Por Stanislav Plutenko (Rusia, nac, 1961)
Todo estaba listo y mi abuelo me llamó para que, como otras veces, lo acompañara. Por eso nos subimos a la hermosa alfombra persa con destino incierto, al menos para mi, que estaba en ascuas (1). Mi abuelo era un sabio alquimista y uno de sus más grandes placeres -cuando no estaba trabajando en su laboratorio con los alambiques, el caput mortuum (2) y las destilaciones o leyendo viejos pergaminos- era el de viajar por medios no convencionales.
- ¿A dónde vamos, abuelo?- pregunté excitada y curiosa con la alegría de quien emprende una aventura insospechada, fascinante y a la vez, temeraria.
- Ya lo verás, no te impacientes- disfruta del trayecto- Me respondió con voz cálida y esa sonrisa tan suya, agregando un aire exquisito de misterio.
-¿El viento nos lleva a donde quiere? insistí
- No, Eliana, el viento es sabio, pero en este caso la ruta la marco yo y yo dirijo a la alfombra como si fuera el Capitán de un barco con ayuda de este astrolabio- dijo mostrándole el viejo instrumento.
- ¿Y el timón?
- En mi mente está- me respondió. Y esta vez callando enserio, miró hacia el horizonte.
Me relajé. Sentí el viento jugar con mi cabello largo y enrulado y observé el paisaje. Abajo la ciudad se erguía como una gran masa multicolor expandida sobre colinas y valles; más allá comenzaban las verdes praderas, el rio que serpenteaba desembocando en el lago, el bosque, las montañas teñidas de índigo. El sol asomaba y sus cálidos rayos me envolvían hasta que, de pronto, atravesamos una enorme nube negra. Mi corazón se encogió, sentí un poco de miedo. Un águila voló tan cerca nuestro que casi nos choca. Miré, entonces, a mi abuelo que se había quedado dormido. Eso creí, pero en realidad estaba desmayado. El viento soplaba con más fuerza. Los vaivenes de la alfombra me hicieron perder el equilibrio, y casi caigo. El estómago se me hizo un nudo. ¿Y ahora qué hago? ¿Cómo llego a un hospital? ¡Mi abuelo necesita ayuda! Entonces, milagrosamente, aterrizamos suavemente en un valle. Muy cerca, se alzaba una estructura imponente en roca rosada y proveniente de esa dirección escuché cánticos y una música de flautas, tamboriles y cencerros. Un grupo de monjes vestidos con túnicas naranjas se acercaba hacia nosotros.
- ¡Sean muy bien venidos, los estábamos esperando!
- ¿A dónde vamos, abuelo?- pregunté excitada y curiosa con la alegría de quien emprende una aventura insospechada, fascinante y a la vez, temeraria.
- Ya lo verás, no te impacientes- disfruta del trayecto- Me respondió con voz cálida y esa sonrisa tan suya, agregando un aire exquisito de misterio.
-¿El viento nos lleva a donde quiere? insistí
- No, Eliana, el viento es sabio, pero en este caso la ruta la marco yo y yo dirijo a la alfombra como si fuera el Capitán de un barco con ayuda de este astrolabio- dijo mostrándole el viejo instrumento.
- ¿Y el timón?
- En mi mente está- me respondió. Y esta vez callando enserio, miró hacia el horizonte.
Me relajé. Sentí el viento jugar con mi cabello largo y enrulado y observé el paisaje. Abajo la ciudad se erguía como una gran masa multicolor expandida sobre colinas y valles; más allá comenzaban las verdes praderas, el rio que serpenteaba desembocando en el lago, el bosque, las montañas teñidas de índigo. El sol asomaba y sus cálidos rayos me envolvían hasta que, de pronto, atravesamos una enorme nube negra. Mi corazón se encogió, sentí un poco de miedo. Un águila voló tan cerca nuestro que casi nos choca. Miré, entonces, a mi abuelo que se había quedado dormido. Eso creí, pero en realidad estaba desmayado. El viento soplaba con más fuerza. Los vaivenes de la alfombra me hicieron perder el equilibrio, y casi caigo. El estómago se me hizo un nudo. ¿Y ahora qué hago? ¿Cómo llego a un hospital? ¡Mi abuelo necesita ayuda! Entonces, milagrosamente, aterrizamos suavemente en un valle. Muy cerca, se alzaba una estructura imponente en roca rosada y proveniente de esa dirección escuché cánticos y una música de flautas, tamboriles y cencerros. Un grupo de monjes vestidos con túnicas naranjas se acercaba hacia nosotros.
