Thursday, March 13, 2014

De amores y relaciones en “Dejar las cosas en sus días” de Laura Castañón, Ed. Alfaguara, Madrid, España, 2013 Introducción (2)



Viene de aquí

Siguiendo con la introducción a esta lectura y antes de  centrarme en el análisis psicológico de algunos de los personajes y sus relaciones quiero recomendar la entrevista  que  Anabel Rodriguez del blog La puerta deshecha le hizo a la autora.     Vengo atrasada con mi aporte a esta lectura, porque amén de circunstancias personales que me han tenido ocupada, ésta ha sido una lectura que he disfrutado  en toda su extensión y por lo mismo, no he querido ir demasiado a prisa con ella. Es sin duda,  una novela poliédrica y polifónica, abundante en personajes, situaciones y relaciones que, desde mi óptica, guardan entre si mucha coherencia interna, me refiero a que son situaciones, relaciones y personajes muy verosímiles. Un excelente trabajo de patchwork literario y más que eso, un excelente entramado relacional que cubre unos cien años con todo lo que eso implica en una España que ha pasado por una guerra civil y dictadura.  Ni que decir de todo lo que he aprendido sobre Asturias, una de las pocas regiones de España que no conozco, o  de heroinas como Aida Lafuente, quien da su nombre al personaje central de la novela. 

Laura Castañón diseña a sus personajes con esmero y congruencia, no importa si son principales o  secundarios.  Me gustan especialmente las imágenes que usa para describir las emociones, tomemos por ejemplo  un poco al azar, porque los ejemplos abundan, el personaje de  Germán como cuando ( P226) habla de su "afonía emocional que lo incapacitaba para hablar de sus cosas" o cuando este personaje habla del extranjero: "(.....) y como si en sus ojos se hubieran depositado los paisajes y las calles evocadas, trasladaba a la mirada hambrienta y triste de Manuel el equipaje de recuerdos que traía consigo" (P227) . O como cuando Sidra "se asomaba a los días como si aguardara noticias del paraíso y sólo encontraba el eco de la vulgaridad de lo que la rodeaba" ( P177). O como cuando Andrés Braña se debatía entre el recuerdo y la desmemoria y la ambivalencia que lo carcomía por  dentro: "Qué manía la de recuperar la memoria......(...) con lo bien que están las cosas colocadas en su sitio, dormidas (...) a ver quien tenía ganas de despertar a la bestia" (P109) contra el deseo que  "Lo devoraba de poner por escrito su vida" (P188). O tomemos a Jimena, la amiga médica de Aida que es la que cumple en la obra la función de aclararle los sentimientos a Aida: "Bruno es un tío encantador, un poco inconsistente (...)  "es como esa gente  que hace las cosas de mentira (...) pero en realidad se están limitando a reproducir  el guión que han escrito de su propia vida" (P382). Otro ejemplo: cuando Paloma de joven, en casa de su suegro, siente que "alguien le había arrancado la vida y la había puesto a secar al sol hasta convertirla en aquella colección de harapos que, como en un revoltijo sin sentido, rellenaban su piel y ocupaban lugares tan capitales como aquel en el que una vez estuvo el corazón" (P389).

 Con respecto a las relaciones,  especialmente las sentimentales, hay un muestrario también muy bien trabajado, por ejemplo las tres más importantes de Paloma, el amor apasionado juvenil y prohibido con Antón, la de abuso y maltrato con Eusebi y la de la que poco sabemos con su tercer marido, Nicodemo, quizás por rutinaria o común. O la maravillosa entre el médico Efrén y Camino -dos personajes secundarios entrañables-, especialmente, cuando la veía en misa... "Efrén Rubiera conocía de memoria cada pliegue cada curva, la longitud exacta de los brazos, el modo en que el cuerpo (de Camino) se movía (.......)" (P141). y como Camino  que podía leer el corazón de las personas "la radiografía de sus gozos o sus pesares", por eso la mirada de Efrén aquella tarde de junio  "era como una página escrita con letra clara y sin borrones" (P149).  

