La relación sentimental de Aida y
Bruno:
La relación entre ambos se inicia a partir de
una entrevista que Aida, periodista, le hace a Bruno, actor, por asuntos laborales, es decir, enviada por
su periódico. Ella le envía a Bruno por correo electrónico fechado Ago 17 de 2007, Asunto: “lo
prometido”, es decir, la entrevista que le hizo
y fotos de la misma, que tomó su fotógrafo y expareja Asier. Ambos
Aida y Bruno, a juzgar por lo que
escribe Aida se sintieron cómodos en ese encuentro. “Nunca dedico tanto tiempo a
una entrevista y si lo hice, te lo aseguro, fue porque me sentía cómoda” (30) y sigue escribiendo Aida en esa carta
“me dijiste que hablabas conmigo como si me conocieras de mucho tiempo
atrás”(30, 31). En la misma carta Aida
se sorprende de que Bruno conociera la historia de Aida Lafuente, que pocos
conocen fuera de Asturias (31).
La respuesta de Bruno a esa carta es de
alegría por el establecimiento de la comunicación. “Temía que no me escribieras (….). Me
maldije porque dejé al azar (y a tu voluntad) la posibilidad de mantener la
comunicación” (44). Durante la función
sí que la vio y estuvo a punto de “amorcillar”
y enviarle un mensaje desde el escenario, que al final no hizo. Pero
ahora que tiene su dirección de correo electrónica tal como él lo expresa “existe un pasadizo
secreto que comunica mi castillo con el tuyo” (44). Y aún hay más, la mirada de los ojos azules de Aida le daba
a Bruno “la sensación de estar volviendo a casa” (44). (A cuantas mujeres les habrá dicho lo mismo?,
tal como parece un discurso estudiado y repetido como un guion).
Aida había ido a ese encuentro laboral sin ganas, con mal
humor, porque hubiera preferido entrevistar a Sabina y Serrat (53) pero su
ánimo de fastidio se mezcla con una extraña nostalgia (55) a medida que se va
acercando al lugar del encuentro. Ya
yendo hacia el hotel para la entrevista con Bruno, la sola evocación de su nombre abre “la
caja de esencias que era el pasado”,
de cuando lo veía de niña en Estudio 1, junto con su abuela y su
madre y él era joven (54) y un muy guapo (55),
“un jovencísimo actor de voz inconfundible y gesto a medio camino
entre la entrega inquebrantable y el desdén voluntarioso” (54). Esa voz inconfundible va a hechizar a Aida, como
veremos más adelante. La emoción invade a Aida en el primer encuentro no
bien ve a Bruno salir del ascensor “una
extraña sensación de alegría, de calidez y de vuelta a casa (….) (55)
Ya en el cuarto correo de Bruno a Aida, le
brinca el corazón y lo deja sin abrir un rato, centrándose en otros, para demostrarse
que controlaba la situación ante el “connato de pánico” que le suscitaba
el dejar que le brinque el corazón, es
decir dejarse ganar por las emociones, dejando de lado la razón (59). Hasta que abre el mensaje (61). Las frases
escritas en esa carta “con una
aparente (sólo aparente) falta de intención”
“se convertía en la conquista de un territorio de geografía incierta”. Aquí vemos como Bruno, también la hechiza a Aida con la palabra, no
sólo con el tono de voz.
Al comienzo de la relación y en la etapa de
lo que yo llamo “el enamoramiento fenormónico” entre ambos surge comodidad, buena
comunicación y Bruno se erige como “encantador de serpientes” y ella en
hechizada hasta el punto de dejarse
dominar de tal manera que aquel “extraño alboroto” amenazaba con convertirla en “una mezcla lamentable de
fan desmelenada y torpe periodista” (55).
