Pio Baroja publicó primero en forma de folletín en 1904 los dos primeros libros de su trilogía "La lucha por la Vida" (La busca, Mala hierba y Aurora roja) y el tercero de entrada como libro. En esta trilogía como lo venimos viendo en la lectura que dirige Pedro Ojeda desde su blog La Acequia, Baroja retrata de forma grotesca hasta la caricatura y despiadada, sin dejar títere con cabeza, una realidad social de Madrid de a principios del Siglo XX, en la que España se había sumido en la decadencia post- imperial, guerras y el colapso de sucesivos intentos de democracia.
Como lectora de este siglo, no puedo exigir a Baroja que se aleje del machismo dominante en la sociedad de su época y poco o nada sé de su vida personal, porque en sí me resisto a leer sus 7 tomos de memorias, pero sé que nunca se casó porque, según dicen, "no encontró mujer de su nivel intelectual" (1) y Baroja era además un hombre más de pensamiento que de acción. Incluso, hay quienes lo han acusado de misoginia (2), cuestión que a mí -a decir verdad- no me queda nada clara, aunque sí notamos que en este universo barogiano, nada se dice del turgente movimiento feminista que de facto existió en la España de finales del S. XIX y principios del S. XX.
Con estos elementos y teniendo en cuenta que mi lectura de esta trilogia es desde mi subjetividad y en este Siglo XXI, quiero analizar someramente algunas de las mujeres que me han llamado la atención en esta obra suya. Estas son: La Baronesa cubana-Coronela, La Justa, Esther y la Salvadora. Cuatro mujeres que más o menos han circulado por los mismos bajos fondos que con tanta mugre y degradación describe Baroja, pero que encarnan cuatro tipos de mujeres bien distintas y que van a resolver -o no- sus crisis vitales y la lucha por la Vida, de manera exitosa al menos tres de ellas, aunque con procedimientos muy diferentes la una de la otra. Veámoslo:
La Baronesa posterior Coronela, cubana de nacimiento, emigrada a España y casada con un barón holandés y luego su viuda, con una sola hija a cargo, primero, es el arquetipo de "la sobreviviente camaleón". Sube y baja en el estatus social, un día vive en una casucha, otro en una mansión; ora es baronesa, ora amante de un rico comerciante al que le quiere chantar un hijo falso -Manuel- para sacarle dinero, ora tiene una academia de baile o un casino ilegal. Su moralidad va atada a las ventajas que pueda obtener para mantener el colegio privado de su hija y vivir ella cómodamente. Esta es una mujer fuerte, recursiva, inteligente, dinámica. Pero Baroja no permite que nos quedemos con una idea agradable de esta mujer, para degradar al personaje, va a hacernos saber la apreciación de Vidal sobre ella, cuando dirigiéndose a Manuel le dice "Nada..., una pendona. Fue la querida de un relojero, que se hartó de ella porque era una tía ordinaria, y luego se lió con ese militar. Es una tía sucia y mala" (M.H. 3raP C2) y luego le relata una sarta de "ignominias" que hace como lo que "está haciendo con su hijo" que "para entretenerse, le viste de chica y le pinta...." (ha pasado el tiempo y parece ser que tuvo un hijo también).
Otra degradada, prostituida, es la Justa, hija del trapero Sr Custodio, quien dejara a Manuel por el Carnicerín. Pasado el tiempo, Manuel la ve aparecer en la casa de la Calle del Barquillo "en donde se encontrarían mozas guapas" (MH 3ra P C3), una tarde que "fue terrible de emociones para Manuel" porque vuelve a encontrase a la Justa, "Más pálida, con los ojos más negros y la boca roja" que le cuenta como fue degradada por el hijo del carnicero -el carnicerín-, que después de sacarla del taller la había deshonrado y hasta contagiado "una enfermedad horrorosa" y luego la abandonó. Manuel le dice que quiere ganar dinero con algún trabajo para sacarla de esa vida, pero lo que hace es irse a vivir con ella. La Justa, como "agradecimiento" le hace la vida imposible a Manuel "tan pronto le insultaba y le decía que era un chulo que vivía a sus expensas, como se manifestaba celosa". Manuel reaccionaba a sus escándalos encogiéndose de hombros, entonces, ella "se tiraba a lo largo en el suelo y se quedaba inmóvil, como muerta. Luego se le pasaba el arrerrucho, y tan tranquila" (MH 3raP C3) hasta que ésta finalmente, lo abandona, después de que Vidal, el primo de Manuel, fuera asesinado por El Bizco. Curiosamente, Manuel había entonces encontrado un trabajo estable en una imprenta, pero ella "se aburría, se hallaba continuamente malhumorada y triste" (MH, 3raP C5). Esta mujer, de haber sido modista, pasó a prostituta. Y por lo que se intuye, podemos esperar de ella lo peor de lo peor, porque anda "como bola sin manija" cuesta abajo, camino del despeñadero. Podría decirse que esta mujer es el prototipo de "la perdida sin remedio".
