Este jueves, un relato: Un fin para Regina Clámor, su último suspiro

 

Imagen de Regina Clámor por Darío Brabo

 

Convocatoria de El Demiurgo de Hurlingam  desde su blog homónimo con el tema: 

"Un fin para Regina Clámor" (más relatos aquí)

 

 

Era casi medianoche cuando me di cuenta de que no vendría. La había citado hacía  cinco días atrás en el bar de Miguelete,  con la intención  de animarla un poco pero no, Regina no vendría ya a estas horas. Decidí confrontarla al día siguiente pero cuando fui a su apartamento sin previo aviso,  toqué timbre hasta hartarme sin que contestara. Como buen detective paranormal que soy, averigüé con la vecina  de piso -chismosas nunca faltan- si Regina había regresado a casa, cosa que no había hecho.  Entonces, fue cuando me comencé a preocupar. Ya la había salvado de la muerte en una ocasión anterior a la salida del Estudio en donde trabajaba como la "Reina del Grito" y un asesino serial la había perseguido,  quien lejos de ser actor, lo era de verdad.  Tampoco pude localizarla en  su  teléfono móvil, lo tenía apagado o fuera del área de cobertura. Chequeé las redes sociales, pero últimamente no había estado activa. Así que me dirigí a uno de los Portales del reino, el que conectaba a  Mara Verso con el Terra Verso;  nada por ahí. Subí a continuación  hasta el próximo nivel, para dirigirme al Fogo Verso,  y luego al Aero  Verso y tampoco - que tal como dice Edit Piaf "Rien de rien" (Nada de nada).   Entonces me encaramé  a la cinta teletransportadora que me llevó a la pista 07R, que era la más  cercana, y subí a una nave. Cuando  encendí la radio para obtener el  permiso de vuelo y las consecuentes instrucciones de ruta, sentí en el fondo de la emisión unos quejidos lastimosos que me hicieron  erizar la piel. Subí el volumen y los escuché mejor. Parecía la voz de alguien pidiendo auxilio. Así que  con prisa desabroché  mi cinturón y me dirigí hacia  la puerta de la nave y la abrí. Me deslicé por una cuerda al mejor estilo Rambo hasta la pista  y corrí hacia la cabina de radio. Después de repartir puños y patadas, y dejar nock out a un par de tíos, revisé pormenorizadamente el lugar. Y ahí la encontré malherida y amarrada, hecha un ovillo, temblando.

- ¡¿Pero qué te ha pasado Regina?! - Traté  de averiguar al tiempo que paraba su hemorragia, evitando  la absurda pregunta de  "¿estás bien?" cuando objetivamente ves que la víctima está reventada,  literalmente hecha polvo,  y a punto de fenecer. 

 

Haciendo acopio de fuerzas Regina me susurró con un hilo de voz -Anibal Lechter....el verda......- y sin alcanzar a terminar la frase,  exhaló su último suspiro en mis brazos.

La abracé con fuerza mientras grité llorando a moco tendido - ¡No me dejes!  ¡Nooooooooooooo!. 

Los Cielos se abrieron,  un rayo de Luz  pintó por entre las nubes una escalera dorada. Dos ángeles, el moreno vestido con una  túnica azul zafiro y el otro, el rubio, con una  verde esmeralda, bajaron trayendo en una mano un abultado rollo de pergamino y en la otra una trompeta de plata y oro engastada en rubíes y amatistas.

-¡Avisado estás!. ¡No más "Reinas del Grito"!, ¡no más actrices perseguidas por psicópatas que las quieren matar!. El Supremo Hacedor del Universo  no te renueva el Copyright.  Dile a tu jefe  el Demiurgo  que piense, de aquí en más, en algo menos sanguinario.

 

 

 

Fue entonces cuando en mi afán por pasar desapercibido, incoloro e inodoro me convertí en invisible.

 

  Nota:

 

2nda foto  Escultura hecha por el artista plástico Daniel Katz, 2014. Foto por Myriam Goldenberg, Jerusalén.