Wednesday, November 30, 2011

Sonata de Estío ( 1) Plenitud estival en la personalidad del Marqués de Bradomín

Después de la Primera Sonata publicada por Valle-Inclán, La Sonata de Otoño, nos quedó a los lectores el sabor amargo de un Marqués que  "llora no por la amante fallecida ni por las pequeñas huérfanas, sino por sí mismo. Bradomín solo puede quererse, en verdad, a sí mismo". [Concha la amante muerta, las huérfanas las hijas de ésta]

Punto de partida de la Novela: 

EL Marqués de Bradomín embarca en Londres rumbo a México -en donde su mayorazgo tenía algunas tierras- en la Fragata "La Dalila" por dos motivos explícitos: mal de amores y deseo de aventura,  de ánimo: "con corazón muerto y vestido de lúgubre sepulturero".

El Tercer motivo se deja suponer al anunciar su posición política carlista.  En dos oportunidades el marqués  se refiera a "la traición de Vergara". Una al inicio al referirse a sí mismo y otra al final  cuando dice de su mayordomo Brión que había sido un antiguo soldado de Don Carlos emigrado después de la "traición" de Vergara.

Racismo del marqués o el mito del salvaje:
 

Una de las cuestiones más álgidas que tuvo el Colonialismo fue el descubrimiento en tierras lejanas -África, América- de seres humanos distintos a los blancos europeos -negros e indios-  que fueron  llevados a las cortes europeas como "animales de zoológico" (además de los que fueron esclavizados, por supuesto). El historiador y curador  francés Pascal Blanchard,  realizó estudios sobre el poco conocido y sin embargo masivo fenómeno en el siglo XIX de los zoológicos humanos, en los que se exponían al público familias enteras consideradas exóticas. Justamente ahora en París en el museo "du Quai Branly"  tiene lugar una exposición sobre este tema  que apunta a la toma de conciencia por parte del espectador sobre este fenómeno y  se haga cargo del peso que estos mitos tienen para la gestación y fomento de actitudes  racistas en contra del diferente imperantes en la actualidad. Invito a leer esta nota del Diario español El Pais.

El marqués no podía ser ajeno a este fenómeno. Valle introduce el tema en la voz narrativa del Marqués, estando éste en la Fragata,   en la que contrapone "la taifa luterana"  de su experiencia mexicana con un viaje anterior a Tierra Santa en un navío genovés en la que había gente "de toda laya".  En un -para mí claro guiño- al "Itinerario de Paris a Jerusalem" del autor del "Genio del Cristianismo" de quien hasta más adelante en esta obra, nombrará a "Atalá", uno de sus personajes centrales de una novela suya.

Los indios de los que en su relato nos habla el marqués, están siempre casi desnudos (como el guía de la canoa que lo lleva  atierra en Tuxlán) y "ensabanados como fantasmas". Algunos sentados en rueda devorando la "miserable ración de tamales".  Un indio se le planta delante "con un salto salvaje" y  lo acosa  "con furia fantástica de gato embrujdado". El marqués también posee un rapazauelo mulato, que recibió de regalo de un aventurero portugués .

Veamos como Bradomín describe a algunos  negros,  por ejemplo el negro que lucha contra el tiburón es un "negrazo" con "labios elefancíacos". O cuando se refiera a la "la sonrisa de ogro avaro y sensual" esbozada por "los labios hidrópicos del negro". Otro negro,  más adelante,  le sonreía a él y a la niña Cholé  mirándolos "con sus ojos de res enferma: ojos de una mansedumbre verdaderamente animal"

Las mujeres indias o criollas, en cambio, son descritas por el marqués como "mujeres de tez cobriza y mirar dulce" "indiferentes y silenciosas" que los veían pasar al salir a los umbrales.  La actitud de estas mujeres  "revelaba  esa tristeza vetusta  de las razas vencidas",  "de rostros humildes, con dientes blancos y grandes ojos negros".

