El dromón, orgullo de la flota bizantina
Mi nombre es Procopina de Caesarea (1), hermana melliza de Procopius,
el envidioso y resentido, que la vida me otorgó como hermano. Y soy
cronista -o escriba de las crónicas jamás contadas- pero no por eso
menos ciertas. ¿Qué como aprendí el arte de la escritura? Tal cosa
sucedió, queridos lectores, durante el tiempo en que me encontré como
huésped involuntaria de los Gasánidas, que eran tribus árabes aliadas
de nosotros que practicaban el cristianismo (2) y ellos tenían larga
tradición de honrar a la mujer; una tradición heredada de los
Tanújidas ensalzadores del amor cortés, inspirado por la caballerosidad
cristiana, tal como lo manifiestan en su rica poesía de la que ahora no recuerdo ninguna estrofa, lo siento. Podría
contarles mi tiempo pasado entre ellos, pero lo que hoy quiero relatar, en verdad bien verdadera y humeante, cual caldo de guiso al fuego, es como
mi hermano con su visión distorsionada por la masculinidad de su sexo
y sus prejuicios, llamaba casi prostituta, serpiente, intrigante y no
sé cuantos vituperios más -y aún peores- a Antonina, la mujer de Belisario, uno de los mejores y más leales Generales de Justiniano I, Emperador de los Romanos de Oriente, con capital en Constantinopla. Belisario, a quien mi hermano llamó poco menos que cornudo, blandengue, idiotizado por el gran amor que sentía por su esposa. Procopio era su consejero legal por orden del
Gran Justiniano y por ello acompañó a Belisario en su primera campaña
contra los persas (527- 531) y un par de años más tarde a la expedición
contra los vándalos y después, a la campaña gótica de 540, fatigado, luego, de
tanto trajín, finalmente, se instaló en Constantinopla, pero
tampoco allí gozó de tranquilidad, pues en 542 la ciudad fue azolada
por la plaga (hasta Justiniano fue atacado por la peste pero milagrosamente se salvó, quizás por todos los templos que al Buen Dios le edificó).
Todos estos sucesos que mi hermano, como testigo que fuera, describió minuciosamente, no he de negarlo, pero siempre ¡con una dosis intoxicante de veneno adicional! Hay quienes podrían decir que Procopio no dejó títere con cabeza y no se equivocarían en absoluto. Si él llegara a saber que soy escriba y que les cuento todo esto, también me llamaría, como mínimo, lupina. Todo el veneno lo vomitó en su Historia Secreta, pero para el mismísimo emperador Justiniano, escribió panegíricos, jaculatorias y laudas, llenas de ensalzamientos y adornos empalagosos, igualmente lo hizo al relatar sobre todos los Edificios que éste había mandado construir para engrandecer el Imperio -que fueron muchos y en verdad, esplendorosos, como la Basílica de Hagia Sofía en Constantinopla o la Iglesia de San Vitale en Rávena, con sus estructuras sobre planta cuadrangular y en cruz, en ladrillo (en lugar de la piedra habitual hasta entonces) y ricos mosaicos empotrados en la estructura (en lugar de estatuas por fuera de las paredes) por no hablar de las magníficas cúpulas- pero de todo eso hablaré, quizás, más adelante.
A propósito de lupina, recuerdo muy bien haberle oído decir, ¿a quién? ¡a mi hermano, pues, claro!, que la mujer del Emperador anterior que se llamaba Justino y era tío del actual, además de analfabeto perdido y más bruto que un buey en un arado, estaba casado con una mujer extranjera llamada Lupicina y que por temor a ser asociada con las lobas, meretrices o prostitutas romanas, cambió su nombre al de Eufemia (¡vaya eufemismo más oportuno el suyo!, nunca mejor dicho).
Todos estos sucesos que mi hermano, como testigo que fuera, describió minuciosamente, no he de negarlo, pero siempre ¡con una dosis intoxicante de veneno adicional! Hay quienes podrían decir que Procopio no dejó títere con cabeza y no se equivocarían en absoluto. Si él llegara a saber que soy escriba y que les cuento todo esto, también me llamaría, como mínimo, lupina. Todo el veneno lo vomitó en su Historia Secreta, pero para el mismísimo emperador Justiniano, escribió panegíricos, jaculatorias y laudas, llenas de ensalzamientos y adornos empalagosos, igualmente lo hizo al relatar sobre todos los Edificios que éste había mandado construir para engrandecer el Imperio -que fueron muchos y en verdad, esplendorosos, como la Basílica de Hagia Sofía en Constantinopla o la Iglesia de San Vitale en Rávena, con sus estructuras sobre planta cuadrangular y en cruz, en ladrillo (en lugar de la piedra habitual hasta entonces) y ricos mosaicos empotrados en la estructura (en lugar de estatuas por fuera de las paredes) por no hablar de las magníficas cúpulas- pero de todo eso hablaré, quizás, más adelante.