 Otra de las cosas que me gustó mucho en esta novela, es el uso de los diálogos, a los que a cada personaje le da su voz y el grafismo de algunas muchas escenas, como  esa en la que Benito Montañés va a pedirle al doctor Efrén Rubiera que contrate a Camino como ayudante "Benito Montañés, sin sospecharlo siquiera (....... ) Y B. M. y su atribulada conciencia respiró con alivio" (P164-166), que me parecía estar ahí viéndola. Otro ejemplo:  de Paloma, ya anciana: "A pesar de todo aquello Aida estaba contenta y la sonrisa de oreja a oreja de Paloma, cuando abrió la puerta de su habitación (......) Parecía una niña feliz" (P167) y de todos los diálogos  entre ambas, que mueven la acción hacia delante.

La semana que viene, sí me adentraré en el análisis de Aida y Bruno, de sus personalidades, sus raíces y su relación por lo que recomiendo que sólo  lo lean aquellas personas que lo deseen, por supuesto, pero ya habiendo leído el libro, porque me será imposible hacerlo sin revelar la trama. 


Contribución a la lectura colectiva virtual que hacemos bajo la conducción de Pedro Ojeda desde su blog La Acequia.   ©  Myriam Goldenberg

11 comments:

Paco Cuesta said...

Envuelve en poesía gran parte de las emociones.
Besos

Unknown said...


Contigo ya son dos personas que lo recomiendan y en ambas confío plenamente en cuanto a criterio literario, así que no me va a quedar otra que buscarlo en papel, porque yo no puedo hacerlo virtualmente, pero el gusanillo ya no deja de picarme.

Gracias por compartir tus impresiones.

Besos apretaos, Myriam

Javier Rodríguez Albuquerque said...

Me has terminado de convencer, si bien una visita a la librería ha hecho el resto :)
Un beso.

Pedro Ojeda Escudero said...

Apetitoso primer plato. En efecto, la autora cuida esa construcción de los personajes y el entramado de relaciones entre ellos. Como a ti, a mí me gustó mucho la historia de Efrén y Camino, que crece hasta ocupar un primer lugar ante los lectores.
Besos.

María Pilar said...

Dear las cosas en sus días de Laura Castañón, sé tengo que buscarlo y leerlo porque me ha encantado todo lo que dices sobre Asturias y la caracterización de los personajes.
Un beso Myriam

Colotordoc said...

Muy bueno guapa.

Estoy con unos cuantos libros pendientes de leer. Lo añadiré, aunque el tiempo a veces es implacable.

Besote

pancho said...

Tengo arrestado el libro, a ver si este fin de semana vuelvo a el y subo una entradilla de continuación, debo ir poco más de la mitad. Don Gonzalo y el pasado fin de semana que salimos fuera no dejaron más tiempo libre para continuar.
Buena aproximación a los personajes y las relaciones que entretejen entre ellos para dar forma a la novela.
Las esculturas sobre las que preguntabas están en el Balneario de Ledesma, a unos quilómetros de Salamanca. Una parte importante del mismo está ocupado por mineros asturianos jubilados. De modo que la relación con la novela no puede ser más directa.
Un abrazo.

Montserrat Sala said...

Tomaré nota de este título y de esta autora. No sabia nada de su existencia
Gracias Myriam.
NO se porqué, me habia parecido, que depués del cumpleaños tan rumboso que nos ofreciste, te habias tomado unas vacaciones. Veo que no es así, pués nos seguimos leyendo.Un beso con sabor a Primavera.
El trabajo es salud.

Abejita de la Vega said...

Unos personajes muy trabajados, son secundarios pero podrían haber sido principales. Sigo pensando que Laura tenía muchas historias dormidas y que las ha casado en esta novela.

Besos, Myriam.

guillermo elt said...

Yo te voy a hablar de un personaje que se llama Guille y.... Jajajajajajaja. Naaaa, notasustes. Mandarte un Besibrazo enorme y que sepas que soy,a pesar de todo, de los de "siempre"
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guillermo elt said...

Yo te voy a hablar de un personaje que se llama Guille y.... Jajajajajajaja. Naaaa, notasustes. Mandarte un Besibrazo enorme y que sepas que soy,a pesar de todo, de los de "siempre"
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