¡Hola! me asomo y les cuento lo bien que la estoy pasando

Hola, Hola...... queridos amigos, antes que nada muchísimas gracias por vuestros  36 abrazos de la entrada anterior  con vuestros cariñosos deseos. El viaje si bien fue largo, fluyó sin ningún inconveniente.  No me hiceron ninguna  mamografía,  ni examen rectal, ni me tomaron por  la prima de Bin laden ni por la sobrina de Gürtel, aunque mi vuelo procedía de Madrid.

En el primer avión fuimos eso si, empaquetados como sardinas, porque son latas de sardinas las que usan para distancias cortas, el problema es que sin aceite, es dificil deslizarse en el asiento y calzar las rodillas en el respaldo del de adelante. El segundo, transatlántico, es  más grande -por suerte-, pero la comida esta vez, dejó mucho que desear, creo que la peor  que he comido en todos los años de vida que llevo volando y que son todos los que tengo. En el último tramo, desde que sobrevolamos San Pablo,  Brasil,  se movió bastante con lo que no pudimos despegarnos de la silla y pasar por los comodísimos toallets  (que a decir verdad, los hicieron más grandes desde que un señor XXL quedó incrustado dentro y tuvieron que llamar en tierra a los bomberos para sacarlo, creo -si mal no recuerdo- que hubo que resucitarlo también,  sin buenos resultados lamentablemente y que, aunque ésto pasara en otra companía aérea, sentó presedente). El problema lo tuvimos,  mejor dicho, lo tuve,  cuando me tocó hacer 700 metros de cola en zig zag a paso de tortuga, y solo aquí pasa que  los servicios están del otro lado de migraciones...,  o sea que al llegar mi turno en ventanilla, poner dedo y fotito (toda una modernidad) y que le sellen a uno  el pasaporte a  prisa para llegar patinando al baño con el último suspiro  ¡y oleh!.

Pero lo más importante, les cuento, es que estoy ejerciendo de abuela.  Esto de tener 3 nietas, me tiene muy divertida pero también muuuuy ocupada. Ejercer de abuela, me doy cuenta, es todo un arte.  Hasta tuve una reunión de abuelos en el jardín de mis nietas más grandes Mila y Vera, algo que fue muy emocionante.

A mis nietas les encanta que les cuente cuentos, les traje 10 escritos e ilustrados por mi. Tienen una buena colección de cuentos en danés y en español, porque las buenas costumbres desde la cuna y los libros ocupan un gran lugar en sus vidas, no solo los juguetes.  El padre, como saben, es danés.  Mi hija y yerno  hablan entre ellos en inglés, pero noté que para lo super-secreto pasaron a francés, porque tienen miedo -dicen- de que las nenas  -que ya llevan oyendo más de dos años inglés-  entiendan lo que dicen. 

La pequeña nueva, Isabel,  es una santa come y duerme;  solo llora cuando tiene hambre y  come como lima nueva, asi que la mamá se la pasa amamantándola. Pero, después de haber amantado a  mellizas, lo hace con la liviandad de una pluma.

Vera  tiene grandes dotes linguísticas y es una gran negociadora. A los dos años y tres meses  dice frases perfectas largas, sabiendo muy bien  su significado y con la entonación adecuada, me prometí escribirlas para irlas coleccionando. Una que dijo ayer, mientras lo hacía,  fue: "Estoy gateando como un bebé".  Otra: "Yo quiero leche como Mila".  Esta es  -ya se habrán dado cuenta-  la más extrovertida.

Mila tiene caracter más introspectivo y dulce, creo que se perfila como una gran filósofa. Además es la hermana mayor, que le lleva a Vera un minuto.

Las dos juegan entre ellas y se besan hasta que de pronto se pellizcan y se arma una buena trifulca.

El tiempo aquí está bastante pegajoso-pesado o  frío-lluvioso; cuando son lindos los dias vamos a la plaza del barrio que tiene hasta calesita. Ahi las mellizas se encuentran con sus amiguitos del barrio y juegan.

De lo demás, mejor ni hablar. Ceno con mis amigos y excepcionalmente almuerzo con ellos, pero evitamos hablar de política nacional, porque el panorama se viene bien negro azabache y la idea es que disfrutemos del encuentro y la comida.

Pues eso, disfruto los afectos de familia y amigos de toda la vida y así van pasando los dias de mis plácidas vacaciones abuelísticas.

Les cuento una última cosita, ¿vale? bien, os lo cuento: no tengo acento porteño. Los taxistas por ejemplo, me dicen: "seguro que ud. es una argentina que hace mucho vive en España. hace bien, acá no se puede vivir. ¡Cómo se le pegó el acento español ( Peninsular)!" 

Esto es todo por ahora, os mando besos y abrazos, sabéis muy bien que  os  llevo siempre en mi corazón.... porque lo sabéis ¿Verdad?