Francisca López Villalba y José Ignacio Torres del Palomar habían comprado una casa que bautizaron "Santa Rita" en las afueras del pueblo de la Caléndula en la costa española mediterránea y estaban felices de haberse trasladado allí después de haber vivido una azarosa vida en Changai, China, dónde José había ocupado un cargo directivo en una empresa líder en nano-tecnología y Francisca había trabajado en el diseño y conducción de proyectos sociales y educativos para una ONG. Entrar a la edad de Jubilación después de toda una vida activos y mudarse a un sitio tranquilo, en otro país, significó un gran cambio en la vida tanto del uno como del otro. Una etapa concluía y comenzaba otra. Habían salido de la zona de confort, de lo que hasta ahora les había sido conocido, de la rutina diaria, del tedioso y estresante encarrilamiento; tendrían por lo tanto, nuevas cosas por descubrir.
- Ya no más hablar chino- dijo Francisca exhalando un suspiro mientras tejía macramé sentada en la terraza que daba al amplio valle y cuya vista se extendía hasta el mar.
José que estaba a su lado en su poltrona preferida terminando su cerveza y a punto de echarse una siesta, medio bostezando, medio riendo, le responde: - ¡Eso es lo que tú crees, es que aún no has ido al supermercado!.
- Ya no más hablar chino- dijo Francisca exhalando un suspiro mientras tejía macramé sentada en la terraza que daba al amplio valle y cuya vista se extendía hasta el mar.
José que estaba a su lado en su poltrona preferida terminando su cerveza y a punto de echarse una siesta, medio bostezando, medio riendo, le responde: - ¡Eso es lo que tú crees, es que aún no has ido al supermercado!.
19 comments:
Algo empieza a no funcionar bien.
Un abrazo.
Bajo arbol tan bonito se puede olvidar China pero no al supermercado y hasta las tiendas de lujo !
Buenisimo el final, me has sorprendido. En la costa y en el interior el chino es el idioma de los comercios. Un abrazo
Bueno.
No es exactamente lo mismo pero sí que a veces te sientes en la necesidad de saber chino en una tienda de chinos, porque ellos hablan fatal el castellano :-)
Musu bat.
:D ... y no solo el supermercado :D
Besote guapa
Afortunados quienes han conseguido un cómodo descanso al llegar la vejez. La naturaleza nos guía en cada momento, es cuestión de saber adaptarse....aún. Claro que adaptarse a lo bueno resulta la mar de agradable: un regalito de la vejez afortunada.
Y cuando vayan a la tienda de todo a un euro creerán que no han salido de Shangai.
Un abrazo, Myriam.
Me encanta que te unas a los relatos jueveros, mi querida Myr, esta vez, entre cambios, así en tu relato, que me ha encantado, en esa casa bautizada con ese nombre para ese gran cambio en la jubilación, la tranquilidad.
Un placer leerte.
Besos enormes.
Jajajaja, me ha salido desde dentro y aún me sigo riendo.+Quñe bien ha estado.
Bueno... los cambios a veces son tan ansiados como ese, pero no podrán olvidar el chino jajaja
Me gusta que la casa se llame "Sta. Rita" :)
Bss ;)
Cuando son consentidos y por libre elección, los cambios pueden ser un remanso de renovación. Buen cierre final con el chiste
=D
Me hiciste sonreír, vaya final inesperado, eres genial
Un abrazo
Jajaja muy bueno, porque el final no me lo esperaba.
Besos.
Que lindo es cuando dos personas han luchado toda su vida y dan con ese refugio donde poder descansar y sentirse a gusto hasta que el tiempo les de ...pero el final ha sido total ajaja.
Un abrazo.
Jajajaj, me resultó gracioso.
No esperaba ese final.
Sencillo , real e inquietante.
Besos
Bonito y simpático tu relato :)
Un cambio enorme dieron...
Muchos besos.
Muy bueno ese final, con tod a la razón del mundo.
Un abrazo
¡Qué buen final! jajaja Espero que los protagonistas, al menos, encontrasen en ese lugar toda la tranquilidad y paz que lleva la jubilación.
¡Besos!
yo pienso q ue la tan deseada jubilación, es un cambio demasiado brusco para el hombre. y el peor de los cambios naturales para la mujer.
Saludos y recuerdos
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