Me enteré hace unos años por Pilar V en la entrada de su blog titulada: "la historia contada por ellos" que Playmóvil viene sin mujeres como si en la Historia del mundo no hubieran existido mujeres que hayan tenido relevancia política, militar, cultural, científica, artística, deportiva, (además de haber sido, obviamente, esposas y madres), mujeres que rompieron los moldes machistas patriarcales pudiendo dar lo mejor de sí para bien o para mal. Falta ésta que me enerva, desde luego, porque hay miles y miles de ejemplos (de los cuales algunos suelo, como bien saben, traer a mi blog) sólo que la Historia y las Crónicas por lo general, han sido siempre contadas por hombres y desde una perspectiva masculina de género y mujeres preeminentes han sido tratadas de borrar a posteriori de los registros históricos aunque muchos de sus rasgos y acciones hayan pasado a la leyenda.
Tácito y Dion Casio coinciden en que Boudica provenía de familia de
aristócratas icenos. De ella narra Dión Casio que «poseía una
inteligencia mayor que la que generalmente tienen las mujeres», que era
alta, de voz áspera y mirada feroz, cabello pelirrojo hasta la cadera,
túnica de muchos colores y un manto grueso ajustado con un broche.
Siempre usaba un grueso collar de oro, posiblemente un torque, aditamento que entre los pueblos celtas siempre significaba nobleza.
Su esposo Prasutago era el rey de los icenos, tribu que habitaba la zona del actual Norfolk (al este de Inglaterra). Al principio no fueron parte del territorio invadido por los romanos, porque tuvieron el estatuto de aliados durante la conquista romana de Britania, iniciada por Julio Cesar y concretada finalmente por el Emperador Claudio (que reinó 41 a 54) y sus generales, en el año 43.
Prasutago vivió una larga vida de riqueza. No tenía hijos varones y aunque la corona podía pasar a
sus hijas mujeres según la costumbre celta, ello no aseguraba la
independencia formal de Britania frente al Imperio romano, ya que para los celtas
existía igualdad entre el hombre y la mujer pero para los romanos no; por
eso Roma aprovechó la coyuntura para nombrar al Emperador romano
coheredero del reino de Britania, junto con las dos hijas de Prasutago. Este tipo de
testamentos era habitual en la época romana (recordemos la donación del reino de Pérgamo), pues así se conseguía que, al menos durante la vida del Rey vasallo, se respetara un estatus de semi-independencia.
Debido a estos factores y a que la ley romana solo permitía la herencia
por línea paterna, cuando Prasutago murió, su idea de preservar su
linaje -como era de esperar- fue ignorada, y su reino fue anexionado al Imperio Romano como si hubiera sido
conquistado. Las tierras y todos los bienes fueron confiscados, y los
nobles tratados como esclavos. Debido a que Prasutago había vivido
pidiendo prestado dinero a los romanos, al fallecer él todos sus
súbditos quedaron ligados a esa deuda, que Boudica, la entonces reina,
no podía pagar.
Dion Casio nos dice que los publicanos romanos (incluido Séneca el Joven), desencadenaron la violencia saqueando las aldeas y tomando esclavos como pago de la deuda. Tácito parece apoyar esto al criticar (en referencia a este tema) al procurador Cato Deciano
por su "avaricia". De acuerdo con Tácito, los romanos azotaron a
Boudica y violaron a sus dos hijas, lo que desató la incontenible furia
de la Reina.
En el año 60 o 61, mientras el gobernador Cayo Suetonio Paulino estaba en el norte de Gales llevando a cabo una campaña en la isla de Mona, hoy Anglesey (que era un refugio de los britanos rebeldes y un centro druídico)
los icenos conspiraron contra los romanos aliándose con otras tribus, entre las que se contaban la de sus vecinos, los trinovantes y entre todos, eligieron a Boudica como su líder.
La confederación de Tribus indígenas rebeldes al mando de la Reina Boudica atacó Camulodunum (Colchester),
la antigua capital de Trinovantia, que se había convertido en colonia
romana.
El futuro gobernador, Quinto Petilio Cerial, entonces legado de la Legión IX Hispana, intentó socorrer a la ciudad con un destacamento de esa legión, pero sus fuerzas fueron derrotadas. Su infantería fue emboscada por las fuerzas de Boudica en una zona boscosa y sólo el comandante y parte de su caballería consiguieron escapar.
Cuando las noticias llegaron a Cayo Suetonio Paulino (gobernador de Britania), éste ordenó dirigirse a Londinium,
el próximo objetivo de Boudica; pero ante la imposibilidad de
defenderla, se retiró de la ciudad, permitiendo así a Boudica
incendiarla y masacrar a sus habitantes. Suetonio no llegó a
tiempo para defender Verulamium, y la ciudad también fue arrasada.
Cayo Suetonio Paulino, Gobernador de Britania y la Reina Boudica, al mando de una alianza de tribus indígenas, finalmente entablaron combate en la batalla de Watling Street, en la ruta actualmente llamada
Watling Street, entre la antigua Londinium y Viroconium (actualmente Wroxeter en Shropshire).
