Cautiverio y Libertad, Una reflexión a la luz del Quijote Cap. 2, 58

Cervantes pone en la boca de  Don Quijote "La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos;  con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres." 



Cervantes sabía muy bien de lo que hablaba. Vivió el cautiverio en carne propia cinco años en Argel. Además pasó un tiempo en la carcel a raiz de una asesinato cerca de su casa. Pero se me hace que no era el cautiverio físico – por duro que éste fuera- lo que más molestaba a Cervantes, sino el cautiverio del alma; la mediocridad y la injusticia, en el mejor corte de pensamiento erasmista.


Erasmus de Rotherdam, quien falleciera el 12 de Julio de 1536, es decir hace 474 años, y poco antes del nacimiento de Cervantes, detestaba en lo que se habían convertido las instituciones -no las instituciones mismas- especialmente la Iglesia Católica, que era culpable de delitos como la simonía con sus ventas de indulgencias y promesas de salvación del fuego de los avernos, etc.


Erasmo, defendió de forma clara, coherente y consistente la libertad de pensamiento, la compresión y la tolerancia. Si bien la Reforma Protestante le debe mucho, Erasmo, jamás quiso abandonar el catolisismo, pero si denunciar su corrupción.


Cervantes, al igual que Erasmus, denuncia la corrupción de su época en los más o menos 27 capítulos del encuentro y la estancia de DQ y S en la casa de los duques  ( pero no los estamentos sociales). Ya antes había mencionado el  arbitrismo en “El coloquio de los perros”. Según el artículo de Joseph Pérez sobre “ La España de Cervantes” en 1599 se había autorizado además, la acuñación de vellón de cobre puro en grandes cantidades, luego se paró un poco y se retomó la acuñación años más tarde. Castilla además sufrió invasión de moneda falsificada proviniente de Holanda y Alemania. Es decir que la economía de Castilla estaba deteriorándose a ritmo acelerado en la España de Felipe II (1556-1598) y Felipe III (1598-1621). Quizás también para desviar la atención de la población de los graves problemas económicos - como suele suceder hoy en día con iniciación de guerras y persecusiones: ej. La Guerra de las Malvinas, en Argentina en 1982- es que el Conde de Lerma decidió la expulsión de los moriscos, como si ello fuera a mitigar el hambre, el subsedarrollo, la peste, la pobreza. Aún cuando hoy al objetivizar la historia, la tendencia sea la de matizar el concepto de declive, con ese subjetivismo, como es lógico, se vivió así en esa época.

Y luego tenemos la propia vida personal de Cervantes sintiéndose poco valorado como soldado y poco reconocido como poeta y quizás como escritor innovador, como pensador estuviera en conflicto con las creencias y valores de su tiempo, tal como agudamente lo señala Daniel Eisenberg en su artículo “Vida de Cervantes”: marginado, aislado, rodeado de corrupción. El lo supone deprimido, yo diría más bien amargado. La misma amargura que vivió Erasmo hacia el final de su vida.

Al responderse Cervantes a los interrogantes que se planteaba, pensando su mundo y que con maestría plasmó en su libro del Quijote, no sé si fué capaz de imaginar entonces el legado que nos dejaba a las generaciones futuras en la universalidad de su obra. A mí, me hubiera gustado que al menos lo hubiera intuido.


Nota: escribo esta reflexión medio a las apuradas, a punto de irme para el aeropuerto en mis últimos minutos en casa y es un aporte a la lectura Colectiva del Quijote que dirije Pedro Ojeda desde su blog La Acequia. La dejo programada hoy jueves, para este sábado 17 de julio.  Saludos a todo el grupo.


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