A propósito de lupina, recuerdo muy bien haberle oído decir, ¿a quién? ¡a mi hermano, pues, claro!, que la mujer del Emperador anterior que se llamaba Justino y era tío del actual, además de analfabeto perdido y más bruto que un buey en un arado, estaba casado con una mujer extranjera llamada Lupicina y que por temor a ser asociada con las lobas, meretrices o prostitutas romanas, cambió su nombre al de Eufemia (¡vaya eufemismo más oportuno el suyo!, nunca mejor dicho).
Hoy quiero contarles empero del día soleado y con aire agradable, propicio para zarpar las grandes aguas, en que nos fuimos en el dromón
rumbo a las costas de África, seguidos por supuesto de toda la flota imperial. Mi hermano estaba a bordo y yo me
hallaba, mezclada entre los marineros disfrazada de hombre, porque si
por él hubiera sido, a bordar me hubiera mandado y en casa, bien
encerrada, bajo 7 llaves y ojos, para dejarme en total aburrimiento y sofoco, que la vida es aventura, ¡aventura y de la mejor! y eso le toca a ellos, por el hecho de ser hombres y a una siempre la dejan atrás (o adentro).
Acompañaba al gran Belisario, como siempre, Antonina, su mujer; que era de armas tomar y digno ejemplo a emular porque dijeran lo que dijeren, ella siempre iba con él a donde quiera que fuese, apoyándolo, acompañándolo, sufriendo las intemperies y trajines de los mares y rutas de tierra; hora con lluvia incesante y arrecios vientos; hora con agobiantes calores que mucho de infierno tenían; cuando no enfrentando salteadores y bandoleros. Como ejemplo de su inteligencia he de contaros que la mismísima Antonina salvó a su cónyuge y tripulantes, al guardar en sitio seguro el agua de nuestro dromón, evitando de esta guisa la contaminación por la mugre y las algas, por eso estoy aquí viva relatando estos sucesos, más empero las otras naves no corrieron la misma suerte y hete aquí que muchos enfermaron o murieron por tanta defecación (3).
Acompañaba al gran Belisario, como siempre, Antonina, su mujer; que era de armas tomar y digno ejemplo a emular porque dijeran lo que dijeren, ella siempre iba con él a donde quiera que fuese, apoyándolo, acompañándolo, sufriendo las intemperies y trajines de los mares y rutas de tierra; hora con lluvia incesante y arrecios vientos; hora con agobiantes calores que mucho de infierno tenían; cuando no enfrentando salteadores y bandoleros. Como ejemplo de su inteligencia he de contaros que la mismísima Antonina salvó a su cónyuge y tripulantes, al guardar en sitio seguro el agua de nuestro dromón, evitando de esta guisa la contaminación por la mugre y las algas, por eso estoy aquí viva relatando estos sucesos, más empero las otras naves no corrieron la misma suerte y hete aquí que muchos enfermaron o murieron por tanta defecación (3).
Santa lo que se dice Santa, Antonina, no lo era, y de cuando en cuando se tiraba una canita al aire (más que canita, petardo, ¡petardo grande y sonoro!) con marido que para otro lado miraba. Los enemigos de Belisario no tardaron una vez en chivarle, imponiéndole que reaccionara, mas la señora que era un lince de brillante, habló presto con su amiga de juventud; ambas habían sido actrices de Teatro antes de sendos matrimonios tan ventajosos que las arrojaron de la baja estofa a la cúspide del Poder. La amiga era, pues, nada menos que su divina majestad, la Emperatriz Teodora, y entreambas urdieron un plan en el que Belisario hubo de rendirse a su mujer y agradecerle in aeternum e per seculum seculorum, no haber perdido la gracia de la Emperatriz y todo su patrimonio, en virtud de la oportunísima intercesión de su solícita mujer, que ¡vamos! cuernos por ahí le metía, pero quererlo, lo quería y mucho, me consta. El, que siempre pusiera por delante los intereses del Imperio, incluso financiando las campañas con su propio capital, ante su mujer agachaba la cabeza -según mi vilependioso hermano- y esto era algo intolerable para Procopio que gustaba de juzgar a las personas, fuera, claro, de a sí mismo, porque él, era ante sí y para sí, el más justo y probo de los varones que el suelo de Caesarea Marítima viera una tarde nacer.