- ¡Sean muy bien venidos, los estábamos esperando!
Notas:
1- Estar en estado de expectación, con inquietud por lo que pueda pasar.
2- Caput mortuum: en alquimia se trata de una sustancia de desecho derivada de un proceso químico.
1- Estar en estado de expectación, con inquietud por lo que pueda pasar.
2- Caput mortuum: en alquimia se trata de una sustancia de desecho derivada de un proceso químico.
Ese trayecto fue un aprendizaje quizás intencionalmente planeado por su abuelo. Ahora que han llegado, deberá andar nuevas rutas para profundizar su conocimiento. Muy bella historia Myriam. Un abrazo
ReplyDeleteLa he disfrutado como esos cuentos que me contaba mi abuela todas las noches antes de dormir.
ReplyDeletePrecioso!!
Un abrazo Myriam :)
Un viaje mágico, no solo por el medio de transporte sino el timón del abuelo ...
ReplyDeleteMe encantan estos cuentos tan bellos que nos llenan la mente de fantasía pero que lo disfrutamos como niños .
Gracias Miryam.
Besos.
Un relato lleno de magia y serenidad, que bien lo expresas . un abrazo Myriam
ReplyDeleteLa magia de un vuelo imposible pero con un destino real.
ReplyDeleteContradicciones que solo los introducidos pueden entender.
Un abrazo.
Te dejo este haiku que me ha salido, mientras te leo
ReplyDeleteEn el sendero
encuentro mi camino,
si al viento sigo.
Besos
Lleno de magia tu relato que es just que nos hace falta ahora.
ReplyDeleteAl final hice un huequito para acompañarte en tu convocatoria, como tú hiciste comigo y que nunca te lo agradecerá suficiente.
Besos mil.
Imaginativo, y muy tierno, los abuelos, con o sin alfombra nos llevan a mundos mágicos.
ReplyDeletePrecioso post. Un abrazo y feliz día
Todos tenemos una forma de viajar así con la imaginación.
ReplyDeleteUn beso, Myriam.
Pues desde luego se ha llevado el camino a las nubes jeje..Muy original la propuesta, me ha gustado mucho.
ReplyDeleteUn saludo
Solo dejando a la mente guiarnos llegaremos a lugares mágicos.
ReplyDeleteLas aventuras con abuelos no se olvidan nunca.
Un placer leerte
Me ha encantado tu cuento, porque es de esos que te hacen imaginar y volar desde la fantasía, me parece muy tierno además, el viaje con el abuelo. Todo un acierto tu relato, y además, una interesante propuesta, te felicito por todo, mi querida Myr.
ReplyDeleteBesos enormes.
Es un cuento delicioso que te sumerge en Las mil y una noches y te lleva a recordar y a viajar por un mundo de fantasía. Precioso, besos.
ReplyDeletePor suerte, o por sabiduría del abuelo, pudieron llegar a donde los esperaban.
ReplyDeleteUn buen aporte para tu jueves.
Un abrazo
ReplyDeleteYa saben la mayoría de uds. que con 4 nietas divinas, ando en modo abuela.
Gracias A TODOS por vuestros comentarios.
¡Abrazos!
Hay magia y sabiduría en tu relato
ReplyDeleteBeso
OH Miriam, qué maravilloso relato, es de los que me gustan, de los que te sitúan en otra galaxia y permiten que la imaginación vuele alto. Mil gracias, es un cuento-regalo, besos mil
ReplyDeleteMILENA: es una gran alegría tenerte aquí de nuevo, después de tan larga ausencia. Beso enorme.
ReplyDeleteToda una experiencia espiritual y de la mejor mano. Abrir la mente a sensaciones nuevas. Y esa apertura de todo nuestro mundo interior que no todos tienen la capacidad de mostrar o la capacidad de identificar.
ReplyDeleteMuchísimas gracias por tan bello y mágico relato, Myr.
Un beso enorme.
Una bella histosria como todas las que tu cuentas. El abuelo la nieta, y la alfombra mágica. Un clasico donde los haya. Me ha gustado mucho: besossssssssssssssssssss
ReplyDeleteUn bello cuento sobre el amor de los nietos a sus abuelos y viceversa sustentado por la confianza plena. Me ha gustado mucho. Besos
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