Crisis marital, obsesiones, conflictos y resoluciones:
Algo que es
fundamental para entender la crisis
marital que se va a desatar entre Cipriano
y Teodomira es la naturaleza de las obsesiones de ambos (pero no su único elemento): Cipriano: El desahogo
económico exacerba la desconfianza de Cipriano en sí mismo, más se le
acentuaban los escrúpulos cuanto más vida de piedad llevaba. “Había días de
precepto que asistía a tres misas consecutivas agobiado por la sensación de haber
estado distraído en las anteriores” P234. Rasgos, sin duda,
obsesivo-compulsivos. Tanto quería
Cipriano salvar su conciencia y la de
los demás que hasta llegó a interpelar, por ej, a un hombre maduro que entró a
misa después de la Elevación y le advirtió sobre la inutilidad de su acto metiéndose en algo que no le incumbía y
violentando la libertad de conciencia de este hombre, un límite
traspasado que el cura le hace ver P235. También tenía obsesiones con
subir el precio de los pellejos a los tramperos o el salario de los
curtidores, etc, etc. Acallaba sus reproches de conciencia "dando pingues
limosnas al Colegio de los Doctrinos" P236. Teo: en cambio tenía la
obsesión de ser madre, una obsesión que termina por devorarla P364 y una vez
casada, al no haber hecho en toda su vida ninguna otra cosa que esquilar u otras labores de campo, se
vuelve perezosa P254 y se vuelve obsesivamente consumista. Las obsesiones de
ambos son distintas pero chocan entre sí repeliéndose en el fondo (aunque exteriormente a Cipriano le resultara un alivio que Teo estuviera ocupada) pues ninguno de los dos puede
contener y apañar al otro emocionalmente, no pueden apoyarse mutuamente en lo emocional, lo que de por sí, constituye un conflicto introductorio, que se perfila como presagio de tormenta.
El conflicto profundo que lleva al fracaso total de la relación y que, para mí, tiene dos ejes, se
produce por una incapacidad completa de ambas partes de satisfacer las demandas emocionales
del otro que cada vez son más acuciantes, lo que genera un círculo vicioso en
el que una parte exige, busca o recrimina y la otra, o bien se retrotrae y evade (en el caso
de Cipriano) o bien responde con una
violencia inusitada (en el caso de Teo, que llega al extremo de
perder la razón). La primera señal de desentendimiento, “el primer rifirrafe”, la observamos de recién casados a raíz de que
Cipriano quería cambiarle su caballo Obstinado (obstinado, como la dueña, vaya
guiño el de Delibes) porque al parecer, se avergonzaba del animal, Teo a su vez, se siente -y con razón- por este hecho, descalificada. P251 ¿Cómo
se resuelve este rifirafe? Cipriano
termina cediendo y éste es un rasgo consecuente
y fijo: Teo se obstina siempre y Cipriano
siempre cede P253. Esto ya de por si es una señal de
disfunción en una pareja. En una relación que funciona adecuadamente, hoy en día, ésto es algo que se va alternando entre los
miembros de la pareja, a veces cede uno, otras el otro. En este caso, estos rasgos se irán
acentuando y el deterioro de la pareja, no solo de la
salud mental de ella, será algo inevitable. Esto es justamente lo que produce un paulatino
aislamiento de Cipriano, que se evade creando "un muro" entre los dos, incluso con habitaciones separadas, con
cada vez más viajes. La obstinación
de Teo, su obsesión por ser madre y los constantes reproches,"prontos", gritos, ante la no reacción de Cipriano que no sabe si
apaciguarla o contradecirla y opta por adoptar una postura ambigua P312, disminuye el encandilamiento sexual de Teo P269, una consecuencia muy natural dadas las circunstancias del caso, incluso usa ella el sexo como excusa,
se lo niega o manipula con él y le regatea a Cipriano algo mucho más importante para él, la famosa
axila P257 como castigo porque no puede ser madre, porque su marido es incapaz de fecundarla P270, 271. Aquí tenemos la raíz del eje 1 del conflicto.
