Harriet Hardy nació en 1807 en Walworth, al sur de Londres, sus Harriet y Thomas Hardy, un médico cirujano y fue educada en casa en el seno de su familia protestante unitarista, desarrollando interés temprano por la poesía. A los 18 años se casó con John Taylor con el que tuvo dos hijos y una hija: Herbert, Algernon y Helen (quien posteriormente se convirtió en una reconocida feminista).
En 1931 Harriet conoció al filósofo John Stuart Mill en un encuentro de la congregación. Harriet y John compartían intereses comunes y él la trató como una igual a nivel intelectual, lo que puso a ella feliz y a su aburrido marido muy celoso. Dos años más tarde, en 1933, se separara de él y se traslada un tiempo a París en donde convive con Mill, pero para no atormentar más a su marido cornudo y seguir humillándolo socialmente -por violentar la estricta moral victoriana, que impedía la separación (acompañada) o el divorcio- regresa a Londres. Durante ese período es visitada asiduamente por Mill. Harriet enviuda en 1849 y respetando el período de luto, finalmente en 1953 contrae matrimonio con su gran amor John Stuart Mill.
En 1931 Harriet conoció al filósofo John Stuart Mill en un encuentro de la congregación. Harriet y John compartían intereses comunes y él la trató como una igual a nivel intelectual, lo que puso a ella feliz y a su aburrido marido muy celoso. Dos años más tarde, en 1933, se separara de él y se traslada un tiempo a París en donde convive con Mill, pero para no atormentar más a su marido cornudo y seguir humillándolo socialmente -por violentar la estricta moral victoriana, que impedía la separación (acompañada) o el divorcio- regresa a Londres. Durante ese período es visitada asiduamente por Mill. Harriet enviuda en 1849 y respetando el período de luto, finalmente en 1953 contrae matrimonio con su gran amor John Stuart Mill.
En la época en que conoció a John Stuart Mill, Harriet ya no solo estaba escribiendo poesía, sino que estaba interesada en la
reforma social, y había escrito una larga "Vida de William Caxton" para La
Sociedad para la Difusión del Conocimiento Útil. Estaba escribiendo también una serie de artículos inéditos sobre los derechos de las
mujeres, la ética, la tolerancia y el matrimonio. Harriet y Mill intercambiaron opiniones sobre las cuestiones éticas del matrimonio, la separación y el divorcio.
Harriet siempre insistió en que se debía hacer algo para "modificar la condición de la mujer" como el "eliminar toda interferencia con el afecto, o con cualquier cosa que sea, o incluso se suponga que sea, demostrativa de afecto". Ella criticaba el hecho de que "las mujeres son educadas para un solo objeto, para ganarse la vida al casarse"; que "el estar casadas es el objeto de su existencia"; y "ese objeto obtenido realmente deja de existir en cuanto a cualquier cosa que valga la pena llamar vida o cualquier propósito útil". También criticó la hipocresía y la injusticia de que cualquier chica que fuera vista como "apta" para el matrimonio -porque solo las vírgenes se consideran aptas- pero ignorantes totales en cuanto a lo que implica en sí el matrimonio. Harriet defendió siempre el derecho al divorcio, preguntando "¿quién desearía tener a la persona sin la inclinación?" (es decir, sin estar enamorada).
Harriet siempre insistió en que se debía hacer algo para "modificar la condición de la mujer" como el "eliminar toda interferencia con el afecto, o con cualquier cosa que sea, o incluso se suponga que sea, demostrativa de afecto". Ella criticaba el hecho de que "las mujeres son educadas para un solo objeto, para ganarse la vida al casarse"; que "el estar casadas es el objeto de su existencia"; y "ese objeto obtenido realmente deja de existir en cuanto a cualquier cosa que valga la pena llamar vida o cualquier propósito útil". También criticó la hipocresía y la injusticia de que cualquier chica que fuera vista como "apta" para el matrimonio -porque solo las vírgenes se consideran aptas- pero ignorantes totales en cuanto a lo que implica en sí el matrimonio. Harriet defendió siempre el derecho al divorcio, preguntando "¿quién desearía tener a la persona sin la inclinación?" (es decir, sin estar enamorada).