Vamos a ver ahora que pasa después, como
sigue avanzando la relación, siempre por correo electrónico, se cuentan
cosas. Aida le confía en el correo fechado Sept 7 de 2007, o sea 22 días después del primer contacto
con Bruno, su obsesión por la búsqueda
de los restos de su abuelo represaliado “Objeto primordial de mi existencia”,
le dice (66) y le cuenta que cenará en Felechosa, una localidad al sur de Asturias, con Pablo y
un amigo suyo de la ARMH. Aida,
no sabe porque le cuenta todo esto, cuando en realidad quería sólo
agradecerle a Bruno todos los correos que le enviaba, “que a una, que ya tiene
una edad y mucho callo en las vísceras” le lleguen correos como los suyos, “no
deja de ser uno de esos pequeños milagros que convierten los días en especiales”. Además
de tomar como milagro el correo de Bruno, Aida muestra su interés por él: “te diría que molas tú,
pero igual… no sé…A ver si voy a parecer una fan o algo…” (67). Bruno le responde ese mismo día inmediatamente, interesado por saber que le pasa a su
abuelo y le dice “Todo lo que me cuentas me importa (…) me importas tú
(..)” “y yo no suelo hacer ese tipo de confesiones, te lo aseguro” (67) A vuelta de correo, Aida le cuenta a Bruno
que a su abuelo lo mataron en el año 37, justo después de entrar los nacionales
en Asturias, etc., etc. Y cierra la carta con un “¿De verdad te
importo?” (68), (mostrando con esta
pregunta su inseguridad o sorpresa
de que alguien como Bruno, muestre
interés por ella), a lo que Bruno le responde inmediatamente “me importas”
pero muestra su irritación por “tener que asegurar lo que dice” y, lamentando la distancia entre las casa de
ellos, le pregunta si lo llevaría con ella
a esa cena en Felechosa (68)
a lo que Aida le responde que sí que lo llevaría con ella (supuestamente en viaje imaginario, charlando
por el móvil a manos libres), y agrega que la próxima “para evitar este
trasiego de correo va, correo viene” mejor abren una sesión de Messenger, que
Aida ya sabe que Bruno no domina
demasiado, pero que no tiene más que preguntarle
a su padre nonagenario que, por lo
visto es un genio en informática (69).
Aquí se ve que ya han hablado de
estos temas, pues Aida los da por comentados.
En el correo fechado Sept 8 (Pags. 87-88) Bruno
se muestra comprensivo, primero, sobre la necesidad de Aida de
encontrar los restos de su abuelo y se abre a ella, contándole de su
familia materna y lo mucho que ignora de
la paterna y lo poco que sabe de su padre. “no puedo evitar pensar que hay
una parte de mi historia que desconozco” También reconoce Bruno que “es la
primera vez que lo menciona a alguien”, Bruno se sincera:
igualmente reconoce que tiene muchas manías y que es “un tipo
insoportable”. “Tanto que me pregunto muchas veces cuánto tiempo mantendrás conmigo esta extraña
relación sin que salgas corriendo dispuesta a borrarme lo antes posible de tu
memoria”.
Aida se da cuenta de que está cambiando a
partir de la relación con Bruno, dejando que la emoción se apodere de ella y eso “no quería creerlo del todo” y
le daba “miedo “porque eran muchos años, mucho callo en el
corazón, una abultada suma de desamores en el inventario de la decepción” (94)
.
En este punto de la narración Bruno ya tiene urgencia en escribir la historia del
padre antes de que el supuesto
Alzheimer del padre borre toda la memoria y piensa en Aida, porque él es
incapaz de sacarle una palabra al padre (107)
necesidad que se manifiesta no bien el neurólogo da el diagnóstico y
Bruno vive esa situación “Como si el mundo de pronto se hubiera vuelto del
revés” y necesita bucear en el pasado del padre (48-50).
Aida, por su parte, está pasando por un
momento de intenso trabajo con su nuevo cargo, charlas con Bruno por
teléfono hasta muy tarde y por ende poco sueño, sumado a la enfermedad de la
tía abuela Paloma a quien cuida, instalando incluso, su despacho en
la habitación de al lado con el portátil y conexión a internet. Un período de mucho estrés: “una
esquizofrenia a tres bandas”, “una bomba de relojería” (117).
Bruno confiesa a Aida
por correo electrónico (124-127), que se
siente un actor que siempre está
interpretando un papel, algunas veces le pagan por ello, otras no. Y que
“daría algo bueno por ser uno de
los personajes que ha interpretado a lo
largo de los años”, con tal de no ser el mismo y que se siente un fracasado
en todos los aspectos y le cuenta de su vida, su relación con su padre, sus ex,
sus hijos.