Punto de partida en el relato del marqués  para la experiencia amorosa estival en contraposición  a como ve el amor hoy, en el invierno de su vida:  

"Por aquellos días de peregrinación sentimental" con poca experiencia y "novelería en la cabeza gozaba de la existencia" y era indefiniblemente  feliz  "por amar a todas las mujeres".   Habiendo vivido amores juveniles y bullentes y pasiones equilibradas y sanguíneas. Hoy  -escéptico- se lamenta además de no  haber podido penetrar en los jardines de los amores perversos: la homosexualidad, algo que quedó arcano -desconocido-  para él, y como así la música "de ese teutón llamado Wagner". También hoy en su invierno -que es cuando nos relata esta sonata estival- compadece a aquellos hombres que han sido engañados por una mujer.


El flechazo de Cupido:  

 Bradomín aprovecha la escala que hace la fragata en el puerto de lo que Valle-Inclán llama "San Juan de Tuxtlán". Allí entre ruinas de palacios, pirámides y templos, en dónde crecen polvorientos sicomoros, ve por primera vez a la Niña Cholé, "vestida como las criollas yucatecas", con "albo hipil recamado de sedas y colores, etc", entre un cortejo de servidores. Al contemplar su imagen, evoca  el marqués, el recuerdo "de aquellas princesas hijas del sol", de cabello negro que le caía suelto. La actitud de la Niña Cholé, según relata el marqués, era la de un ídolo, estático y sagrado de la raza maya, "tan antigua, tan tan noble, tan misteriosa". Pero nada mejor que ésto para calar la profundidad del flechazo: "Me parecía que de aquel cuerpo bruñido por los ardientes soles yucatecos se exhalaban lánguidos efluvios, y que yo los aspiraba, los bebía, que me embriagaba con ellos". Hasta ese momento no había visto su rostro. Luego al verlo, el corazón le da un vuelco porque recuerda a su antiguo amor  Lili a la que no sabe si ama o aborrece. (Supongo como lectora, que es a la mujer que quería olvidar en este viaje).
 
Efectos del encandilamiento: 
 
El efecto inmediato que sufre el marqués a tal encandilamiento (en el que vió esta divina aparición  y chupó efluvios) es el de olvidar la actitud lugubre y sepulturera que adoptaba frente a las mujeres y con las que inicia la sonata.  Acto  seguido, Bradomín se hace la película de jeque árabe al que el Profeta le da siete huríes en el Paraíso, en forma de sueño en la hamaca en medio de las ruinas, donde se tiró a descansar. Siete criollas con la sonrisa de Lili y la mirada de la Niña Cholé de cuyos ojos terminaría enamorándose si los volvía a ver. Pero como ya los había  visto, esos ojos  habían encendido ya, en la sangre tumultuosa del marqués, deseos ultracarnalmente estivales y también en su espíritu, un ansia "vaga" de amor. Finalmente de regreso  a la fragata solo, se le despiertan "las mal dormidas víboras del deseo" que todo el día  llevaba enroscadas en el corazón. El recuerdo de la niña Cholé le perseguía con "mariposeo ingrávido y terco", y a tal extremo, que todo era en él "hoguera voraz que en su carne ardía".

Juego de seducción y conquista:  lo trataré más adelante en  Sonata de estío (2)

Consumación "nupcial" en el ámbito sagrado del Convento y posterior "daccapo": Idem (3)

Arrojo y valor para terceros:

El marqués  sacó las pistolas y se puso al lado de  Don Juan Guzmán, salvándolo,  al ser atacado por mercenarios en el Convento en dónde se había refugiado y en donde paraban El Marqués y la niña Cholé.

Celos y burla de un cornudo consentido:

Bradomín los siente hasta de un muchacho homosexual bello y ruso. En la feria, Bradomín se envalentona y dice al jugador acreedor de la deuda de la Niña Cholé:  "ésta mujer es mía y su deuda también" y la arrastra de allí. Llegan a un jacal -choza-  en la que la dueña es una antigua doncella de la Niña Cholé que los recibe contenta, casada con un esclavo liberto negro que se dolía con voz quejosa del engaño de su mujer a la que se le había dado por los morenos. Bradomín se burla: "No le dolía el engaño por la afrenta de hacerle cornudo, sino por la baja elección de la tehuana (su mujer) hacía" o sea que era un "cornudo consentido".