Harriet sostuvo que aunque "seguro es que no hay igualdad en
nada ahora: todo el placer es de los hombres, y todos los desacuerdos y
dolores son de las mujeres", siendo
seguro de que "el placer se incrementaría infinitamente tanto en
especie como en grado mediante la perfecta igualdad de los sexos". Ella
agrega, "El sexo en su verdadero y mejor significado, parece ser la
forma en que se manifiesta todo lo que es más elevado, mejor y más bello
en la naturaleza de los seres humanos: solo los poetas se han acercado a
la percepción de la belleza del material mundo,
todavía menos de lo espiritual, y nunca existió un poeta excepto por la
inspiración de ese sentimiento que es la percepción de la belleza en
todas sus formas y por todos los medios que nos son dados, así como por
la vista ". Termina
el ensayo diciendo "Es para ti" (es decir, J. S. Mill) "el apóstol más digno
de todas las virtudes más elevadas: enseñar lo que se puede enseñar, que
cuanto mayor es el tipo de disfrute, mayor es el grado" Con este pensamiento, anticipa a Mill, tal como se aprecia en su posterior ensayo "Utilitarismo", en el que Mill introduce el concepto de diferencias en la calidad
de los placeres a un "cálculo hedónico" previamente cuantitativo
heredado de Jeremy Bentham.
Harriet comenzó a publicar sus obras cuando estaba embarazada por tercera vez. Ofreció una variedad de literatura para el diario Unitarian Monthly Repository y "Enfranchisement of Women".
Aunque hizo muchas contribuciones a lo largo de los años, poco de su
propio trabajo se publicó bajo su propio nombre durante su vida. En la década de 1840 fue
coautora de varios artículos periodísticos sobre violencia doméstica
publicados anónimamente en Morning Chronicle, Daily News y Sunday. Harriet leyó y comentó todo el material producido por John Stuart Mill. En
su autobiografía, Mill afirmó que Harriet era la autora conjunta de la
mayoría de los libros y artículos publicados bajo su nombre. Añadió,
"cuando dos personas tienen sus pensamientos y especulaciones
completamente en común, tiene poca importancia, respecto a la cuestión
de la originalidad, cuál de ellos tiene la pluma". El debate sobre la naturaleza y el alcance de su colaboración continúa, por su parte, J.
S. Mill siempre reconoció a Harriet como a una valiosa colaboradora de gran parte de su trabajo,
especialmente en su ensayo Sobre la libertad, que le dedicó cuando se publicó en 1859,
un año después de su muerte. Ella también contribuyó a los Principios de Economía Política.
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Harriet falleció el 3 de noviembre de 1858 cuando estaba en un hotel en Avignon, Francia, víctima de una dolencia respiratoria, probablemente tuberculosis. Su influencia en la Historia del Feminismo es innegable.
Fuentes enlazadas en el texto.
Imágen de la red.
Mucho tiempo para llegar al respecto del femenismo....
ReplyDeleteOtra más. Esta labor tuya es impagable. Gracias.
ReplyDeleteBesos.
Te leeré cuando regrese, desde el móvil me cuesta. Abrazos
ReplyDelete
ReplyDeleteUna época difícil para una mujer valiente valiente y pionera del feminismo.
A propósito de su época, una vez escribí sobre la doble moral y la hipocresía de la Inglaterra victoriana.
"La era victoriana se caracterizó por un puritanismo oficial, al menos aparente. La represión sexual era un hecho evidente. La rigidez moral llevaba al extremo de alargar las faldas de las damas hasta el suelo para que no se les pudiera ver el tobillo. De muchos es sabido que la reina mandó alargar los manteles que cubrían las mesas de palacio para ocultar por completo las patas de esas mesas y alejar así de la mente de los hombres los malos pensamientos, porque podrían relacionarlas con las piernas de las mujeres.
Con el apoyo de la iglesia se condenó toda actividad sexual, incluso dentro del matrimonio, que no tuviera como objetivo la procreación. Una moralidad oficial profundamente conservadora y puritana se instaló en el país de la mano de una burguesía cuya máxima aspiración era la estabilidad moral, el orden y la disciplina, por lo que toda emoción, aventura o sentimentalismo eran objeto de rechazo. La cultura burguesa despreciaba las emociones y los sentimientos. Lo importante ahora era la conducta recta, la sobriedad, la contención, el buen gusto, las buenas maneras, las apariencias… "
Te pongo el enlace por si te apetece echarle un vistazo al artículo:
https://latinajadediogenes.blogspot.com/search/label/La%20Inglaterra%20victoriana
Un abrazo, Myriam.
Cuantas historias de damas importantes, se mantiene muy callada por la historia oficial...
ReplyDeleteBesote
Lástima que muriera tan joven... :(
ReplyDeleteBesos y salud
Una mujer muy interesante, intentaré buscar más sobre ella.
ReplyDeleteA John Stuart Mill, si lo conocía y siempre me cayó muy bien por su defensa de la mujer en su trato igualitario, sin embargo a Harriet Hardy no recuerdo haberla visto nombrada en estos escritos que he leído sobre el filósofo inglés. Tampoco viene en el Diccionario. Hay que estarse renovando en el día a día.
ReplyDeleteGracias por todas estas entradas que nos descubren a personas tan interesantes.
Besos
Luz