La
comunicación fluía entre ambos, Aida y Bruno, pero siempre a distancia,
a la vez que cobraba más relevancia:
(hasta ahora se
habían visto una sola vez) y en la cena con sus amigas (132-137) Aida no les cuenta de Bruno, tendría que entender ella misma antes, esa
sensación extraña que le producía, “Bruno le gustaba de muchas maneras,
hablaban durante horas se escribían correos, se enviaban mensajes al móvil” y
hablaban sí, de “la posibilidad de cenar juntos un día de éstos”, “riesgo que
Aida no estaba segura de querer asumir” (134). Sin embargo, ambos se abrían, se
contaban sus historias vitales, y
había entre ellos intimidad emocional, porque se contaban confidencias, “hablaban de sus soledades y
sus miedos” (135), intercambiando vulnerabilidades, y Aida, no tenía idea de lo que le pasaba, de
lo que es el amor “nunca me había pasado una cosa así “, dice a su amiga
Jimena, quién- dicho sea de paso- le
recuerda que Bruno es un actor (136).
Finalmente, Bruno y
Aida se encuentran cuatro días en Madrid, aprovechando que Aida iba a
Diputados por el Debate sobre la Ley de
la Memoria Histórica. Aida no había arreglado antes el encuentro, sino
que lo llama desde el hotel (146).
Bruno acepta con agrado el encuentro. “A Bruno le apetecía mucho ver a Aida para
convencerse de lo que llevaba sintiendo (desde el primer y único encuentro de
ellos) era cierto porque Bruno era muy dado a inventarse vidas para compensar
la que tenía (…)”(151). “Muchas mujeres habían ido sucediéndose en su cama sin
hacer nunca parada en su corazón” (153).
No creía en el amor verdadero que tantas veces había tenido que
interpretar, eso “era una impostura” y además, tenía tendencia al sarcasmo para
ocultar el dolor, como cuando (se) rompe la relación con Esmeralda, su última conquista, “quien se había largado
con viento fresco” (155).
Aida disfrutó mucho de ese encuentro que le pareció mucho más largo
de cuatro días y así se lo hace saber a
Bruno en un correo electrónico fechado
Nov 4 de 2007 (163).
Sigue mañana: La Continuación de la rel. sentimental
de Aida y Bruno.
Contribución a la lectura colectiva virtual que hacemos bajo la conducción de Pedro Ojeda desde su blog La Acequia. © Myriam Goldenberg
8 comments:
:)
Besos y salud
La relación se teje, sobre todo, con sobreentendidos y palabras cruzadas, en efecto. La importancia de estos correos electrónicos es, por lo tanto, emocional y argumental. Excelentemente visto.
Besos.
Las redes sociales están copadas con este tipo de situaciones, donde es fácil dejarse atrapar por el anzuelo de lo inesperado o mágico. Si bien Internet cumple la maravillosa función de acercarnos en la distancia, también es terreno fértil para cautivar corazones solitarios que no saben, que pueden ser dañados por almas no tan santas pero si muy experimentadas.
Un abrazo querida Myriam.
Me siento molesta al comentarte esta serie porque aún no leí el libro.
Pero el personaje de Aida de la Fuente lo conozco muy como te conté. Y es una de las bases de la historia familiar que también la guerra acabó por destruir en el caso de la familia de María, mi mejor amiga desde la infancia.
Así que sé que sabrás disculpar mis ausencias, pero me reservo estas entradas para cuando lo vaya leyendo, porque sé que siempre abordas todos estos temas con gran esmero y mucha seriedad.
Besos, Myr.
Y de está relación profesional, habrá algo más personal?
Besote guapa
Y ya de paso, como eres especialista en el pasado, escuchas a mi padre, que yo no tengo paciencia, cariño. Así es Bruno, qué majo, diríamos por aquí.
Besos
Conocía al personaje de Aida precisamente por la canción de Tejedor con Nuberu que enlacé en una entrada. Lo escuché hace unos años por un programa de Radio3 que solía sintonizar los domingos: La Tarataña se llamaba.
La pareja de actor veterano y de periodista más joven está bien escogida, como tantas otras cosas de la novela, como dice Pedro: parece mentira que sea la ópera prima.
Un abrazo.
Contratipo del concepto tradicional de pareja.
Besos
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