Viene de ayer
E- De cuando Nino pierde la inocencia:
“En los malos tiempos los niños crecen
de prisa” P33 y Nino creció rápido más aún desde el momento
en que perdió la inocencia al recibir el trauma de su vida –devastación
fulminante, radical, de todo lo que lo rodeaba P209- el día en que supo que su padre había aplicado
la ley de fugas a Fernando, el
Pesetilla, uno del pueblo P205 y lo supo por Catalina “La Rubia”, la vieja
dueña del cortijo en el que vivía Doña Elena, después de que se enterara de que
guardias civiles habían matado a su hijo que había entrado de Francia para luchar por la
libertad.
Lo primero que Nino hizo al enterarse fue negarlo gritando ¡No es un
asesino, no es un asesino, no es un asesino! P206 hasta que Blas lo derribó de
un puñetazo y lo encaró con la ya ineludible toma de conciencia ¡Sí que lo es!
de la que no había escapatoria. Pepe lo trató de retener pero Nino salió
corriendo y corrió, corrió, corrió.... porque no podía hacer otra cosa que
correr, como si pudiera escapar de esa revelación y volver a la etapa dorada de
la infancia, esa en la que los padres son idealizados por los hijos. La
madre al ver llegar a Nino en ese
estado, supo que Nino había dejado la inocencia atrás: “en sus ojos leí que
lo sabía todo”, nos dice Nino P207.
Poco después Nino se siente muy mal, se agarra la
tripa con las manos y se siente vacío, hueco por dentro, así como una punzada de
nostalgia por
todo lo que estaba a punto de perder... P210 y se le partía el
corazón de solo pensarlo P211.
El crimen del padre no tenía remedio, sin embargo,
Pepe el Portugués le explica a Nino el contexto y lo que le pasaría a él y a su
familia sino lo hacía Ps 212 a 217 y lo principal: que el padre no mató por
placer, ni por deporte, sino porque le dieron una orden y la cumplió. Mató porque no podía negarse a matar, mató
porque estaba muerto de miedo, en una época en que España se había convertido en un país
de asesinos y de asesinados (...) P218.
Nino siente el fardo insostenible de la verdad,
depositado ahora sobre sus hombros y se siente pequeño, endeble,
inútil P221
pero Pepe le plantea la pregunta existencial que abre la puerta a una nueva
realidad: ¿Qué clase de persona vas a ser tú? P222
Entonces Nino tuvo ganas de llorar y en los brazos de Pepe, lloró por un
largo rato P223.
Finalmente Nino, que ya se ha enfrentado a la más
descarnada realidad, decide valientemente seguir adelante con las clases que Dña Elena
le imparte, (a pesar de que ella vive en una cabañita en el cortijo de Dña
Catalina) P224. Al llegar a casa y
encontrarse con el padre que lo besa en la mejilla, Nino lo besa también P231 señal
de que lo perdona, o lo comprende, aunque después Nino pasa una noche de
insomnio en que rebobina los hechos y ve
morir muchas veces a Pesetilla; esa
noche y muchas otras que le siguieron P232.
Perder la inocencia, crecer, implica un duelo que
Nino va elaborando de a poco, como lo hemos visto aquí -y que está magníficamente tratado por la escritora- un duelo, que encuentra cobijo en ese abrazo de Dña
Elena en el que Nino se mete y cuyo broche que cerró el paréntesis de horror y
conocimiento, lo haya el mismo Nino –signo
inequívoco de su nuevo estado de reciente alcanzada adultez- con la historia
del mítico Sisifo, que le pide a Dña Elena que le cuente, porque ella, después de lo sucedido, es incapaz de encontrar por sí misma, una adecuada P237. La condena que Sisifo recibe de los dioses de
levantar una y otra vez la piedra por la ladera de la montaña simboliza según
Almudena Grandes, los privilegios infantiles
que se habían extinguido bajo el peso de un secreto –revelado- y de su precio tan
alto, tan insoluble, tan duradero como la condena de Sisifo P238.
Contribución
a la lectura colectiva virtual que hacemos bajo la conducción de Pedro Ojeda
desde su blog La Acequia. © Myriam Goldenberg.
Nota: citas textuales de la autora en
letra azul del Libro “El lector de Julio Verne” por Almudena Grandes, Tuquets
Editores, Barcelona, Marzo 2012.
He leido tus dos resúmenes y son ¡fantásticos! Has hecho un trabajo muy concienzudo y profundo. ¡Enhorabuena! Besotes, M.
ReplyDeleteEso de resumir lecturas colectivas me resulta novedoso y entretenido porque decides tus futuras lecturas.
ReplyDeleteSaludos de gofio.
Y es que, en los relatos, novelas e historias, existen muchos "Ninos" que no se reflejan en la realidad... Lo que quiero decir es que existen muchos "Ninos" que no están a la altura de sus creadores... o mejor dicho, que sus creadores crean "Ninos" adultos. Pero no porque las circunstancias de "Nino" lo hagan madurar deprisa, sino porque el propio autor, como adulto, reaccionaría así... "Mesentiende"???... Vamos, que yo, personalmente, no me creo nada real el personaje de Nino.
ReplyDeleteBesibrazos Muchos, Myriam... Muá!!!
Ese es un momento clave, bien tratado por la autora. Desde ese momento, ni el muchacho ni la historia pueden trascurrir igual. Bien analizado, Myriam.
ReplyDeleteBesos.
Myriam muy reflexiva esta entrada Saludos desde Abstracción texto y Reflexión
ReplyDeleteLlevo en paralelo dos lecturas, la novela y tus reseñas.
ReplyDeleteGracias Myriam
Me acabo de dar un paseito por estas lecturas.
ReplyDeleteQue tríste realidad para Nino...El que idealizaba a su padre y ver la realidad de esta manera es traumático.
Un abrzo.
Nino vive lo más crudo de la vida. Ya no volverá a ser el mismo niño de antes.
ReplyDeleteLo has bordado Myriam.
Un beso y feliz de todo...
Volveré con calma para leer todo.
ReplyDeleteBesos
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ReplyDeleteEl muchacho recibe una experiencia repentina frente al crimen, la muerte y la injusticia desde su propia familia lo que le obliga a tomar una decisión un camino.
ReplyDeleteAsí es el horror no respeta edades, ni lazos de amistad, ni familiares, ni de nacionalidades.
Un abrazo Myr!!!