A partir de hoy y por tres miercoles consecutivos, les entrego un regalo que una amiga mía me hizo y que quiero compartir con ustedes. Es la carta que su hija le escribió. Pero no es una carta cualquiera. Es una carta que nos habla de fortaleza, de amor, de lucha, de fé y de como se puede vencer al destino. También nos habla de como las relaciones humanas pueden repararse y de la importancia que la comunicación efectiva tiene en ese proceso.
Espero que les llegue.
¡Gracias Elsa P.!
“Ascendemos arrodillándonos;
vencemos cediendo;
ganamos renunciando …”
Alice A. Bailey
Hay un hilo misterioso que nos reúne a ti, lector de esta historia y a mi como su relator. Hay un potencial enorme de transformación en nuestras vidas… Si esta historia llega a tus manos y puede vibrar en tu corazón habremos sintonizado con una pizca de ese misterio.
“¡Se muere, y encima se muere!”
Mamá era muy joven y la vida le daba un duro golpe, con 53 años y sin previo aviso el cáncer había invadido su cuerpo. La enfermedad nunca pide permiso, a los portazos entra en la vida de una persona e irrumpe en la de toda su familia.
Era una hermosísima mujer y lo sigue siendo porque ella hoy tiene la vida. La historia de Sanación de mi madre incluyó la remisión de ese cáncer “incurable”; pero aún más, la deriva de su proceso nos invitó a todos a iniciar el camino hacia la Integridad.
Nos hizo danzar con la Vida, la Vida que no excluye a la Muerte.
La muerte era algo que les pasaba a los pacientes de mi padre. El había sido un prestigioso cirujano y su sola presencia la alejaba del imaginario familiar. Mi madre se había casado absolutamente enamorada de mi padre y papá había elegido a mi mamá como a la mujer para subir a un pedestal. Era muy llamativa, alta, muy esbelta; tenía (y tiene) la dignidad de una Diosa griega. Tal vez esa idealización llevó a mi padre a buscar la pasión en otros brazos. ¿Quién sabe? Lo cierto es que era un modelo muy común en los hombres de su generación; solo que el no lo hacía con discreción y hasta casi necesitaba el permiso de mi madre. Ella supo de todas y cada una de sus amantes pero sentía que nada podía hacer. Dicen que hay un invisible hilo que une a víctima y victimario; toda la infancia de mi hermana y mía fuimos testigos de ese hilo; con el tiempo crecimos e iniciamos nuestro propio camino, nos casamos y nos fuimos de casa. Entonces quedaron solo ellos dos sin tener ante quien mentir. Mi padre no pudo irse y cuando ella lo intentó, cuando se fue de su casa se enfermó.
No me llevaba bien con ellos y particularmente no tenía ningún tipo de intimidad con mi mamá. No había sido fácil ser su hija. Mamá usaba un pañuelo de seda común como si fuera uno de marca, el “charme” venía con ella pero no lo había sabido enseñar. No había espacios de encuentro sincero. Por eso la noticia de su enfermedad caló tan hondo en mi ser. Sentía tantos “pendientes” en nuestra relación. Y había habido en la primera adolescencia un tiempo de sintonía pero resultaba tan olvidada para el tiempo que enfermó. Había tanta distancia de su afecto… y tal vez la distancia experimentada fuera acaso la misma que ella se encontraba de si misma.
La biopsia había sido contundente, cáncer de pulmón de pequeñas células. Se llama así porque el tumor original es muy chiquito y da metástasis a distancia; primero en el mediastino, que es el centro del pecho y después directo al cerebro. Las posibilidades médicas eran hacer algo para que ella no se muriera por asfixia; del Sanatorio salió con una bomba de quimioterapia y una sentencia “si llegamos a tres meses hablamos, no tenemos más que 7% de posibilidades”.
Junto con la quimioterapia y en medio del shock alguien le acercó la información de un lugar en el que se ayudaba a personas con cáncer. Habiendo desafiado el primer pronóstico, flaquita y sin pelo llegó a un Programa intensivo en la Fundación Salud. Y se “quedó” para contarlo. El desafío había comenzado. Uso todas las herramientas que le ofrecieron y se entregó pasito a paso. Se dejó llevar sin querer entender.
Hace dieciseis años de esta historia que da fe de una realidad: nadie se muere por una estadística; pero también muestra que el camino de la Sanación necesita del atreverse a morir simbólicamente a las formas sobre las que habíamos asentado nuestra personalidad. Porque ella tuvo que cambiar radicalmente, necesitó renunciar al poder que otorga ser la víctima de los vínculos y del mismo destino. La Sanación de mi mamá inició la deriva de la profunda transformación. Esa fuerza infinita que surge cuando las personas nos ponemos de pie y nos hacemos responsables del propio proceso de vivir.
