Wednesday, June 14, 2017

Distintas formas de interpretar el mundo (2): Las miradas hacia adentro de Germán y desde afuera de Peter en "Pasos en la piedra" de José Manuel de la Huerga, Ed. Menoscuarto, España, 2016



 Primera parte aquí

"El director de cine (en realidad estudiante de cine) -Germán-  y el antropólogo -Peter-  llevaban dos horas alternando discusión apasionada con contemplación introspectiva (...)" (P73)  Además,  Germán "callaba algo que le resultaba amargo compartir ("un acto devoto: solemnes besapies y ofrendas varias" (días  previos a la Semana Santa,  durante la cuaresma)  el motivo: pereza infinita, distanciamiento; más adelante se lo diría  (P74). Resulta que Germán es comunista confeso y militante, al que los padres obligaron a estudiar Derecho pero que el cambió por Ciencias de la Comunicación,  con especialidad  en cine documental;  un chaval que al regresar al pueblo de su infancia  lucha contra las contradicciones internas, por un lado su  militancia  en un partido hasta entonces proscrito,  a la vez que trata de distanciarse de los ritos católicos, y por otro lado siente que La Semana Santa en su pueblo lo "excita"  (emociona); algo que le da vergüenza reconocer por lo que "se flagelaba sin piedad, contemplándose como niño bueno que traga (ba) sin rechistar con el corte de pelo (fascista)   (P81) etc, etc,    sintiendo además, que "sus recuerdos de mayor felicidad en su vida estaban decorados con calles estrechas y oscuras a la luz de los hachones, con un Cristo o una Virgen mecidos al ritmo de una banda de cornetas y tambores (...) (P82). Tan adentro Germán sentía el pueblo dónde había nacido que lo "sentía  como si nunca hubiera llegado a salir del Barrio. Como si cargara con esa ciudad como una maldición, entreverada en su persona"  (P42) y por eso, necesitaba una y otra vez repasar tomas  con una cámara ficticia, intentando poner distancia a través de la lente imaginaria.


"El alemán -Peter-  antropólogo  venido de afuera para hacer su tesis doctoral  sobre etnología, adoptaba la posición del científico que disecciona un insecto  en un campo de estudio bien delimitado (P245), que   atraído   por lo "exótico" del territorio  "no dejaba de asombrarse   al descubrir a cada paso un mundo intemporal que le trasladaba a un pasado no vivido (...)"(P42)  y hasta medieval  (P154)   A la vez que   se interrogaba  sobre las gentes del lugar y sus comportamientos: "¿Qué gente era aquella que se rebozaba en la sangre derramada injustamente por un malhechor  (o delincuente santo, como llamará a Jesús más adelante) que era aclamado al mismo tiempo como Dios, mientras que los poderes públicos se regodeaban en la imposición preceptiva de una sentencia injusta, emanada de la propia institución corrompida? ¿Qué clase de autoridades eran aquellas que defendían ese pacto de sangre como modelo legítimo para atrincherarse en el poder, que mantenía al pueblo sumiso a sus dictamines, voluntariamente entontecido? Y ¿qué pueblo era ese ingenuo y maleable, que aceptaba la celebración del martirio de un santo como su fiesta más enraizada e intocable?" (Ps 181 y 182). Peter  veía los desfiles de las procesiones como si  fueran puras "sucesiones de escenas de teatro en la calle" (P181)  en las que "la vida del Barrio se desquiciaba pero dentro de unos márgenes prefijados" (P182)   en un  proceso catártico en que la gente, pasados los días santos, continuaría "con sus vidas creyéndose otros, mejores y más  santos" (P182) aunque "las autoridades se equivocaban interesadamente y ajusticiaban al bueno y liberaban al malo" (P182)


     El autor: José Manuel de la Huerga


En la  Interacción de ambos jóvenes, Germán se esfuerza desde un principio en ser un buen cicerone  mostrándole el pueblo a su compañero extranjero: "Resultaba agotador aquel trasvase de pensamientos, con un abismo de palabras de por medio" (P19)  incluído un desafortunado comentario  frente al monumento  falangista en el que  Germán aludió a Hitler y al nazismo  y dejó helado  a Peter (Ps 86-88).

Peter por su parte, también se preguntaba sobre los pensamientos de su cicerone:   "¿Qué pensaba Germán, realmente, de todo aquello? (...)"  que iban viendo (P 181) pero él no  le pregunta sino que  lucubra en silencio y se concentra en la toma de fotografías, a veces con tanta emoción "vikinga" (P31)  que hasta se le traba la máquina.