Abandono y pusilanimidad:

Aquí los celos son cambiados por miedo "pálido y mudo ví como se la llevaba". Bradomín teme al padre y "marido" de la Niña Cholé y cuando éste la encuentra y la rapta, el marqués no hace nada, absolutamente nada por defenderla. Y se justifica: "la Niña Cholé, por hija y por esposa, pertenecía al fiero mexicano, y mi corazón se humillaba resignado acatando aquellas dos sagradas potestades".  Nunca fue más fiel a su divisa que entonces: "despreciar a los demás y  no amarse [más que ] a sí mismo".

El caballo paga "el pato" de su falta de carácter:

Bradomín cabalga de  forma brutalmente sádica destrozando los ijares del caballo, clavando las espuelas y  desangrándolo. A tal punto,  que yo como lectora sentí alivio cuando el pobre caballo casi reventado además de tanto galopar entra, en el agua fresca de la laguna. Aunque  los charros  mexicanos usan espuelas y otros jinetes también -se han encontrado yacimientos arqueológicos que dan cuenta de la extensión del uso de las espuelas en la Península Ibérica, etc,-  éstas no son necesarias en el arte ecuestre y hasta nada deseables en caballos domados correctamente. No se utilizan en Argentina, no las ultilizaban las tribus indígenas de Norteamérica y menos aún, los jinetes  de las estepas de Anatolia y el Cáucaso.

Arrepentimiento y lamentos con lágrimas de cocodrilo y algunos culebrones enroscados: 

 "Mi alma empezaba a cubrirse de tristeza y a suspirar románticamente. La carne flaca se estremecía de celos y de cólera. Todo en mí clamaba por la Niña Cholé. Estaba arrepentido de no haber dado muerte al incestuoso raptor, y el pensamiento de buscarle  a través de tierra mexicana se hacía doloroso: Era una culebra enroscada al corazón, que me mordía y me envenenaba"
  
Inesperado final feliz de cuento de hada sin comer perdices:

Recién después de que el padre de la Niña Cholé ha sido asesinado por bandoleros y ya no significa peligro alguno, el marqués de Bradomín y la Niña Cholé se reúnen en un final feliz y éste la  "perdona" -como si  haber sufrido de abuso sexual y moral por parte del padre  fuera algo a perdonar-  pero la trata de tonta al relatarlo ya de viejo -porque suya era la gloria de enseñárselo-  al tiempo que aprovecha para  justificar el porqué abandona  las mujeres: "Pobre Niña Cholé, después de haber pecado tanto, aún no sabía que el supremo deleite solo se encuentra tras los abandonos crueles, en las reconciliaciones cobardes".



Contribución a la lectura colectiva virtual que hacemos bajo la conducción de Pedro Ojeda desde su blog La Acequia.

© Myriam Goldenberg

13 comments:

Merche Pallarés said...

¡Has hecho un resumen de TODA la novela! ¡Enhorabuena! A mi me ha costado programar los resúmenes de los siete "capítulos" (que no son tal) hasta llegar al final feliz. No sé tu, pero ésta Sonata de estío no me ha gustado tanto como la de otoño. He echado un vistazo a la próxima, la de primavera, y veo que es un poco más de lo mismo, esta vez en Roma/Italia y dentro del clero. Besotes, M.

El Drac said...

¡Vaya! Qué manera de razonar la de la gente del otro siglo, y me pregunto cuántos casos así se habrán quedado en el anonimato y cuantos otros se estarán sucediendo sin que hagamos nada por evitarlo.

En fin, esta lectura me movió sentiemintos encontrados.

Un abrazo

Asun said...

Myriam, yo me he descolgado de las sonatas, leí la de otoño, pero esta y las siguientes no las voy a leer.
Ya me reengancharé con otra lectura.

Un beso.

Nómada planetario said...

