Wednesday, January 25, 2012

Juego de luces y sombras en la Sonata de Primavera de Valle-Inclán

Dice nuestro profesor: En el palacio de la Princesa Gaetani   "en ese ambiente refinado, sin necesidad de la actuación del Marqués, ya hay suficientes puntos oscuros que contrastan con la elegancia reinante: los secretos del moribundo obispo, los intereses de la Princesa Gaetani, los sentimientos de su hija mayor, las relaciones cruzadas del mundo político y espiritual, etc."  "el Marqués viene a dinamitar la apariencia de armonía de esa elegancia [...]". Aquí veremos algunos de esos puntos oscuros y los juegos de luces que Valle-Inclán utiliza en esta Sonata:

Luces y sombras físicas:
La novela empieza justamente con un anochecer "Anochecía cuando la silla de la posta traspuso la Puerta Salaria [...]" Luego,  "los mustios cipreses dejan caer su sombra venerable".  "A lo lejos,  almenados muros se destacaban negros y sombríos".  Hay también tres viejas que parecen sombras acurrucadas en la puerta de la Iglesia. Caserones y conventos se suceden y bajo los aleros sombríos revolotean los gorriones.  Todo ésto  da ya una atmósfera sombría desde el mero inicio de la novela, antes siquiera de que el Marqués ingrese en el palacio de la Princesa Gaetani.  La luz  se percibe mortecina "y en el fondo de la calle el farol de una hornacina agonizaba".  (Cap. 1)

Igualmente, en  Palacio,  la habitación donde yacía el agonizante  Monseñor Gaetani,  estaba "sumida en religiosa oscuridad" . El perfil de Monseñor se destacaba en la penumbra, inmóvil, blanco, sepulcral. Quienes se acercaban a la procesión, lo hacían desde sus casas con un farol encendido. (Cap 2). Los ejemplos se suceden. Todo nos ambienta a ese juego de luces y sombras, en las que las últimas destacan.   

Afuera en el jardín, los astros  de día o de noche contribuían con su luz a crear ese ambiente difuso en el todo puede ser porque nada está definido:  El Sol: "Los rayos del sol que pasaban a través del follaje temblaban [...]" (Cap. 6)  "Un sol abrileño, joven y rubio como un mancebo [....]" (Cap.  10) La Luna: "... envolvía en pálida claridad la cima mustia de los cipreces y el balconaje de la terraza..."  "El reflejo de la Luna iluminaba aquel sendero"(Cap. 16). 

Luces y sombras pasionales:  
Ya nos anuncia el Marqués lo que expresan los ojos de la Princesa Gaetani: "en el fondo dorado de sus ojos yo creí ver la llama de un fanatismo trágico y sombrío" (Cap.3 ) Fanatismo que alude a la concepción que la Princesa tiene sobre lo sexual,  muy diferentes a los ojos  negros  de la pálida María Rosario  que estaban "llenos de luz ardiente y lánguida" (Cap 3) La pobre chica se debatía entre la pasión humana que sentía crecer al estar cerca del Marqués que la acosaba sin tregua; una pasión que le habían enseñado que era pecaminosa y entre la pasión mística y su casta pureza por la que  iba a tomar los votos.  Ella cruzaba los salones como una sombra: "María Rosario alzóse con la niña en brazos y como una sombra silenciosa y pálida atravesó el salón" (Cap 7) y por el Marqués pasó "un impulso ardiente y después una sacudida fría y cruel" (Cap. 17) "Al verla desmayada la cogí en brazos y la llevé a su lecho..[...]. Después con una sombra  de recelo apagué la luz: Quedó en tinieblas el aposento y con los brazos extendidos comencé a caminar en la oscuridad".(Cap. 17) El Marqués, como sabemos, solo sigue sus impulsos sin importarle las consecuencias de sus actos ni el daño que puede causar.  Polonio aparece como la sombra de la maldad que agazapado acuchilla al Marqués: "Una sombra oscura se destacaba  en el hueco iluminado de la ventana. La sombra se inclino mirando hacia el fondo del aposento[....]" (Cap. 17)

Odio, culpa, pecado: Las sombras del alma.  
La Princesa Gaetani considera que el sexo es pecado, el pecado capital de la lujuria, es una tentación, es sucio y representa un riesgo del cual sus hijas si  entraran en el Convento, todas como María Rosario, estarían a salvo, igualmente ella: "Si todas mis hijas entran en el Convento, yo me sentiría feliz.[...]"  (Cap. 3). Pero éste no es el único pecado mortal de la Princesa: También lo será la Ira, el Odio, que lo vemos hacia la actitud de ella para con el Marqués luego de su Traición. Y aún más, tomará revancha, se vengará dando órdenes  a su siervo, el mayordomo para que haga realizar un hechizo que inhabilite al Marqués en lo que más le dolería: su hombría.  La Princesa odió al Marqués por su conducta: "Su mirada se clavó en la mía y sentí el odio en aquellos ojos redondos y vibrantes como los ojos de las serpientes"(Cap. 18).