Cipriano por su lado, no ha encontrado en ella el cobijo que buscaba, más adelante en la novela, cobra relevancia el asco que siente él con la
cópula de los sapos P280. En realidad, el
“asco” de Cipriano graficado en la cópula de la enorme sapa con el
sapito encaramado, es un símbolo o metáfora de un asco emocional, mental, o sea, profundo. El asco
proviene –recordemos que había química
sexual entre ellos desde el principio, aquí el instinto sexual no tiene nada que ver- de la incapacidad de Teo de colmar en Cipriano sus carencias
infantiles afectivas y de que en el fondo no
compartían ningún interés en común, ni comprensión mutua, ni diálogo fecundo. También
Cipriano, es cierto, descalifica a Teo y no toma en cuenta sus requerimientos y los ningunea,
como cuando no acepta su caballo o como cuando se niega a hacer el tratamiento
de fertilidad de la época, mandado por el médico. El asco emocional-mental de Cipriano lo
podemos observar claramente en este párrafo: “Cipriano seguía viendo en
ella (Teo) la sapa autoritaria, caprichosa, posesiva. Y aún le repugnaba
más el complemento: la actitud servil, complaciente y oficiosa del pequeño sapo
fecundador encaramado en su dorso” P282.
En este pequeño párrafo, con esa descripción tan gráfica y sintética, tenemos centrada la raíz del eje 2 del conflicto, que no
tiene que ver con el sexo, ni con el físico, sino más bien con las emociones, con los
pensamientos y sentimientos, con ese saberse de Cipriano requerido pura y exclusivamente como un macho reproductor, y
no amado, siendo un ser que tenía una enorme necesidad de afecto profundo y sincero, de
una comprensión de su mundo interno y de sus inquietudes trascendentales. Demandas
que Teo no podía satisfacer ni remotamente, porque, entre otras cosas, ella no estaba
a su mismo nivel intelectual, ni siquiera tenía un mínimo de empatía por él o se preocupaba por como se
sentía; en una palabra, no podía comprenderlo y en ese no comprenderlo, se anidaba y crecía, entonces, el enorme vacío de Cipriano que se llenaba de asco, del asco de saberse utilizado solo como macho reproductor, un patrón de explotación que Teo había aprendido, desde luego, en la casa paterna.
El deterioro en
la relación se hace patente en la prosa de Delibes, cuando señala, por ejemplo
en la P297 como “la obsesión por el gasto, justo con la observancia rigurosa
de la terapia del Dr Galache, (para quedar embarazada) llenaron su vida (la de
Teo) por aquellos días”. El derroche de
su mujer era un indicativo para Cipriano, por una parte, nos aclara Delibes, “de
contagio social” y por otra “de su carácter inestable”, que llenaba el vacío
que sentía al no poder engendrar, con una compulsión hacia la compra. Esto
contrastaba, como sabemos, con el carácter
de Ciprano que era “poco apegado a las cosas materiales y embarcado en
problemas trascendentes” P298 Cipriano termina alejándose emocionalmente de
Teo, como lo hemos señalado más arriba lo que por otro lado, acrecienta la frustración y furia de Teo
hasta su colapso final P254. Luego, viene sí,
el colapso total de ella en una prosa magníficamente narrada, su internación en
un centro de salud que en la época era un manicomio, y su muerte (todo un tema per se, éste). Y los arrepentimientos
de él y su culpa y expiación con promesas
de celibato y pobreza. Pero Teo, ya no estaba en este mundo y Cipriano era viudo, un viudo, con un
nuevo amor idealizado encarnado en la
bella y noble Ana Enriquez
(Y nótese: un opuesto total a Teo en belleza, elegancia, cultura y estirpe) y con una misión
espiritual que cumplir que ella compartía, misión que a su vez, lleva a Cipriano a la muerte por ejecución (culpa de esos crueles e intolerantes tiempos, por supuesto, quién sabe como ambos hubieran terminado hoy como pareja, pero no cabe duda de que éste es un esbozo de pareja algo más pareja).