Otra mujer bien distinta es Esther, ex-ínstitutriz, que aparece en MH, 2ndaP, C4, a quien Roberto Hasting va a consolar y aconsejar que deje a su marido, que vuelva a su vida pasada, a dar lecciones de piano e inglés. Ella ha seguido hasta el momento casada con Bernardo quien "le inspira lástima y repulsión", a quien no ha querido nunca, pero que se casó con él "siguiendo el consejo pérfido de una amiga". Cuando Roberto le pregunta que vio en un hombre tan insignificante como Bernardo, sin "dinero, ni talento, ni energía", ella le relata su historia: como perdió las clases que daba, para cuidar a la madre hasta que murió y como se encontró sola y desesperada y hasta pensó en suicidarse o echarse a la mala vida, hasta que consiguió trabajo como acompañante de una dama inglesa, que era aficionada a pintar e iba al Museo, en donde Esther conoció a un joven alemán, Oswald, cosa que incomodó mucho a la dama inglesa -Fanny, prima de Roberto- que le decía de él que era un canalla, un cínico hasta que apareció allí Bernando y esta dama inglesa se lo puso por las nubes, llegando incluso a dictarle a Bernardo las cartas románticas para Esther. (Fanny lo hizo porque ella estaba enamorada del alemán). En si aquí tenemos a la manipulada, Esther y la manipuladora, Fanny. Esther quiere castigar a Fanny por su "perfidia". Esther cita al día siguiente a Oswald, el alemán, lo mismo que a Roberto, a guisa de testigo. Roberto le advierte que a Oswald no le gustará nada que ella lo utilice como instrumento de venganza. Llega también Fanny "pálida, descompuesta" para enterarse de que Esther quiere enseñarle "que no se juega con la vida de los demás" como ella jugó con la suya. Hubo una discusión muy grande y nada se aclaraba, por lo que Roberto -oficiando de árbitro- dice que mejor es que cada uno se vaya por su lado. Roberto hablará al día siguiente con su prima a la que acusa de haber dañado a Esther y le exije reparación. Fanny y el alemán se retiran, quedando solos Roberto y Esther. Esther se aferra, entonces a Roberto, como una tabla de salvación y así se lo hace saber éste, que no quiere aprovecharse de ella y hacerla su querida para luego dejarla abandonada, porque tiene "su conciencia". Pero como "guerra avisada no mata soldados", y las cosas están claras entre los dos, y ella además, ya le ha dicho que no lo desviará de su camino; cuando Esther le ruega que no se vaya, él accede. Cuando Esther le presenta los labios, pierde Roberto la cabeza y los besa frenéticamente. Y luego, cual Deus-ex-Machina (3), Roberto se la lleva de esa casa. En realidad, Esther es una "manipulada que manipula", que también sabe ser vengativa. Esther y Fanny son dos caras de una misma moneda y podemos llegar a pensar que en efecto, Esther ha utilizado a Roberto para lograr su propósito; lo mismo que a Oswald, para vengarse de Fanny.
La Salvadora hace su entrada triunfal aunque insonora, en la trilogía de Pio Baroja, en MH, 2ndaP, 3C y va a representar desde su inicio, el prototipo de "la abeja trabajadora". Una mujer que no se detiene ante nada, que cuida a su hermanito y se hace cargo de él, que aprovecha cada oportunidad que le ofrece la vida para salir adelante, como cuando acepta el generoso ofrecimiento de Jesús de irse a vivir con ellos; una mujer de gran sentido común, solidaridad y agradecimiento, como lo demuestra el que se llegara hasta la cárcel a llevarles comida a Manuel y a Jesús, cuando estuvieron presos, por ejemplo; que poco a poco va ejerciendo una influencia benéfica en Manuel, quien no se aclara en sus sentimientos, durante mucho tiempo, como bien lo dice otra abejita, pero que, finalmente, lo hará. Ya lo veremos. Esta es la única mujer (socia de la Fea, hermana de Jesús) que va a salir adelante y mejorar su vida, con voluntad, constancia, trabajo y aplicación tanto del sentido común, como del amor en la vida cotidiana y que triunfa, porque sale de la miseria, cría a su hermanito, crece laboralmente -y por ende, económicamente- y se casa, formando su propio hogar, y logra que su marido se estabilice y también crezca.