El moribundo en confesión manifiesta al Marqués "Me cercan las sombras de la Eternidad, pero mi alma se ilumina interiormente con las claridades Divinas de la Gracia..."   Más tarde,  Monseñor devela sus oscuros secretos al Marqués: "Nació mi culpa cuando..[..]."  "Nació en mi alma el orgullo ..[...]" "Dios mío cegado por el Demonio hasta hoy no he tenido conciencia de mi culpa" [...].  (Cap. 4).  Un Monseñor lleno del  pecado capital del Orgullo, del cual después de haber pecado tanto, espera la contrición y elevación por medio de la Gracias Divina que otorga el Sacramento de  la confesión y el arrepentimiento, de acuerdo a la doctrina de la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana.

El mayordomo que andaba detrás del Marqués "como una sombra" (Cap. 5) como vimos en mi entrada anterior, su actitud hacia el Marqués va a ir cambiando de blanco a negro y será fiel ejecutor de la venganza de la Princesa.

La Maldad en la actitud cruel de acoso del Marqués: 
Orgullo  del Marqués: "Mi orgullo donjuannesco y algunas veces solo por turbarla (a María Rosario) (Cap. 16)  "Mi orgullo levantábase en ráfagas [...] (frente a la P. Gaetani) ." (Cap. 18)
Petulancia del Marqués:"Tenía la petulancia de los veinte años".  (Cap 16). Pura Maldad en la acción a venir del Marqués, anunciada en estas líneas: "[....] el Diablo tienta siempre a los mejores. Aquella noche el cornudo monarca del abismo encendió mi sangre con su aliento en llamas y despertó mi carne flaca, fustigándola con su rabo negro" (Cap 17).  Descaro del Marqués:  "Supe dominar mi despecho y me acerqué galante y familiar" (Cap. 18) "Princesa, esperad que os cuente como esta noche me han herido..." (Cap. 18) El Marqués actúa como agente activador y desatador del Mal por efecto, podríamos decir "de contagio",  que cada uno de los otros personajes guarda en su interior bien escondido debajo de toda la elegancia de Palacio y no le importa en lo más mínimo traicionar  y mentir burdamente a sus anfitriones.


La Maldad en el ataque del mayordomo:
"[...] un aliento jadeante rozó  mi cuello, y la punta de un puñal desgarró mi hombro. me volví con fiera presteza. Un hombre corría a ocultarse en el jardín. Le reconocí con asombro" (Cap. 17). Pero no solo eso, como sabemos, roba también el anillo al Marqués y va a la bruja con una estatua esculpida por él que representa al Marqués,  para que  le haga  un maleficio sobre ella.  Todas sus miserias alojadas en lo más profundo de su alma, salen a flote a la superficie en la que puede llegar  incluso a matar, sin el menor remordimiento ni mediación de conciencia,  también termina creyendo que el Marqués es la encarnación misma del Diablo, algo que obviamente lo aterroriza.


La Maldad en la Brujería de la hechicera:
La hechicera  está en su cabaña en sombras alumbrada solo por un candil, cuya luz mortecina y oscilante aumenta el aspecto tétrico del recinto en la que asegura al Marqués que la increpa  que no quería matarlo, pero si castrarlo "medicinalmente" con sus maleficios.  Su Maldad funciona por encargo, le da igual quien sea el cliente, por lo que está dispuesta a venderse al mejor postor y acepta el doble del dinero que le ofrece el Marqués por devolverle el anillo y no hacer el maleficio.



Contribución a la lectura colectiva virtual que hacemos bajo la conducción de Pedro Ojeda desde su blog La Acequia.  © Myriam Goldenberg

6 comments:

Pedro Ojeda Escudero said...

Qué buena entrada, Myriam: el lenguaje de Valle refleja con los campos semánticos todo ese mar oculto en el Palacio. Y allí, de pronto, el Marqués...
Besos.

pancho said...

Así puestas las maldades del relato, de una en una, parecen ser más que las que se te quedan impresionadas tras la lectura.

Excelente recuento y muy bien contado.

Un abrazo libre de maldad.

Janeth said...

Una novela muy entretenida la lei hace ya mucho tiempo en colegio, no la recuerdo mucho, me acuerdo un poco del personaje principal un personaje un tanto oscuro y enamoradizo, la primavera siempre haciendo de las suyas y encandilando a los mortales...

Abejita de la Vega said...

Esta sonata tiene muchas capas, ahondas y siempre encuentras algo. El mabiente no puede ser más oscuro, menos mal que el sol y la Naturaleza triunfan en algunos párrafos. Esa princesa parece la madrastra de Blancanieves. Por no hablar, tú ya lo hiciste muy bien, de ese siniestro mayordomo que arrastra las faldas.

Y el tejido de los sentidos que nos ofrece Valle, como esa sinfonía del canto de los mirlos con el ruido de las olas.

Sigamos. Besos, Myriam.

Estrella said...

Qué buen ojo tienes, Myriam, para ver ese trasfondo, las luces y sombras que crean tanto ambiente dan al relato pero que, al menos por mi parte, no es tan fácil resaltar. Haces un trabajo de filigrana con las Sonatas.

Un gusto leerte.

Paco Cuesta said...

En el juego de luces y sombras que con tanto acierto señalas, destaca,la luz de la narración entre la sombra de los hechos atenuando su crudeza.