Pepe Casio Florín, era a todas luces, un jardinero de postín. Escarbaba la tierra, la abonaba; sembraba semillas, las regaba y al final del día, embelesado, orgulloso, con mucho cariño las observaba, hasta les contaba cuentos. Con dedicado esmero solía cuidar las plantas que felices brotaban y crecían hasta florecer con sus mejores galas. La fama de Florín creció. Vinieron periodistas, le hicieron reportajes. Se hizo famoso. Su ego creció exponencialmente. Los encargos se multiplicaron. El los aceptaba todos - pero ¡Ay! el trabajo tenía que hacerse y el día seguía con sus 24 hs- por lo que cada vez regaba más rápido y torpe, abonaba menos; incluso descuidaba, impaciente, algunas de sus más antiguas plantas, las más fieles, las que habían estado junto a él en sus momentos más duros, más tristes, y siempre alegrado su vida. Un día una, que mucho lo extrañaba, quiso con vehemencia ser vista nuevamente por él.
El pobre su fama crecio aun mas que sus plantas !
ReplyDeleteCon la imagen y el relato has puesto el punto en la avaricia de quererlas a todas y su imposibilidad. Abrazucos
ReplyDeleteAquí vuelvo, a labrar el jardín...
ReplyDeleteBesos.
Quien mucho abarca, poco aprieta.
ReplyDeleteAbrazo, Myriam.
Su segundo apellido hacía honor a su personalidad :-)
ReplyDeleteMusu bat.
Es el problema de los seres vivos, cuando nos acostumbramos a las personas resulta difícil que nos la quiten.
ReplyDeleteAbrazos.
Pasa cuando falta día...o sobra trabajo...
ReplyDeleteBesote guapa
Nunca es bueno olvidar nuestros orígenes, la vida tiene muchas vueltas, a veces estamos arriba a veces abajo, un abrazo.
ReplyDeleteSuele pasar cuando se barca más de lo que es posible,
ReplyDeletesaludos!