Una disección científica de una novela que supongo densa.
Metodología pura.
Besos desde mi noche cerrada.

María said...

Mmmmmm MYRIAN no sé tu profe pero por mi tienes ganada la matrícula con creces...

Dios mío que profusión y a la vez condensación, capacidad de relación y concreción... tooodo lo que termine en -ón te lo adjudicas:-)


Hace mucho que leí esta sonata, pero jamás me había parado a pensar la de ideas teorías y matices de todo índole que se le pueden sacar. Tras tu análisis, creo que debo volver a leerla, seguro que no me va a parecer el mismo libro... ¿hablamos del Quijote verdad? jajaja

( Esta vez es broma:-) la otra no, que a veces mi despiste raya lo surrealista ... menos mal que sé que me perdonas.



Un beso grandísimo preciosa, por cierto catarro superado graaaaaaaaacias bonita.



Muaaaaaaaaaakss a cientos



Feliz noche

Pedro Ojeda Escudero said...

Has hecho un trabajo de análisis magnífico, Myriam.
Hay que reconocerle al Marqués que sabe adaptarse al terreno allá donde va...
Quizá dedique una entrada a la relación de Valle con México, mucho más profunda de lo que parece.
Besos.

Tatiana Aguilera said...

Myriam:
Felicito tu refinado y asertivo análisis de la Sonata...Tus antecedentes referentes al racismo me han conmovido, ingresé al enlace que mencionaste y me causó agobió recordar materia de Historia...Sonata de Estío tiene sus puntos altos; pero me sigo quedando con la de otoño.
Besitos

Ele Bergón said...

EStoy en la mitad de la Sonata de Estío, en concreto en el Convento, así que he reconocido muy bien tu gran análisis hasta ese momento. Seguiré y te seguiré.
Un abrazo

Luz

lichazul said...

por lo que leí en donde Pedro, me resultó un tipo super yo-yo
me recordó a Ciudadano Kain
en donde el amor y único objeto de deseo era él mismo (el personaje del libro)

la verdad nunca dí con el famoso libro jajaj, por eso no seguí lecturas, además no es lo mío, soy algo dispersa y muy llevada a mi idea jajaja

tu post es toda una cátedra completísima, te Felicito

besitos y luz

Steki said...

Pero qué maravilla de crónicas tan pormenorizadas, Myriam. Qué poder de descripción. Una maravilla. Feliciaciones! Beso grande.

Anonymous said...

No cabe duda que nos ahorras mucho trabajo con la novela. Estupendo trabajo.
Un abrazo.

Aristos Veyrud said...

Una ficha de lectura estructurada y enriquecida con comentarios ágiles que tocan los puntos humanísticos y de injusticias de género de siempre. Al tiempo que se pintan costumbres y cultura de la época.
Una indagación pormenorizada al espíritu patriarcal, colonialista y religioso documentada en la obra que aporta valiosos elementos a cualquiera de las ciencias sociales que enfoquen su interés a este periodo histórico.
Mis felicitaciones y mi abrazo querida Myr por tu generoso esfuerzo que aporta al saber universal, admirable!!!

Abejita de la Vega said...

Las palabras de Valle Inclán cuando habla de los indios es un poco de "zoológico humano". Desnudos, elementales...

Pero a mí me choca más que meta en ese zoológico a otras "razas" que entonces se veían como superiores: ingleses herejes azafranados entretenidos en deportes brutales como el boxeo. Visión propia de un país cerrado en sí mismo, como era el caso de España, a principios del XX. Don Ramón no deja de ser un hijo de su tiempo.

No hace mucho, se exhibía en un museo de Bañolas (Gerona) un bosquimano disecado. Afortunadamente, fue retirado en el año 2000, por la lucha personal deun doctor haitiano, residente en ese municipio.

http://es.wikipedia.org/wiki/Bosquimano_de_Ba%C3%B1olas

El de Bradomín es un peligro, espero que no queden de esos. Yo sí los pondría en un museo, je, je.

Una entrada magistral la tuya.

Besos, Myriam