del patiecito,   junto a la radio o  Televisión en la que buscaba programas religiosos”  (P56) .  A Félicito le parecía que Gertrudis  “se había convertido con los años en una especie de mueble”  (P55) y esto no es de extrañar, por cuanto ella siempre fue tratada como uno, por su madre, por  los hombres que contrataron sus servicios sexuales, por Felícito,   que “nunca la había querido como se quiere una mujer, pero le tenía cariño, mezclado con un poco de lástima”,  pues ella no se quejaba de un  marido “tan frío y desamorado” (P54). Gertrudis  tampoco tenía amigas y cuando ya de grandes,  los hijos la visitaban  de vez en cuando, tampoco mostraba  mayor interés por ellos (P56).   Ambos cónyuges habían tenido sexo  expeditivo” (P45), como un mero trámite,  hasta el nacimiento del segundo hijo, que sí era bien parecido a su padre (P80),  y desde entonces dejaron de dormir juntos (P56).

Gertrudis deja  de ser un mueble  (Ps 299 a 304),  después  de descubrirse  que su hijo mayor había estado detrás del  asunto de las cartas y el supuesto secuestro de la amante  de su marido y a instancias de Felícito, tienen ambos una conversación: ”Por fin, ese atardecer, después de mucho cavilar, Felícito decidió que había llegado el momento  (…) Tenemos que conversar tú y yo a solas, le dijo”.  Ella sin moverse, amorfa, inexpresiva, embutida en si vestido incoloro, etc, etc, con “las manos sobre la falda, ceñidas con fuerza, como si estuviera resistiendo un tremendo dolor de estómago”,   “petrificada”,  lo miraba pero no parecía verlo.   Felícito le pide que le confirme que Miguel no es hijo suyo, ella le gruñe que había creído que sí lo era, hasta que nació. El sigue con su  interrogatorio y ella, entonces,  le vomita  todo lo que tenía  guardado adentro desde hace tanto tiempo.  El detonate fue  la pregunta de Felícito “¿Con Cuántos de la Pensión el Algarrobo de acostabas?”  “Con todos los que mi mamá me metía en la cama”,”ella los escogía y les cobraba también”. Así sabremos que Gertrudis había querido abortar, pero que la Madonna (como era llamada la madre-proxeneta), que tampoco  Gertrudis había querido casarse con Felícito, que sabría que a su lado “nunca sería feliz”, pero que la madre la obligó a hacerlo.  Y remata, yo he estado pagando mis culpas todos estos años, Felícito (…)Llevando mi cruz calladita (…)”  También sabremos aquí que Gertrudis sabía  de la existencia de Mabel (la amante)  de la que nunca le dijo nada,  porque Felícito  la había ayudado a expiar sus culpas, cosa que ella le agradecía.

También en estas páginas tenemos evidencia de  la calidad del muro  de silencio que se había levantado entre ambos, un muro lleno de “deshonor, vergüenza dolor, verdades amargas” al que se sumaba  la “desgracia que acababa de ocurrir con su falso hijo y con Mabel” (la amante). Cuando ese muro se derrumba con esta conversación,  ella se retira  de la habitación muy ligera “Con una agilidad que Felicito no le recordaba”,  mientras que él queda hecho pomada,  “sumido en un sopor denso, en una desesperanza, en una tristeza que no lo dejaban pensar y lo privaban de la energía mínima para ponerse de pie”….  Gertrudis  se aligeró tanto, lo sabremos más adelante,  que hasta parecía cambiada, se había vuelto más comunicativa y simpática,  ahora sonría” (377).

 Pero,  claro,  a  ese cambio de Gertrudis contribuyeron varios factores:  El primero,   fue la descarga de todo lo que tenía atragantado durante tantos años,  de  rabia, dolor, culpa.  El segundo, la ruptura de Félicito con la amante, una ruptura definitiva, tajante,  rotunda, absoluta,  con un círculo bien cerrado (Como veremos más adelante cuando me refiera a la relación de ambos)  el tercero, que Gertrudis ha hecho causa común con su marido en cuanto a romper con el hijo (que además, recordemos,  había sido no  deseado) como surge de sus palabras dirigidas a Felícito: “No quiero verlo nunca más yo tampoco (…).  Después de lo que te hizo, no podría”(P365)  ¿Lealtad? ¿afecto? ¿Amor?  En todo caso demuestra  que Gertrudis deja de  tener una actitud pasiva, de víctima  -por todo lo sufrido en el pasado (que sin lugar a dudas fue horrible y muy duro,  ¡durísimo!)-  como la que había tendido  hasta antes de la charla con el marido,   al igual que durante  todos esos años de vivir  siendo como un mueble. 