Para
finalizar:
Como hemos
visto, Delibes en "El Hereje", nos presenta un muestrario de parejas. Esta pareja conformada por Cipriano y Teo, un modelo de pareja despareja que fracasa, no puede ser una pareja que siendo ambos
distintos se complementen, porque en primer lugar, las diferencias entre ambos
son enormes, no hay nada que tengan en común más que una unión surgida a
partir de las necesidades de ambos de rellenar carencias –es decir, una
relación basada pura y exclusivamente en una dependencia afectiva- y no porque con un cierto grado de madurez
emocional se eligen mutuamente por atracción sexual (química) y gustos, para amarse, complementarse y crecer en ese
intercambio fructífero que da el poder compartir algunas
cosas en común, algún grado de comprensión
mutua y de comunicación en un
mismo nivel –un elemento fundamental- y de saber respetarse las diferencias y necesidades
individuales. Una pareja en la que los roles son flexibles,
algunas veces necesitará él apoyo, consuelo o estímulo, otras ella y que,
cuando se presentan las crisis maritales inevitables, a veces sea uno el que va
al encuentro del otro, a veces el otro y que a través de los años, vayan
re-negociando los contratos iniciales maritales de acuerdo a las necesidades y
crecimiento personales de cada uno
dentro de la pareja, porque nunca debemos olvidar que son dos personas que
conviven y comparten -y crecen cada uno como individuo, o no, porque eso es algo, repito, individual y personal y la pareja debe ajustarse a ello- no siendo, de ninguna manera, una masa amorfa solo por el hecho de ser pareja. En el caso de Cipriano y Teo, ninguno
de los dos cumple las expectativas del otro y alejados el uno del otro
emocionalmente, incomprendidos y vacíos,
en una relación destructiva en la que se dañan mutuamente, con conflictos fijos que colisionan sin solución posible, solo
queda la separación y/o la destrucción y la muerte como resolución. La novela coloca a estos personajes en el Renacimiento del S XVI, pero para este análisis las he traspolado a nuestro siglo, cómo sí de un caso clínico real se tratara, para que podamos meditar sobre aspectos, que salvadas las distancias, pueden darse -y de hecho se dan- hoy en las relaciones de parejas, algo que intuyo y supongo que le hubiera gustado a Miguel Delibes y si me equivoqué, le ruego me perdone, desde Allí en donde su Espíritu reposa.
Contribución
a la lectura colectiva virtual que hacemos bajo la conducción de Pedro Ojeda
desde su blog La
Acequia. © Myriam Goldenberg
Nota: Bibliografía "El Hereje” Ed Destino,
Barcelona, España, 2010
Seguro que tu análisis hubiera encantado a Delibes. La historia continúa:macho orgulloso de poseer a hembra grande y hembra satisfecha al proteger a un desvalido. Faltaba el amor de Minervina o el sentimiento posterior de Ana Enríquez.
ReplyDeleteGracias de nuevo.
Un abrazo
Bravo por el trabajo.
ReplyDeleteMuy bueno.
Bravo por Pedro Ojeda desde su blog La Acequia.
Un beso.
como decimos por estas tierras, Myr:
ReplyDelete"pero que trabajadoriña me eres"
has hecho muy bien los deberes, y ni siquiera estar de vacaciones te ha separado de tus aficiones lectoras y comentadoras.
te aplaudo.
biquiños,
Sobresaliente cum laude, has hecho una tesis doctoral.
ReplyDeleteEnhorabuena.
Un exceso de formación religiosa puede producir obsesiones en personas vulnerables. El caso de Cipriano está tan bien descrito...tal vez conoció Delibes a obsesivos así. O, tal vez, él mismo lo padeció en una época de su vida. Tres misas, qué horror, con lo que me costaba a mí escuchar una entera...
ReplyDeleteUna pareja sin nada en común, así lo vemos los legos en Psicología.
Besos, un interesantísimo estudio el tuyo, a don Miguel le hubiera gustado, seguro.
Eres una genia, Myr. Y desde tu perspectiva, me encantó releer las relaciones de pareja, tan actuales sin parecer anacrónicas.
ReplyDeleteSólo por lo que me hiciste disfrutar, te aplaudo, y creo que hasta M.D. estaría más que contento de la revisión de su obra.
Recuerda, que sólo a los locos, rebeldey aventajados, los quemaron y pusieron su San Benito...
Ojalá nos quemen por tanto atrevimiento...
Sonrío.
Besos, Myr.