Otra degradada, prostituida, es la Justa, hija del trapero Sr Custodio, quien dejara a Manuel por el Carnicerín. Pasado el tiempo, Manuel la ve aparecer en la casa de la Calle del Barquillo "en donde se encontrarían mozas guapas" (MH 3ra P C3), una tarde que "fue terrible de emociones para Manuel" porque vuelve a encontrase a la Justa, "Más pálida, con los ojos más negros y la boca roja" que le cuenta como fue degradada por el hijo del carnicero -el carnicerín-, que después de sacarla del taller la había deshonrado y hasta contagiado "una enfermedad horrorosa" y luego la abandonó. Manuel le dice que quiere ganar dinero con algún trabajo para sacarla de esa vida, pero lo que hace es irse a vivir con ella. La Justa, como "agradecimiento" le hace la vida imposible a Manuel "tan pronto le insultaba y le decía que era un chulo que vivía a sus expensas, como se manifestaba celosa". Manuel reaccionaba a sus escándalos encogiéndose de hombros, entonces, ella "se tiraba a lo largo en el suelo y se quedaba inmóvil, como muerta. Luego se le pasaba el arrerrucho, y tan tranquila" (MH 3raP C3) hasta que ésta finalmente, lo abandona, después de que Vidal, el primo de Manuel, fuera asesinado por El Bizco. Curiosamente, Manuel había entonces encontrado un trabajo estable en una imprenta, pero ella "se aburría, se hallaba continuamente malhumorada y triste" (MH, 3raP C5). Esta mujer, de haber sido modista, pasó a prostituta. Y por lo que se intuye, podemos esperar de ella lo peor de lo peor, porque anda "como bola sin manija" cuesta abajo, camino del despeñadero. Podría decirse que esta mujer es el prototipo de "la perdida sin remedio".
Otra mujer bien distinta es Esther, ex-ínstitutriz, que aparece en MH, 2ndaP, C4, a quien Roberto Hasting va a consolar y aconsejar que deje a su marido, que vuelva a su vida pasada, a dar lecciones de piano e inglés. Ella ha seguido hasta el momento casada con Bernardo quien "le inspira lástima y repulsión", a quien no ha querido nunca, pero que se casó con él "siguiendo el consejo pérfido de una amiga". Cuando Roberto le pregunta que vio en un hombre tan insignificante como Bernardo, sin "dinero, ni talento, ni energía", ella le relata su historia: como perdió las clases que daba, para cuidar a la madre hasta que murió y como se encontró sola y desesperada y hasta pensó en suicidarse o echarse a la mala vida, hasta que consiguió trabajo como acompañante de una dama inglesa, que era aficionada a pintar e iba al Museo, en donde Esther conoció a un joven alemán, Oswald, cosa que incomodó mucho a la dama inglesa -Fanny, prima de Roberto- que le decía de él que era un canalla, un cínico hasta que apareció allí Bernando y esta dama inglesa se lo puso por las nubes, llegando incluso a dictarle a Bernardo las cartas románticas para Esther. (Fanny lo hizo porque ella estaba enamorada del alemán). En si aquí tenemos a la manipulada, Esther y la manipuladora, Fanny. Esther quiere castigar a Fanny por su "perfidia". Esther cita al día siguiente a Oswald, el alemán, lo mismo que a Roberto, a guisa de testigo. Roberto le advierte que a Oswald no le gustará nada que ella lo utilice como instrumento de venganza. Llega también Fanny "pálida, descompuesta" para enterarse de que Esther quiere enseñarle "que no se juega con la vida de los demás" como ella jugó con la suya. Hubo una discusión muy grande y nada se aclaraba, por lo que Roberto -oficiando de árbitro- dice que mejor es que cada uno se vaya por su lado. Roberto hablará al día siguiente con su prima a la que acusa de haber dañado a Esther y le exije reparación. Fanny y el alemán se retiran, quedando solos Roberto y Esther. Esther se aferra, entonces a Roberto, como una tabla de salvación y así se lo hace saber éste, que no quiere aprovecharse de ella y hacerla su querida para luego dejarla abandonada, porque tiene "su conciencia". Pero como "guerra avisada no mata soldados", y las cosas están claras entre los dos, y ella además, ya le ha dicho que no lo desviará de su camino; cuando Esther le ruega que no se vaya, él accede. Cuando Esther le presenta los labios, pierde Roberto la cabeza y los besa frenéticamente. Y luego, cual Deus-ex-Machina (3), Roberto se la lleva de esa casa. En realidad, Esther es una "manipulada que manipula", que también sabe ser vengativa. Esther y Fanny son dos caras de una misma moneda y podemos llegar a pensar que en efecto, Esther ha utilizado a Roberto para lograr su propósito; lo mismo que a Oswald, para vengarse de Fanny.