Los romanos se encontraban en gran inferioridad numérica, 5 a 1
aproximadamente, pero se ubicaron en un terreno rodeado de bosques,
donde no podían ser flanqueados, rebasados, ni emboscados. El ejército
romano estaba bien disciplinado y armado; el de Boudica era muy numeroso
pero poco uniforme en cuanto a las armas que portaban y a la edad de
los guerreros, desde niños de 10 años hasta ancianos, lo que era común
en la cultura celta.
detalle de la escultura por Thomas Thornicroft (1815-1885)
La noche previa a la batalla, después de ordenar levantar el
campamento, Suetonio solicitó ser despertado tan pronto el ejército
rebelde se presentara en el campo de batalla. Cuando ello ocurrió, las legiones se formaron en filas de siete en
fondo, con sus escudos, espadas y lanzas (dos por cada soldado). Cuando
Suetonio vio que en el campo enemigo los carros de transporte y las
familias de los guerreros habían sido colocados detrás de los
combatientes, comprendió que había ganado la batalla.
Cuando la
infantería britana atacó, las mucho más disciplinadas formaciones
romanas hicieron caer sobre ellos una lluvia de lanzas que diezmó sus
primeras líneas. Eso sumió en la confusión a los britanos y los hizo
retroceder, dejando en el campo gran cantidad de muertos. Suetonio
ordenó a sus soldados avanzar a paso lento pero sostenido, en una línea
en forma de sierra dentada, cubriendo sus flancos con sus escudos.
Al verlos venir, los guerreros de Boudica volvieron a cargar, encajonándose entre los "dientes" de las filas romanas. Los legionarios de la primera hilera, defendidos por los escudos, atravesaron con sus espadas a centenares de atacantes, casi sin recibir daños. Al cabo de cuatro o cinco minutos de combate, a una señal de sus oficiales, dejaban el puesto al que formaba detrás, colocándose en la última posición. Eso permitía entrar en combate a soldados "frescos" y recuperar fuerzas a los que habían peleado.
Al verlos venir, los guerreros de Boudica volvieron a cargar, encajonándose entre los "dientes" de las filas romanas. Los legionarios de la primera hilera, defendidos por los escudos, atravesaron con sus espadas a centenares de atacantes, casi sin recibir daños. Al cabo de cuatro o cinco minutos de combate, a una señal de sus oficiales, dejaban el puesto al que formaba detrás, colocándose en la última posición. Eso permitía entrar en combate a soldados "frescos" y recuperar fuerzas a los que habían peleado.
La masacre fue total y, al no poder perforar la formación enemiga,
los britanos sintieron pánico y comenzaron a retroceder, aplastándose
unos a otros mientras los romanos seguían su avance implacablemente.
En su desesperación por huir, los britanos no solo empujaron a los
guerreros que avanzaban detrás sino a las mujeres, niños y ancianos que
aguardaban el desenlace de la batalla en la cercanía de los carros. La
avalancha que produjeron fue tal, que cerca de 40 000 murieron
aplastados entre los combatientes en desbandada y los vehículos que
impedían la retirada.
Los romanos no tuvieron piedad, ni siquiera de las mujeres embarazadas y los
niños y durante horas se dedicaron a masacrar a los heridos y a
perseguir a los que habían logrado traspasar la línea de los carromatos.
Según Tácito, Boudica acabó suicidándose con veneno para evitar que los romanos la
atraparan, aunque Dion Casio da otra versión de los
hechos: Boudica y sus dos hijas, que también lucharon ferozmente en la batalla, nunca fueron encontradas muertas.
Tal fue el grado de violencia que los romanos aplicaron que durante
los cuatro siglos siguientes la provincia de Britania se mantuvo en paz.
Britania romana existió entre los siglos I y V,
La invasión romana de Britania (efímera con Julio César y definitiva con Claudio) y la consiguiente romanización a partir del Siglo I, supuso la adopción del latín y la civilización romana, por los britanos del sur de la isla de Britania, incluido el Cristianismo a partir del S. IV.
Tribus celtas britanas
Tribus celtas britanas
Fuentes enlazadas en el texto
Imágenes de la red.
¡Vaya con Boudica! Fue todo un ejemplo a seguir, lo tenía todo: valiente, inteligente, decidida y con dotes de mando, ¡que ya quisieran para si muchos hombres que piensan que las mujeres no valemos más que para perpetuar la especie!
ReplyDeleteAgradecida por la información que desconocía por completo.
Cariños.
kasioles
No se habla demasiado en los manuales de historia de mujeres esforzadas y valientes. Lo peor no es el olvido de las mujeres que merecen el recuerdo y la gloria, sino los nombres que les ponían a todos. Boudica pase, pero Prasutago tiene un trago.
ReplyDeleteUn abrazo, Myriam.
Y mira que ha habido mujeres con dos... bien puestos :-)
ReplyDeleteMusu handi bat.
La historia de siempre, mucho ensalzar y honorificar las gestas de los hombres, pero de las heroicidades de las mujeres muy poco.
ReplyDeleteBesos.
Viva Kaamelott !
ReplyDeleteSi, una mujer valiente y admirable.
ReplyDeleteGracias por el detallado relato.
Otro nombre de mujer que me era desconocido.
ReplyDeleteGracias, guerrera.
Besos.
Desde siempre la ha habido valientes, inteligentes y de armas tomar... mujeres ejemplo de vida.
ReplyDeleteGracias por la crónica.
Un abrazo.
Ha habido y hay grandes mujeres como Boudica, pero son poco conocidas, y merecen serlo son ejemplo para todas. Un abrazo
ReplyDeleteEstá claro que los romanos eran unos tramposos. Como también eran estrategas expertos, que usaban la propaganda contra sus enemigos, tal vez lo cartagineses no eran tan crueles.
ReplyDeleteToda una heroína épica, parte de una cultura avanzada.