Me llama la atención que Cipriano está crucificado por su padre como asesino de su madre, un estigma que carga con él de forma latente, escoge una pareja y esta termina muerta con los deseos de ser madre y con la repugnancia del marido por asociarla con una sapa y a su vez el sentirse como un batracio o más bien sapito que es doblar la imagen del castigo. Tengamos en cuenta que las ranas son conocidas precisamente por su fecundidad y son miles de huevos ya germinados los que desova, y esto para Cipriano se presenta en el momento del coito como desagradable, tal vez funcione aquí la maldición del padre al condenarlo como asesino de su propia madre. La impotencia de Cipriano se desvía entonces a su fecunda intelectualidad y vida espiritual donde aparece la ilusión de la pareja ideal o alma gemela, lejos de las charcas y el lodo de las ranas y sapos. Y tal vez sea el sitio ideal para redimir su condena, una dimensión estéril pero llena de nobles propósitos, nada que ver como el barro lleno de sapos lujuriosos y fornicantes dispuestos incluso a la muerte sin el menor reproche con tal de aparearse y dar a luz la continuidad de la vida ja ja ja.
ReplyDeleteBesos!!!
Por otra parte me gustaría considerar o más bien especular sobre la pista de esta culpa ya doble sobre la maternidad, si influyó en su sacrificio en la inquisición. Sin entrar a justificar el carácter criminal de esta organización claro está.
ReplyDeleteBesos!!!
Delibes,en toda su producción, es un fino analista de las relaciones humanas. En especial, de las que suceden dentro del hogar. Lo has puesto tan de relieve en esta serie de entadas, que no se puede argumentar mejor.
ReplyDeleteMil gracias por tu aportación.
Mi querida MYR, a las 2 y media de la madrugada no me veo con ánimo de repasar los capítulos previos a este último al que llego ( para variar) pero si te sirve he leído este con suma atención y como en otras ocasiones que en las que he tenido la suerte de observar tu capacidad de análisis y síntesis tienes ganada y reganada mi enhorabuena y mi admiración xD!! lo tuyo no son entradas, son ensayos, profusos, minuciosos y dignos de ser encuadernados.
ReplyDeleteLa pareja que describes no es más que una de los mil millones que sin duda alguna circulan por este mundo nuestro... intereses alejados, necesidades insatisfechas, incompresiones, desconexiones y soledad en ambos lados que en cada uno de los miembros de la pareja derivan hacia finales diferentes... ella a la locura y él... ( eso no me ha quedado claro) ¿encuentra por fin quien soporte sus tres misas diarias? j ¿ es esta Ana de la que hablas? como mínimo será abadesa ajaja aaaaayyy cuanto siento no haber leído esta novela de Delibes, soy una enamorada de sus letras, este verano sin falta la liquido... recordaré tus apuntes y como ahora mismo te estaré eternamente agradecida.
Muuuchos muuchos besos artista de la psicología literaria... amén de otras. Muaaaaaaaaaaakss bonita.
Nunca te lo he dicho, pero siento una gran admiración por tí, por tu labor comunicativa-enseñante... y lo bonica queres por tus adentros y afueras... ;)
ReplyDeleteBesicossssss, Myr
ReplyDeleteFelicidades Myriam, por este trabajo tan bien hecho y tan bien expuesto. Delibes era un genio en desentrañar problemas conyugales, que ciertamente están hoy de rabiosa actualidad.
Besos y disfruta.
Leí El Hereje hace años y me gustó mucho, pero no llegué a esos profundos análisis que nos regalas. Ahora tendría que releerlo para aprovecahr todo lo que me has hecho recapacitar.
ReplyDeleteUn fuerte abrazo.
Enhorabuena Myriam, hay muchas facetas y puntos de vista en el libro y me parece muy interesante este que tú has escogido, las siempre complejas relaciones de pareja.
ReplyDeleteBesos.
Qué pormenorizado anàlisis de la obra de Delibes. Me has incitado a leerla. Gracias Myriam, muy interesante esta actividad.
ReplyDeleteTe saludo ccon afecto
Chusa
Buenos días, Myriam:
ReplyDeleteLa meta de Teodomira, como mujer de su tiempo, y adinerada, era la maternidad.
De haber tenido descendencia, quizá el problema en ella no habría existido.
Él, simplemente, se habría dado por satisfecho con ocupar su lugar en la axila, con la prole, y con sus ocupaciones de trabajo y sociales.
Miguel Delibes, estaría encantado con tus aportaciones, pero arreglando todas las parejas nos quedaríamos sin temas para las grandes novelas.
Abrazos.