 Por su parte, Felícito,  había sido golpeado por la tragedia, como su amiga  Adelaida tan bien lo resume:  “Tu amante y tu hijo conchabados (que término más vulgar) para desplumarte¡Dios mío las cosas feas que se ven en este mundo! Menos mal que  los enjaularon a  esos dos"(P.360). Felicito ya  se estaba haciendo a la idea de que “probablemente no volvería a hacer nunca el amor con una mujer. Ya  no estaba él para buscarse otra querida, ni para ir en las noches al bulín a acostarse con putas.  Y la idea de volver a hacer el amor con Gertrudis,  después de tantos  años no se le pasaba siquiera por la cabeza. Tal vez tendría que correrse una paja de vez en cuando, como churre” (P359) pero ésto  lo pensaba  él antes de tomar nota de que su mujer lo apoyaba voluntariamente,  de que ella hacía causa común con él. Gertrudis, ya no era pasiva.

Como como colofón  se los ve en el aeropuerto de Lima irse juntos a Italia a visitar a la hermana de Gertrudis, “perdidos y asustados, como si fuera la primera vez en su vida que tomaran un avión”  (P375, 376), metáfora  también de un inicio de relación de pareja diferente, más madura, en la que ya no hay reproches por el pasado, ni  culpas que expiar, ni muros de silencio, ni pasividad por parte de ella o escapismo, por parte de él. En una relación así obviamente, no puede Ex-nihilo, brotar la pasión que jamás existió, pero sí, -después de haber atravesado una crisis tan grande como la que pasaron Gertrudis y Felícito, haber hablado entre los dos de  todo y cambiado los dos ciertas pautas- el afecto (del que sí ha habido rastros y que he señalado) y el compañerismo; además  estaban acostumbrados el uno al otro.





Contribución a la lectura colectiva virtual que hacemos bajo la conducción de Pedro Ojeda desde su blog:  
 La Acequia  ©  Myriam Goldenberg


Nota:  Citas del texto en color verdeenlaces en color azul.


9 comments:

manouche said...

Chère amie, je viens te visiter très souvent avec toujours le même plaisir mais je ne peux commenter tes textes remarquables....

Genín said...

Un buen trabajo, pero como no he leído el libro, no he seguido leyendo, por si acaso, que luego creo que lo he leído y le doy prioridad a otros... :)
Besos y salud

Bertha said...

Un buen análisis:a veces, estas parejas que comienza una relación de convivencia por razones o presionados por circunstancias.Cuando se sinceran(ambos han dado rienda suelta a sus pesares...).Por el lado de ella; se adivina, que lo estima, no es mal hombre aunque no este enamorada...o en estos momentos lo descubra y vea con otros ojos.Y otro tanto él.Es una mujer fiel y ademas siente que lo han traicionado de una forma vil.

-La forma de sacar a la luz las miserias humanas.De una forma tan objetiva y sobre todo desde tu punto de vista laboral, ya que eres una conocedora de la relaciones de pareja.

Un fuerte abrazo Myr.

María Pilar said...

Creo que es el único libro de Vargas Llosa que no he leído y es el tercer estudio sobre la lectura del profesor Ojeda que me atrapa. Te felicito por el análisis de los personajes y la radiografía que haces de los personajes y sus actuaciones. Ahora tengo que ponerme a leer el libro antes de que expongáis las conclusiones.
Un placer leerte, como siempre Myriam.

Montserrat Sala said...

Hola Myriam: he leido el análisis que has hechon de este libro de Vargas Llosa. Aunque no ès mi autor preferixo, voy a seguirte en estos cuatro partes, que vas a comentar con el profesor. Pedro Ojeda, y ver si me reconcilio con este escritor.
Un abrazo y que vivas con ilusión y respecto esta Semana Santa.

Pedro Ojeda Escudero said...

Excelente. Subscribo plenamente el análisis, aunque no tengo tanta esperanza final.
Con ganas de verlo completo.

Paco Cuesta said...

Gran reflejo de los convencionalismos sociales. Por su mediación se conserva lo inconsistente.
Besos

Colotordoc said...

Hola Guapa:

Interesante análisis. Personajes que no son distantes de nosotros con sus mismos problemas laborales, humanos...

Besote

Abejita de la Vega said...

Gertrudis es una mujer mueble, como bien dices. Explotada por su madre, pasa de ser prostituta a la fuerza a ser una impecable ama de casa silenciosa y beatona. No creo, yo tampoco, que este tipo de mujer termine siendo una buena compañera para Felícito.

Un buen trabajo el tuyo, y ameno. Gracias Myriam.