Esa fuerza que no pudo potenciar mi padre.
Cuando mamá se enfermó habían vuelto a vivir juntos pero el seguía con su otra relación. Mamá había vuelto a su casa. Nadie pensó que ella seguiría viviendo y la enfermedad no resolvió el tema estructural de base de la pareja. Después de un tiempo la situación entre ellos volvió a hacerse insostenible. Entonces papá se fue de la casa. Cuando lo hizo la enfermedad se manifestó en el.
El de papá fue un cáncer de cólon. Era su especialidad y había estudiado en los libros que lo suyo no tenía cura… era tan fuerte el peso de su formación académica que no pudo hacer nada por el. Decía “Me pusieron del otro lado del mostrador”. ¿Cuántas veces habría comunicado su propio pronóstico a los familiares de sus pacientes con la certeza de la sentencia de muerte?
El no pudo cruzar el puente hacia el misterio. Con lágrimas en los ojos me dijo “Yo no puedo dejar de creer en todo lo que estudié, quisiera pero no puedo”
Al igual que mi madre volvió a su casa y siguieron dos años de durísima convalescencia. Estaba muy enojado. Mamá hizo todo lo posible para ofrecerle lo que ella había recibido en la Fundación Salud. Creo que había perdido su lugar en el mundo y no pudo hacer un solo cambio. Ella lo acompañó y permaneció junto a el. El día a día no fue fácil porque la puerta de su casa estaba abierta para su otra mujer.
Con 66 años de edad nos dejó. Se fue en la Luz. Y fueron días intensos, murió en un Sanatorio muy tradicional de Buenos Aires con sus dos mujeres … no obstante el Gran Viaje lo inició tomado de la mano de mi mamá, su última respiración fue con ella y creo que para ella. Y creo que este fue el último homenaje que mi padre rindió a mi madre. Ella fue mi maestra en el amor incondicional en acción.
26 comments:
¡Impresionante! ¿Qué puedo decir? ¡Gracias! Y besos
Un historia muy dura, aunque contada de manera sencilla. Espero la continuación. Un abrazo, querida myr.
Qué historia Myr, creo que los guiones de las películas quedan chicos.
Mi papá también padeció cáncer de pulmón, hace unos 10 años atrás, creo que su optimismo hace que hoy viva con uno solo completo, lo que quedó del otro parece haberse expandido un poquito.
Te leo y no me pierdo la continuación...besos!!!
Hola amiga Myr, bella historia para escribir y muy triste para vivirla, hay algunos puntos que me es familiar, (no es la enfermedad gracias adios), estare muy pendiente para su continuació, un saludo cariñoso de Lola.
Hace falta mucha fuerza interior para enfrentarse a una historia así con decisión y perseverancia, dejando la cabeza a un lado para sentir, para ir hacia lo desconocido.
Morir simbólicamente para renacer, desestructurarse para volverse a estructurar.
Toda una lección del potencial de transformación interior y de amor incondicional, así como de la importancia de reparar las relaciones cuando aún estamos a tiempo.
Muchos temas a reflexionar.
Gracias por compartirlo Myr.
Un beso muy grande
Estupendaq y dura esta historia, como dice Isabel Romana. Espero la continuación, amiga.
Besos...!
En efecto, es un regalo el que nos haces.
Es difícil aceptar la enfermedad del otro -de alguien que queremos, que forma parte de nuestra vida-, más aun su muerte.
Y ahi cada uno reacciona según el amplio abanico de posibilidades.
Espero la continuación.
Querida amiga Mir, una historia que no deja indiferente. Algunos aspectos me son familiares.
Un abrazo
La historia no por dura es impresionante. Fortaleza, abnegación, lucha y un final en el que "triunfa" o se reconoce el amor.
Un beso
Intensa esta carta... Deja un nudo en la garganta.
Un fuerte abrazo para ti.
Niña... que se ha llegado???... Jo!: Ha llegado, a dado dos vueltas al corazón y a los sentimientos, a vuelto y a vuelto a llegar.
A veces nos agarramos tanto a lo material, que no vemos lo que es verdaderamente importante para nuestras vidas.
Precisamente ayer por la noche estuve en un tanatorio para acompañar a una amiga que murió su padre de cancer de pulmón.
Tras 3-4 meses de hospitalización, pasó las navidades en su casa y... ya ves, ayer tarde murió.
Besicos.
Hola Myr,,,,,emocionante historia que me robo el corazón e hizo brotar mis lágrimas,,,esperamos la continuación y gracias por compartirla!!!!
Besitos!!!!