Mi hermano era incapaz de reconocer el hecho de que Belisario confiaba en el buen criterio e inteligencia de su mujer, de otra manera, no la hubiera dejado -habiendo ya desembarcado en África- por ejemplo, al frente de toda la infantería de 10.000 hs, mientras él se desplazaba con la caballería (entre 5 y 7.000 hombres con sus caballos) a un punto al que ella se le unió con la tropa de a pie, juntando así todo el ejército romano para vencer a los Vándalos. Antonina fue indispensable para el éxito de esa campaña y es de sabios y justos el saber reconocerlo.
Mi hermano era incapaz de reconocer el hecho de que Belisario confiaba en el buen criterio e inteligencia de su mujer, de otra manera, no la hubiera dejado -habiendo ya desembarcado en África- por ejemplo, al frente de toda la infantería de 10.000 hs, mientras él se desplazaba con la caballería (entre 5 y 7.000 hombres con sus caballos) a un punto al que ella se le unió con la tropa de a pie, juntando así todo el ejército romano para vencer a los Vándalos. Antonina fue indispensable para el éxito de esa campaña y es de sabios y justos el saber reconocerlo.
Por hoy, termino aquí este relato a continuar otro día, porque tengo por delante mucha tela marinera.
Notas:
(1) Procopina de Cesarea: personaje ficticio creado por mi como contrapunto a Procopio de Cesarea.
(2) En el Siglo VI pre-islámico, Las tribus de los Gazánidas (árabe: الغساسنة, al-Ghasāsinah, también Banū Ghassān "Hijos de
Ghassān") eran un grupo de árabes, descendientes de las tribus Azd, que
emigraron a principios del siglo III de la península árabe meridional al
Levante y se fusionaron con las comunidades cristianas de habla griega Melikitas y Siríacas en los actuales Jordania, Siria, Líbano, Israel y Territorios Palestinos. Antecesoras eran las Tribus Tanújidas del Siglo IV y las Zokomidas del Siglo V. Los gasánidas al fusionarse se convirtieron al Cristianismo (Siglo I de la EC) y permanecieron siéndolo después de la conquista musulmana del S. VII.
- Saudi Aramco World: The Kind of Ghassan. Barry Hoberman. http://www.saudiaramcoworld.com/issue/198302/the.king.of.ghassan.htm Accessed 31 January 2014.
- Bowersock, G. W.; Brown, Peter; Grabar, Oleg. Late Antiquity: A guide to the Postclassical World. Harvard University Press.
- "Deir Gassaneh".
- bury, john. History of the Later Roman Empire from the Death of Theodosius I. to the Death of Justinian, Part 2. courier dover publications.
(3) Véase la campaña a Los Vándalos, en el Puerto de Modona hacia la isla de Zante, habían cargado suficiente agua para cruzar el Adriático, pero por causa de los malos vientos, relata Procopio en la Historia Secreta, demoraron 16 días y las reservas de agua fueron contaminadas, todas menos la de la nave de Belisario, gracias a que Antonina la protegió, haciendo colocar el agua en jarras de vidrio y construyendo una pequeña habitación con tablones en la
bodega, donde era imposible que el sol penetrara, y luego allí hizo hundir las jarras en arena, como no entraba el sol y las jarras de vidrio estaban limpias, las algas no atacaron el agua.
Procopius of Caesarea "Secret History (la Anécdota)"
Wikipedia
Espléndido texto, muy ameno y divertido. Muy convincente el recurso literario de usar la primera persona, con ese personaje femenino inventado, verosímil en todo caso.
ReplyDeleteUn abrazo, Myriam.
Una entrada muy didáctica y entretenida, un poco larguita... :)
ReplyDeleteBesos y salud
UNa verdadera novela bizantina, desde luego. A por la siguiente entrada.
ReplyDeleteBesos.
Hasta tus personajes ficticios entran de protagonistas en esta historia, la mujer ocupa un buen lugar, no se queda en la cocina ni zurciendo calcetines en casa, es valiente, hasta sabe escribir y le gusta la aventura.
ReplyDeleteLas notas de humor que incluyes, hacen todavía más agradable esta entrada tuya.
De nuevo con todos vosotros, aprovecho para agradecer tus letras y dejarte un fuerte abrazo con mis cariños.
kasioles
Como me gustan los nombres MYr...yo tambien quiero un nombre asi de largo.
ReplyDeleteYa mas en serio, una historia muy interesante.
Abrazo,
Me ha encantado. Un recurso literario el de la primera persona que me he dado cuenta da para mucho
ReplyDeleteBesote guapa
Un trabajo perfecto en su desarrollo que, además, resulta interesante y ameno.
ReplyDeleteBesos Myriam
Procopina nos dará noticias de los entresijos bizantinos. Estaremos atentos. Ay, Teodora, que llega Procopina.
ReplyDeleteBeso Myriam
Interesantísima y divertida historia Myriam. MUy bien ambientada. Como hay tela para rato esperaremos nuevas entregas.
ReplyDeleteBesos guapa.