A veces la vida acaba por un enfermedad, porque tu gobierno te envía a una desgraciada guerra o, inesperadamente, por un accidente. Pero ¿qué pasa cuando resulta que te llamas Haggai, tienes 34 años, eres un civil, ingeniero de sistemas y de tu país te has mudado a EEUU, a New Jersey, con tu familia por razones profesionales, eres presidente de una compañía, te llamas Haggai Shefi, tienes 34 años y tienes, o eso crees, toda una vida por delante; eres una persona sana, alegre, empática, y muy capaz en tu profesión, estás casado con una mujer - Sigal- a la que amas profundamente, tienes dos hijos preciosos: un niño de 5 años y una niña de 3 años, pero ese día, justo ese de todos los días del año, 15 años ha, tienes una reunión de negocios en Nueva York, en el piso 106 en una de las Torres Gemelas; ese fatídico día, 11 de Septiembre de 2001, el mismo que terroristas asesinos han elegido; por eso, ha habido un gran impacto en la torre en la que estás, una gran explosión y mucho humo, y sabes que no pueden salvarte, que no hay escapatoria, que tu juego termina, que ya no volverás a casa, y que sólo tienes unos minutos para despedirte. Llamas a tu mujer y le dices con voz calma que la amas, que cuide de los niños..., que hubo una explosión, que hay mucho humo, que entiendes que no van a rescatarte, que entiendes que no hay forma de salvarte: " (....) Hubo una explosión; hay mucho humo, entiendo que no puedo salir de aquí, que no me pueden rescatar".
Sigal, en estado de shock, prende la televisión y ve la magnitud del desastre y entiende a su vez que esas son sus últimas palabras, que se está despidiendo; ve el desplome de la Torre, esa, en la que está Haggai y entiende que ha quedado viuda. La otra torre se desploma poco después. Alrededor de 3.000 personas mueren en una pesadilla que es real.
In memoriam de Haggai Shefi y el resto de las 2.995 víctimas fatales,
6.000 heridos y familiares de las víctimas.
Sept 11, 2001- 2016
Lamentabilísimo suceso, que no se olvidara jamás y que duele a toda la humanidad.
ReplyDeleteUn abrazo grande.
Nunca lo olvidaremos, son muchas historias con nombre propio. Un abrazo
ReplyDeleteQue terrible, que horror, y lo malo es que continúan con estos asesinatos o parecidos por el mundo entero... :(
ReplyDeleteSalud
Un precio terrible, por una guerra que no iniciamos y que parece que quienes lo hicieron, no la quieren terminar...
ReplyDeleteBesos
Un mazazo tremendo que nos hizo sentirnos vulnerables.
ReplyDeleteUn suceso terrible que dio -y da- mucho de qué hablar.
El inicio de una nueva época. El siglo XXI no empezó el uno de enero, comenzó aquí.
Un abrazo, Myriam.
Que no vuelva a ocurrir.
ReplyDeleteBesos
Y aquí estamos.
ReplyDelete¿Hemos aprendido algo de todo aquello?
Besos.
Con el terrorismo pagan los justos por los pecadores.
ReplyDeleteRecuerdo perfectamente este día.
Un abrazo
Qué pena de mundo. No es el asesino solo el problema, sino aquellos que cultivan la locura del demente psicópata, que justifica en un credo su ansia asesina y su perversión ante el placer que trae dar muerte.
ReplyDeleteDía de nefasto recuerdo por hoy siempre.
Un abrazo
Un sentido homenaje a tantos que sin entender porqué se convirtieron en piezas de un diabólico juego que cada día se toma su amplia razón de sangre y muerte.
ReplyDeleteUn abrazo
Estas barbaridades son la sinrazón, porque se mire por donde se mire, semejante atrocidad, es injustificable. Y lo peor de todo, es que después de tanta muerte y padecimiento, parece ser que los hechos no están muy claro, de lo que en realidad sucedió, ese fatídico día.
ReplyDeleteBesos.
Un magnífico homenaje, Myriam. Un beso.
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