Que historia Myr que demuestra como la fuerza interior es tan decisiva en el proceso de sanación, en contraposición con todos los conocimientos académicos. También nos enseña el drama familiar que viven tantas parejas en donde prima la infidelidad, la deslealtad, el dolor y el amor mezclados. Es muy triste, pero como bien dices en el título "como la vida misma". Gracias por compartirla. Esperamos con ansias la continuación.
Un abrazo muy grande y gracias mil por tu ayuda.
Detrás de cada persona hay una historia, y ésta es una historia tremenda. Me gustan las biografías que tienen realmente algo que contar y mucho que enseñar. Esta carta es buena prueba de ello, estoy deseando el desensale Myr, ya sabes, lo espero como agua de mayo,jeje.
una historia tremenda e increíble... y me siento identificado con los sentimientos de esa mujer hacia su madre.
biquiños,
ESta historia me ha dejado.... no sé como decirte con tantas emociones juntas, mezcladas.
tengo los "pelos en punta" que historia.
¿Sabes? Me encanta como nos enseñan entre lineas, como vivir.
Gracias por tu esfuerzo y tus regalos.
ELSA P. Comenta:
A todos los comentaristas de Amores y relaciones:
Hola, soy ELSA y quiero agradecer a todos la atención que dieron a este relato. Talvez toca el colectivo imaginario, no? Y en especial a ASU y a BELKIS que creo entendieron el valor de la transformación.
El Universo me dió la maravillosa oportunidad, a partir de la muerte cercana, de ahondar en mi interior y poder modificar muchas de mis actitudes. Y la absoluta convicción que la vida es un misterio.
Gracias MYR, por creer que esta historia puede hacer vibrar...y publicarla.
Un comentario agregado: no se crean que soy tan bella ni la diosa griega... la postura distante que tenía me daba ese aire. La vida se encargó de bajarme del pedestal...ahora soy feliz con lo que tengo.
Gracias a todos otra vez.
Elsa
Gracias a tí, ELSA, por enseñarnos con tu ejemplo y gracias por tu amistad.
Besos
"Papá había elegido a mi mamá como a la mujer para subir a un pedestal. Era muy llamativa, alta, muy esbelta; tenía (y tiene) la dignidad de una Diosa griega. Tal vez esa idealización llevó a mi padre a buscar la pasión en otros brazos".
Myr, hay una canción de Diego El Cigala acompañado al piano por Bebo Valdés que parece hubiera sido escrita pensando en esta frase extraída de la carta. La canción se llama "Corazón Loco".
Pinchando aquí se puede escuchar.
Gracias a ELSA por haber hecho posible que publicaras esta carta.
Besos
Elsa y Myr, esta historia de superación, de valor, de ENERGÍA, es un ejemplo de que se puede conseguir aquello que algunos citan como ¿milagro?
Pasó esa muerte también por mi vida, la enfermedad y luego el adiós al padre y la madre, ahora siento que ni yo fui tan buena hija ni ellos tan lejanos e incomprensibles padres, quedó, no obstante, el cariño cierto entre nosotros.
Un besito dulce a cada una.
ALDABRA: Muy bienvenida a mi blog, estas en tu casa, sirenita. Besos
¡Graaaaaacias y besos a todos!
Mucha emoción en esta historia.
espero la continuación. Entiendo la postura de la madre, habla de amor, del bueno, despojado de pasión, sin querer acacparar, solo dar.
un beso
precioso, no se puede decir nada mas, es bueno tener alguien ahi, aunque los vinculos de amor se hayan roto, alguien que te de la mano en el aliento final, saludos
Muchos sentimientos y pensamientos se agolpan con esta primera lectura.
Cólera infinita... ¿Por qué las personas nos empeñamos en mantener hipocresía en nuestras relaciones? ¿qué clase de vida tuvo esta mujer si no fue amada? ¿qué infancia tuvieron estas niñas qué olfatearon tanto desamor y tanta desconfianza?
Siempre he creído que el cuerpo humano es un órgano independiente de la mente pero que sí tiene vida propia. Hablamos de la mente y relegamos nuestro cuerpo a un objeto, a un contenedor de nuestro espíritu.
Nuestro cuerpo somatiza nuestras enfermedades del alma y todo lo que contenemos lo exterioriza así.
Creo que respira y siente nuestro dolor y nuestra pena. Todo en su interior está interrelacionado. Todavía no sabemos utilizarlo. Somos unos ignorantes de nosotros mismos.
Empeñarse en no ver. Asumir las equivocaciones. Volver a empezar
¡Cuánto nos enseña esta historia de vida... cuánto nos hace reflexionar!
Más gracias y besos a todos y cada uno de ustedes.
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