La Salvadora hace su entrada triunfal aunque insonora, en la trilogía de Pio Baroja, en MH, 2ndaP, 3C y va a representar desde su inicio, el prototipo de "la abeja trabajadora". Una mujer que no se detiene ante nada, que cuida a su hermanito y se hace cargo de él, que aprovecha cada oportunidad que le ofrece la vida para salir adelante, como cuando acepta el generoso ofrecimiento de Jesús de irse a vivir con ellos; una mujer de gran sentido común, solidaridad y agradecimiento, como lo demuestra el que se llegara hasta la cárcel a llevarles comida a Manuel y a Jesús, cuando estuvieron presos, por ejemplo; que poco a poco va ejerciendo una influencia benéfica en Manuel, quien no se aclara en sus sentimientos, durante mucho tiempo, como bien lo dice otra abejita, pero que, finalmente, lo hará. Ya lo veremos. Esta es la única mujer (socia de la Fea, hermana de Jesús) que va a salir adelante y mejorar su vida, con voluntad, constancia, trabajo y aplicación tanto del sentido común, como del amor en la vida cotidiana y que triunfa, porque sale de la miseria, cría a su hermanito, crece laboralmente -y por ende, económicamente- y se casa, formando su propio hogar, y logra que su marido se estabilice y también crezca.
Tres de estos personajes: La Baronesa, Esther y la Salvadora, resuelven satisfactoriamente su lucha por la vida de manera distinta como hemos visto, pero la resuelven, cada una a su manera. Las dos primeras con artilugios de diversa índole, la tercera con voluntad, amor, constancia y trabajo. La Justa no la resuelve, quedando imbuída, en cambio, en el camino de la perdición.
Notas:
(1) y (2) Wikipedia.
(3) Salvación caída "del Cielo" en el momento justo.
Contribución a la lectura colectiva virtual que hacemos bajo la conducción
de Pedro Ojeda desde su blog La Acequia. © Myriam Goldenberg
Baroja fue un misógino de cuidado, y "evolucionó" desde el anarquismo, hasta la extrema derecha. Creo que tú podrías hacerle un diagnóstico preciso :)
ReplyDeleteYo se lo perdono todo por "El árbol de la ciencia " Y "La ciudad de la niebla"
Bss
Hay que entender esta novela en su contexto histórico, la convulsa España de principios del siglo XX.
ReplyDeleteBesos desde un Jueves Santos pletórico de viento.
Nada es de extrañar que Baroja se hiciera un lío entre hijo o hija de la Coronela, con las docenas de personajes y parientes que desfilan por las tres novelas le puede ocurrir a cualquiera, por muy Baroja que sea. De todas formas, bien visto.
ReplyDeleteVaya con don Pío: "no encontró mujer de su nivel intelectual". Al menos no se escondió detras de lo politicamente correcto. Y como él sabía que escribía para generaciones posteriores, era consciente de que con aseveraciones como ésta le iban a dar hasta en el carné.
Trabajoso y riguroso recorrido de los personajes.
Un abrazo
Gracias por tan excelente contribución, querida Myriam.
ReplyDeleteHas dado con mujeres que resumen bien los diferentes tipos que hay en la trilogía, tanto sociales como psicológicos. Quizá en el de Justa no cabe todos los tipos de tantas mujeres prostituidas como aparecen, muchas de ellas casi animalizadas y sin otras posibilidades, que Justa sí tuvo pero rechazó.
El caso de Esther es muy complejo. Roberto manipula y se deja manipular, pero terminará volviendo a su camino para casarse con su amor de siempre, finalmente conseguido.
La Salvadora es excepcional y representa fielmente un tipo de mujer que abundaba mucho en España: mujeres que tenían el sentido común por encima de cualquier pasión o ideología. También manipula puesto que fuerza a Manuel a no desviarse del camino correcto, pero manipula para salvar al joven definitivamente de su falta de voluntad.
Es complejo el mundo femenino de Baroja de esta novela y, aunque no aborde directamente el feminismo, sí está levemente presentado en Fanny.
¿Misógino? No más que otros de su tiempo. Pero en Manuel hay siempre un desprecio hacia quien se aprovecha de las mujeres o las golpea.
Gracias por tan excelente aportación.
Besos.
Sí, Myr, como dice el profe, excelente aportación del mundo femenino barojiano. Excelente. Besotes, M.
