Por fin la lamprea me soltó y pude con mucho esfuerzo dejar el libro de Laura Castañón, con mi misión cumplida para gran satisfacción mía, aunque no sé si de ella, y "Dejar las cosas en sus días", digo, las dejé o las revolví más, no lo sé, eso lo juzgará el profe que dirige la lectura desde su blog "La Acequia", dejé como les decía, en el supuesto de que las dejara, a "las cosas en sus días", sin canción de por medio, por muy desafinada, culpa de la profe de música de primaria que me obligó un día, a cantarle a la clase, ¡con la vergüenza que tal cosa me daba!."¡Goldenberg!" me dijo abriendo la boca como un bacalao "a ver si es voz primera o segunda" .... del susto que yo tenía y la vergüenza que el hecho de pararme frente a la clase me daba, caí en voz quinta, que no había para niñas, algo así más bajo que un barítono, o sea, Bajo, bien bajo, digamos que de Ultratumba, "¡Goldenberg!" volviéndose hacia mí graznó como un cuervo, ahora ¡Tiene cero!" "¿Cero?" pregunté casi tartamudeando, "Si, Goldenberg, cero ¿ve?" y señalando con el dedo marcó la forma de sus labios de bacalao abiertos. Desde entonces, Goldenberg o sea yo, leyó, leí o leímos, durante las horas de clase, historia y teoría de la música, biografías de músicos y pentagramas varios (sin llegar a partituras completas) como ese de la Marcha Turca de Mozart, la misma que seguro el loro de Don Perfecto Reboiras, entonaba mejor que yo, que ya no cantaba, ni volví a cantar jamás; exonerada por siempre de sumarme a algún coro. Pero a lo que iba, que me estoy yendo por los cerros de Ubeda, de mi Andalucía divina, y tengo que llegar a Castroforte, pueblo ficticio en mi Galicia querida, siguiendo las lampreas de Don Torrente que se habían ido del Mendo, la cosa es que ya el Señor Florindo el maricallo, ha comprobado que no le acuden ni a él ni al otro pescador, ese con fama de santo y casto, que llaman Juan el Evangelista, porque como lo grita la tía Benita "Veciños, veciños, roubaron o Corpo Santo". La tía Benita, dos carallos, de esos que omite al confesarse, la misma que tiene una tienda de abacería, la que deja que Florindo no la toque, aunque duerma con ella, porque según la tía Benita asegura, "sus partes son más pequeñas que las de un niño" "aunque se calientan el uno al otro, eso sí, cuando hace frío en invierno, pero en calentarse no hay mal alguno". Esa tía Benita me recuerda otra tía, que muy Bendita no era, porque la bicha era más mala que un alacrán, se llamaba Herminia Blanca Dora Balbinski de Porrazos dos Grandes, pero la llamaban sencillamente "la tía bruja", no vivía en España, sino en el Cono Sur, en el barrio que yo crecí, un barrio de gran calado, con mucha casa de alcurnia, pero también con mucha casa estirada y aparentosa. Esta tía Bruja, una gran narcisista, vulgar en su fuero íntimo, pero de la boca para afuera una bella dama, amargada de la vida, tacaña como ella sola, de cuerpo enjuto, esmirriado ahora, de joven con grandes curvas y voz de canto preciosa, tenía un pomposo gato de angora, dulce y tierno; mas ella, erre que erre, jodía al gato y al barrio entero; decía "soy fogosa, soy intensa" al tiempo que arremetía con mueca horrorosa y ningún desparpajo contra cualquier caballero, si éste era educado, peor, le insultaba de lo lindo, vociferando y pateando, con soeces palabras, necia como ella sola, siempre buscando la quinta pata a quien nada tenía ni daba, siendo como era, producto todo de su mente alrevesada.
Contribución a la lectura colectiva virtual que hacemos bajo la conducción de Pedro Ojeda desde su blog La Acequia. © Myriam Goldenberg
12 comments:
Me ha gustado este relato, por un momento me vi rodeado de esa rancia atmósfera que pega con la bruja... :)
Besos y salud
Qué buena y divertida forma de pegarse al estilo de Torrente para comentarlo, Myriam. Ya me contarás si la anécdota musical es verídica...
Besos.
Jajaj que bueno, te imagino frente a la clase toda asustada:-) Pero no negarás que le profesora tuvo mucho que ver con tu futura cultura musical. Bss
Yo también hubiese sentido lo mismo...Temblaba muco cuando pasaba al frente. Ahora me río de aquello.
Besote guapa
No creo que el Sr. Reboiras pudiese ni entonar la Marcha Turca de Mozart. Tú, seguro que entonas (no que cantes) Las Bodas de Fígaro, en ya sabes qué parte (partición, estrofa).
Pon una foto de la lamprea enseñando su boca, ya verás qué miedo!
Ya veo que te has metido de lleno en esta obra tan distinta y especial de Gonzalo Torrente Ballester.
Besos
Ya veo que te has metido de lleno en esta obra tan distinta y especial de Gonzalo Torrente Ballester.
Besos
Mi querida Myriam:
Muy buena tu contribución a la lectura colectiva; se nota un buen manejo de nuestro idioma y un buen sentido del humor. ¡Qué bien transmites emociones!
Te dejo un beso.
Estupendo el relato. Como siempre un placer.
Saludos.
También me prohibieron de pequeño cantar en un coro, casi resultó un alivio.
El relato transita de modo muy singular por aspectos muy dispares, pero bien engarzados por tu mano.
Abrazos en una tarde indefinida.
No podás gritar eso de "veciños veciños" con esa voz tan baja. Menuda bruja la profe esa del cero, qué comprensión tan sutil de la psicología infantil. Qué aquelarre hubiera formado con alguna de mi infancia burgalesa. y Benitas, también había Benitas gritonas por estas tierras del Cid.
Todo seguido, digresión tras digresión, así es nuestro querido GTB. Como en tu entrada tan torrentina ballestera, Goldenbeeeeeeeerg.
Besos
La lamprea de Torrente nos va a sujetar durante un tiempo.
Besos
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