A pesar dela extrañeza y las dificultades iniciales en la comunicación entre ambos jóvenes, su relación evoluciona hacia la intimidad: Al final del miércoles de ceniza "el alemán le pasó un brazo por encima [a Germán que había contenido las ganas de llorar, melancólico], hizo el gesto de despeinar una melena imaginaria y lo besó en la frente. El gesto sin ambigüedad estaba lleno de amor (...)" (P94).  Al inicio del Jueves Santo,  Germán se trepa en los hombros de Peter que lo lleva  en andas para que viera mejor las procesiones (P171)  y terminan el día durmiendo juntos desnudos con Peter pensando "que si estiraba el brazo, podría darle la mano a Germán o acariciar su cara, su frente (...)". "Tu desnudez se esconderá en la espesura y nadie alcanzará a distinguir nuestros abrazos " (...) (P184).  El viernes, Germán siente celos de que el P. Alas "pelara la hebra"  en alemán con Peter (P277) y el Sábado con la noticia de la legitimación del PCE, Germán y Peter se abrazan largamente (P332). El Domingo de Resurrección, Germán y Peter irradian felicidad: "Peter le pasó el brazo por el hombro, le buscó con la mirada y jugó a hacer como que le besaba. Nunca habían estado los dos amigos tan radiantes"  (P348) (como un buen par de enamorados).

Peter y Germán (o la parejita de Juan, él católico seminarista. y Ashma, ella musulmana) representan a  dos mundos (universos simbólicos, culturas, formas ver el mundo, ethos,  sociedades y hasta países)   diferentes  que terminan entrelazados en el amor; toda una promesa de puentes interculturales que implican esperanza, salvación y futuro.


 En mi próximo aporte trataré otro tema: Los estereotipos y prejuicios en torno a la figura de Judas.



Contribución a la lectura colectiva virtual que hacemos bajo la conducción de Pedro Ojeda desde su blog: La Acequia   © Myriam Goldenberg







10 comments:

Ester said...

Que bien que seamos capaces de unificar, el merito es hacerlo cuando procedemos de mundos diferentes, cuando nuestras opiniones son opuestas. Un abrazo de buenos días

Pedro Ojeda Escudero said...

Excelente. Esta novela busca, en definitiva, esa grieta -simbolizada en la portada- en la que el mundo rígido de todos cambia y deben buscarse en los puntos intermedios.
Besos.

Clara said...

Tengo ganas de leerla,las descripciones están llenas de belleza e imágenes casi vividas.La relación de amistad y la eterna lucha entre tradición y libertad.

Un abrazo grande

Javier Rodríguez Albuquerque said...

Arratsaldeon Myriam:
A ver si te van a denunciar porque resumes demasiado bien los libros y luego nadie los compra :-)
Musu handi bat.

Genín said...

:)
Besos y salud

Cayetano said...

Entiendo perfectamente a Germán: los rituales religiosos, como las procesiones de la semana santa, son un hecho cultural, una tradición que muchos como él acostumbraron a celebrar o simplemente a ver cuando eran niños. Y lo que se vive de niño, queda para siempre. Lo queramos o no, independientemente de nuestras particulares creencias, pertenecemos a la cultura judeocristiana.
También entiendo a Peter: pertenece a otra sensibilidad, menos apasionada, menos mediterránea, con otra forma de entender la religiosidad y las tradiciones. Son puntos de vista que se complementan, a pesar de las contradicciones.
Un abrazo, Myriam.

Colotordoc said...

Muy interesante. Coincido con Cayetano: Lo que vivimos de niños nos marca. De ahí la importancia de una educación que lleve prejuicios ni condicionamientos. Solo así podremos aspirar a una mejor sociedad.

Un ejemplo de esto es la religión, como lo expresa el libro, pero se traspolable a otros temas. Ese momento en que Peter ve pasar las procesiones, lo demuestra claramente

Besos

ELOY GONZÁLEZ CORRO said...

La sensibilidad y el amor al otro, o al menos la empatia con el otro se suelen vincular con las vivencias religiosas, pero esas actitudes no desaparecen cuando sobreviene la rotura interior con la trascendencia espiritual. Se puede colegir que los lazos de la religión tienen poco que ver con la libertad de pensamiento y si con la obligatoriedad del dogma. El amor a Dios si no pasa por el prójimo no es amor es temor al castigo de la intrascendencia.

La seña Carmen said...

A veces no somos, tan siquiera, dos cuerpos, dos personalidades, somos uno dividido en dos: la tradición y la modernidad, lo supersticioso y lo racional, lo subjetivo y lo objetivo... ¡Si lo sabré yo!

Abejita de la Vega said...

Vivo en un país que no tiene nada que ver con el de aquella Semana Santa del 77. Ayer eran cuarenta años desde las primeras elecciones democráticas, 15 de junio, las de Libertad sin ira. Esa España vieja que da pasos en la piedra no ha muerto del todo en 2017.

Muy acertado tu trabajo, como si "serías española". Lo eres.
Besos Myriam