ReplyDeleteMagnifico trabajo, amiga... El autor residió en Cordoba un tiempo, y dejó el eco en LA FERIA DE LOS DISCRETOS, un clasico de la Cordoba del XIX
ReplyDeleteUn abrazo, amiga
Efectivamente no debemos olvidar que estamos a más de un siglo de diferencia desde que fue elaborada. Entiendo que en cierto modo retrata una realidad social femenina y masculina.
ReplyDeleteImpagable tu aportación. Una vez más GRACIAS Myriam.
Besos
Hola Guapa
ReplyDeleteBaroja tiene esa prosa especial que hace que uno pida más. Una realidad social terrible la de España de principios del siglo XX, que quizás tenga un matiz misógino, pero no falto aquella realidad.
Besote guapa me ha gustado mucho
Si a la Justa se le compara con la justicia creo que describió muy bien el destino de esta ja ja ja.
ReplyDeleteNo se casó porque no encontró nivel, qué desnivelado estaba y quedó el pobre.
Trabajo con rigor y detalle como es la costumbre de Myr.
Besos!!!
Mujeres de su nivel intelectual...Baroja hubiera salido huyendo ante una como él.
ReplyDeleteTu análisis psicológico es muy interesante. La Baronesa es una lianta mentirosa genialmente descrita. La Justa parecía una niña encantadora que luego dio en calienta...y después en mujerona de burdel, un asco muy bien trazado. En Esther me fijé poco, me aburría. Pero la Salvadora me encantó, salvaría a Baroja por este personaje. Esta abejita ´te agradece tus palabras.
Este mundo será mejor con muchas salvadoras y pocas justas y baronesas.La mujer buena civiliza el mundo, estoy convencida.
Besos
Mi suegra me regaló hace años "El árbol de la ciencia" y todavía no he leído esa novela de Baroja. Ella sí la había leído, cuando tenía clases de español en la ciudad donde vive y sigue viviendo. Mañana la buscaré para pasar los días de "Pasen", siempre olvido el equivalente en castellano, en inglés es Eastern (por qué se llamaría así? ah, no sé tampoco de donde vienen Pasen, o sea Pâques en français y Pesach...), con nosotros.
ReplyDeleteTerminando de leer tu escrito, Myriam, pensaba en la lección moral que representa la Salvadora de que hay que seguir su ejemplo, pero, aunque Baroja quizás lo haga, tú terminas diciendo de que tres mujeres resuelven satisfactoriamente su lucha por la vida.
Era eso el interés principal que tenías en leer el libro de Baroja?
La lucha por la vida tiene dos formas principales: las inspiradas en satisfacer las necesidades básicas de una persona y/o de su familia; y las inspiradas en satisfacer las necesidades espirituales.
En mi "lucha" de ayuda al "otro" me he concentrado hasta ahora en la satisfacción de necesidades básicas (bien resumidas en la declaración de los derechos humanos que se puede usar como un buen programa político) y en mi lucha por mi propia vida me he concentrado en la satisfacción de mis necesidades espirituales.
En mi novela (que ojalá se publique algún día) el protagonista busca el alma de su padre y de el mismo en el sur de Italia.
Claro, ese sur simboliza algo que no sé denominar.
Baci
Espectacular entrada. Reconozco que la narrativa dura y directa de Baroja es una de mis debilidades. Ni siquiera me fijo en quien fue o llegó a ser como algunos dicen. Si nos guiáramos por su persona... ¿cuántas obras de arte nos perderíamos? Me quedo con tu análisis de la mujer de una época convulsa de nuestra historia, donde los valores chocaban una y otra vez dependiendo de quien los defendiera. Yo reconozco que me maravillé con la historia de Manuel. De hecho hice una entrada sobre Baroja en mi blog. Pero me encanta la perspectiva que haces fijando la mirada en el papel de la mujer de la época. Algunas simples supervivientes de una etapa donde su papel giraba en torno a la figura del hombre. Coincido plenamente con el comentario de Pedro Ojeda porque si algo es cierto, es que el protagonista valora y respeta a la mujer por encima de los que le rodean. ¿Mi preferida? La Salvadora, cuyo nombre hace justicia a tantas y tantas mujeres que lucharon por sacar a los suyos como buenamente pudieron. Una mujer con mayúsculas.
ReplyDeleteUn besazo.
Fantástica entrada, Myriam, qué paciencia. Muy buena idea la de ir repasando a todas las féminas que D. Pío va incorporando a las historia.
ReplyDeleteUnas entran, otras salen, y seguro que de la que me acordaré más es de Salvadora, (como su nombre indica)
Enhorabuena.